HOY CONTAGIA OTRA EMOCIÓN

| 21/08/2019

¿Por qué se llama Tristeza el brazo del Nahuel Huapi?

Adrián Moyano
¿Por qué se llama Tristeza el brazo del Nahuel Huapi?

No hay mayores precisiones sobre el origen de la denominación, pero Otto Meiling y Hans Hildebrandt entendieron que obedecía al vacío de colonos y a la carencia de actividad humana sustantiva.

Sobre la derecha del observador, un hotel gremial emerge como obstinado testimonio de otros tiempos, más felices para la clase trabajadora. Detrás de su arquitectura, el bosque que ciñe las laderas sugiere ausencia de huellas humanas. Sugiere nomás… Las aguas del lago tienen la misma tonalidad gris que el cielo y el escaso viento no alcanza a marcar crestas en las olas tranquilas.

Sobre una de los promontorios del cerro López, media docena de cóndores ignora el frío, vuela y vuela sin batir sus inmensas alas. En la playa que cierra la bahía del mismo nombre, un puñado de estoicos visitantes resiste las bajas temperaturas de un invierno que no afloja. ¿Quién pudo pensar en esa emoción para imponerle el nombre de Tristeza a ese brazo tan cautivante del Nahuel Huapi?

Sin mayores comentarios, Juan Martín Biedma se limitó a reproducir la explicación que dieron en su momento, un par de ilustres predecesores: “El brazo de la Tristeza lleva su nombre debido a la completa falta de pobladores y colonos en sus márgenes y se presenta siempre en su estado original o invariado”. El autor de “Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi” extrajo esa poco creíble justificación de la “Guía” que tuvo como autores a Hildebrandt y Meiling.

Todos y todas sabemos que con el segundo se refería a Otto. En tanto, el primero respondió al nombre de Hans. Los dos fueron socios en la primera oficina de informes turísticos que hubo por aquí. Además, Hildebrandt fue colega nuestro, ya que ofició de corresponsal en Bariloche de los diarios “El Mundo” y “La Nueva Provincia”, según publicó a su vez “La Nación” en 2001. Al parecer, su “Guía” data de los 30 y también tuvo carácter pionero.

Decimos que la explicación es poco creíble porque precisamente, inclusive hoy buena parte del Nahuel Huapi presenta el aspecto “original o invariado” que Meiling e Hildebrandt adjudicaron con exclusividad, al Brazo Tristeza. En la memoria popular, se atribuye la denominación a colonos alemanes. Como se sabe, éstos llegaron de manera sustantiva a la zona después de su incorporación a la Argentina, que recién se concretó en los hechos a partir de 1885.

Palabra oficial

La primera edición de la obra de Biedma data de 1967 y se publicó a través de la Dirección de Parques Nacionales, quiere decir que su explicación tuvo por entonces carácter oficial. El investigador y educador -fallecido en 2008- añadió a la historia del Brazo Tristeza que “la 3° Subcomisión chilena de límites, temporada 1899-1900, jefe Carlos Aguirre, denominó este brazo con el nombre de Guillelmo en recuerdo del esforzado misionero jesuita del siglo XVIII, descubridor del Paso Vuriloche”. Biedma encontró el documento en “La cordillera de los Andes”, obra del geógrafo chileno Luis Riso Patrón (puede figurar como Risopatrón). Además, en la obra de Juan Steffen, “Patagonia Occidental”, el Brazo Tristeza también aparecía como “Seno Guillelmo”.

La denominación que propusieron los trasandinos no prosperó: “lo mismo que otras debidas a las comisiones de límites chilenas, no perduraron porque una vez solucionado el diferendo fronterizo con Chile (que) se resolvió en 1905, para evitar la dualidad de nombres en los accidentes geográficos de la región limítrofe, (se decidió) adoptar los nombres de los planos chilenos en la región que se adjudicó a Chile y los nombres de los planos argentinos en la región adjudicada a la Argentina”. Así, se evitó que el lago que se ubica al sur del Mascardi y un brazo del Nahuel Huapi, se llamaran igual. La sabia determinación se adoptó al más alto nivel, a través del “Acuerdo sobre nombres de accidentes geográficos. Acta suscripta en Santiago de Chile el 14 de abril de 1905 entre Zacarías Sánchez y Luis Riso Patrón, directores de las oficinas de límites de la República Argentina y de Chile”, según citó Biedma.

Queda dilucidar el porqué de la tristeza y quizás haya que contemplar la lógica de la época. Recuérdese que por entonces, se entendía por progreso a cierto grado de devastación ambiental que permitiera el florecimiento de las actividades agrícola, ganadera e inclusive, forestal. Desde esa perspectiva, el estado prístino que presentaba el brazo del Nahuel Huapi, podía pasar por lamentable.

Recuérdese que 200 años antes de la “Guía” que publicaran Meiling e Hildebrandt, el sacerdote Laguna se había quejado de tener que navegar por “dos lagunas horribles”, en relación a los lagos Nahuel Huapi y Todos los Santos.

El flamenco tuvo que atravesarlos para unir la misión jesuita con Chiloé a bordo de las canoas puelches, un tanto endebles para su gusto. Que se hayan utilizado los calificativos de “triste” u “horrible” para espacios que hoy consideramos de absoluta belleza, demuestra que la valoración de la naturaleza no es indiferente a las apreciaciones de cada tradición cultural o al menos, de las prioridades de cada época. Visto desde 2019, el aspecto “original o invariado” de ese tramo del Nahuel Huapi, tiene más que ver con la felicidad que con la tristeza.

López, el “patricio”

Por su parte, el cerro López y Bahía ídem, deben su denominación actual a Francisco Moreno. Según Juan Martín Biedma, la imposición del nombre tuvo lugar “en su segundo viaje a Nahuel Huapi, en 1880, en recuerdo del patricio”. El propio Moreno dio cuenta de esa designación en sus “Apuntes preliminares sobre una excursión a los territorios del Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz”. En esa ocasión, el futuro perito solo pudo observar al cerro en cuestión de lejos y no tuvo noticias de la bahía que se encuentra a sus pies.

El patricio al que se refería el investigador tenía como nombre completo, Alejandro Vicente López y Planes. Entre otras tareas, ideó la letra de la canción patria que el 11 de mayo de 1813, se adoptó como Himno por parte de la Asamblea de ese año, cuando todavía las denominaciones oficiales en circulación eran Provincias Unidas del Río de la Plata o Provincias Unidas del Sud. La segunda es la que aparece en la lírica.

Ahondó en su momento Biedma que “cuando Fonck arribó en compañía de Hess a la península San Pedro, en 1856, quedó asombrado por el aspecto sumamente pintoresco e imponente de un cerro que se elevaba frente a dicha península y como le hizo acordar al Monte Pilatus, que había visto en Suiza, le dio este nombre al cerro”. Añadió el investigador argentino que “la leyenda cuenta que Poncio Pilatos, preso de crueles remordimientos, anduvo corriendo tierras y llegó a un lago de aspecto muy sombrío al pie del nombrado cerro suizo. En su desesperación, se precipitó al lago hallando en él la muerte”.

Francisco Fonck anduvo por aquí bastante antes de tener en sus manos los diarios de viaje de su tocayo, el sacerdote franciscano español Menéndez. Al leerlos, “vinculó un cerro que éste (el religioso) denomina Torres de Catedral con su cerro Pilato. Hoy es muy difícil precisar la ubicación del Catedral de Menéndez y si es el actual cerro López o el actual cerro Catedral”, se excusaba Biedma medio siglo atrás.

Por parte nuestra, nos parece oportuno diferenciar las actitudes decimonónicas de las precedentes. Frey Menéndez anduvo por aquí a partir de 1791 e hizo en total, cuatro viajes. No tenía el afán descubridor del cual los exploradores chilenos y argentinos se ufanaban ni impuso nombre alguno. Apenas si se limitó a señalar que por sus torres, la elevación que le cerró paso hacia el norte de su emplazamiento, se parecía a una catedral.

Completó Biedma que “el cerro López, por sus filos, torres y puntas, su refugio inaugurado por el Club Andino de Bariloche el 15 de abril de 1933 y su fácil acceso desde Bariloche, ha sido preferido por los andinistas para sus proezas de alta montaña”. Pero esa, es historia conocida y todavía está viva.

Adrián Moyano

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