MÁS SOBRE EL ORIGEN DE LA PROPIEDAD PRIVADA EN BARILOCHE Y DINA HUAPI

| 04/06/2023

Para los colonos nada, para los especuladores todo

Para los colonos nada, para los especuladores todo
Tauschek y parte de su familia frente a su cabaña. Foto: Leo Wehrli (1898). Colección Wehrli en ETH-Bibliothek Zürich, Bildarchiv. Archivo Visual Patagónico.
Tauschek y parte de su familia frente a su cabaña. Foto: Leo Wehrli (1898). Colección Wehrli en ETH-Bibliothek Zürich, Bildarchiv. Archivo Visual Patagónico.

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Las tierras a las que accedió el general Bernal no estaban vacías de pobladores, ya no indígenas, sino de otros orígenes. La viuda de José Tauschek se encontró con una rotunda negativa cuando quiso titularizar las tierras que su marido había trabajado.

Cuando Liborio Bernal se hizo de 80 mil hectáreas entre los ríos Limay y Ñireco, esos campos no estaban vacíos. Y no nos referimos a la población mapuche o tehuelche que fue desalojada a partir de la llegada del Ejército en 1883, sino a colonos que se habían asentado en el área que hoy ocupa Bariloche merced a las primeras leyes que, supuestamente, querían poblar la Patagonia. En realidad, la especulación inmobiliaria siempre primó, desde el vamos.

“Quien se ve perjudicado por la concesión de Liborio Bernal es un colono alemán llegado a Puerto Montt en 1856, Joseph Tauschek Yyrischek o Tauschek Klajik, conocido como José Tauschek, quien tenía su casa sobre el lago Nahuel Huapi dentro de las tierras otorgadas por el Estado al general y según el plano de (Carlos) Martínez en lo que hoy se conoce como el barrio Las Chacras, en San Carlos de Bariloche”.

Se debe la precisión a Cristian Müller, quien la incluyó en su obra “Las colonizaciones del Nahuel Huapi. Patagonia-Argentina” (Edición del autor-2017). El agrimensor trajo a colación unos párrafos de Francisco Moreno, quien en 1897 describió unas “cómodas casas de madera, habitación del colono don José Tauschek, cuyos cultivos y productos pastoriles tiene ya fama entre los colonos alemanes de Llanquihué (sic)”.

En cierto sentido, el entonces perito en límites profetizó qué sucedería, porque Tauschek, “como los demás hombres industriosos que han poblado en las orillas del Nahuel-Huapi, no es dueño del terreno que ha hecho valer con sus esfuerzos. Eso hace parte de una de esas inconcebibles concesiones de treinta y dos leguas y está expuesto a ser desalojado, sin tener derecho a indemnización alguna por el dueño de la concesión”.

No obstante, apuntó Moreno que “felizmente, no todas las costas del Nahuel-Huapi han sido tan malbaratadas y hay aún facilidad de hacer en ellas la colonia que sueño, en la que el colono gane la propiedad de su lote con la labor de sus manos”. El afectado se había instalado en el predio en cuestión dos años antes de que Bernal accediera a la propiedad de la tierra después de llamativas maniobras.

En efecto, “Tauschek habría llegado al Nahuel Huapi en 1892 desde Osorno con su mujer y dos hijos, un varón y una mujer. El 12 de enero de 1900, Tauschek se ahoga en el río Limay mientras llevaba equipamiento del Tercero de Caballería que levantaba sus instalaciones. Su viuda, Caroline Gerstmann Hahnen, solicita la concesión de las tierras que ocupaba, pero la solicitud es denegada”, estableció Müller.

La resolución que resolvió la denegación lleva las firmas de Julio Roca y de su ministro de Agricultura, Exequiel Ramos Mejía. Se publicó en junio de 1901. Después de esa negativa, los cambios de mano con finalidades especulativas continuaron. “Dos años después de adquirir las tierras, el 16 de julio de 1896, Liborio Bernal le vende las 80.000 ha al Dr. Manuel Cigorraga”. Arriesga la investigación que “posiblemente se trate del que fuera director general de Inmigración en 1912”.

De manera difícil de entender, “dos años más tarde, el 5 de noviembre de 1898, Bernal le compra a Cigorraga 60.000 ha de las 80.000 ha que le vendiera anteriormente”. No solo las y los lectores de El Cordillerano experimentarán desconcierto. “Desconozco las razones de este proceder”, admite el relato de Müller. “El 2 de febrero de 1901 fallece Liborio Bernal quedando el campo en poder de su sucesión. Más tarde, la mayor parte de estas tierras pasarían a formar parte la Estancia El Cóndor, propiedad de la familia Molina hasta 1934”, establecimiento que, aunque en otras manos, perdura hasta hoy.

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