NUEVA CREACIÓN DE EMILIO DI TATA ROITBERG

| 29/05/2023

Llegan “Las aventuras de Maqui”, una Heidi patagónica del siglo XXI

Llegan “Las aventuras de Maqui”, una Heidi patagónica del siglo XXI
Maqui ya salió de la compu e inició nuevos caminos.
Maqui ya salió de la compu e inició nuevos caminos.

El autor de “El Oso” y “González Catán” incursiona en el género de la literatura infantil con un personaje típico de la Línea Sur rionegrina. Ficción no tan alejada de la realidad.

El submundo del narcotráfico y la prostitución en “González Catán”, las lindezas del Alto de Bariloche en “El Oso” o las realidades patagónicas más allá de las postales en “La Deseada”. De la escritura de Emilio Di Tata Roitberg se podrán decir muchas cosas, pero nadie podrá cuestionar su versatilidad. Es más, acaba de publicar “Las aventuras de Maqui en la Patagonia”, su primera incursión en literatura infantil. Incluso, se encargó él mismo de las ilustraciones.

“Venía con la idea de escribir un libro para niños, y en particular este, desde hace unos diez años, cuando estaba recorriendo la Línea Sur de Río Negro”, introdujo el escritor, en intercambio con El Cordillerano. “En esos viajes, mientras presentaba otros libros, me encontré personas muy interesantes, pobladores que me mostraban el lugar donde vivían, cómo trabajaban y los problemas que iban sorteando para salir adelante”.

Profundo observador de las realidades que luego plasma en sus cuentos o novelas, ahí empezó la trama de Maqui. “Me llamó la atención ver a muchos chicos viviendo con sus abuelos, mientras sus padres se venían a trabajar a los centros urbanos. Son chicos con vidas poco comunes, desde el punto de vista de quienes vivimos en las ciudades: chicos que viven en contacto con animales, que ayudan a sus familias desde pequeños, aprenden otras destrezas y tienen otras responsabilidades que nosotros”, señaló Emilio.

En particular, “la protagonista de este libro está pensada como una Heidi patagónica y del siglo 21. Maqui vive con una señora muy mayor, la abuela Ñancu, que tal vez sea su abuela o bisabuela o una señora que la cría. Es una mujer de carácter férreo y algo cascarrabias que rebosa vitalidad. Aunque es analfabeta puede leer las señales del cielo para saber si va a nevar o a hacer buen tiempo, sabe curarse con plantas, criar animales y tantas otras destrezas indispensables para vivir en esos pagos”, describió el autor.

Como también suele suceder en la realidad, “parte de ese conocimiento se lo va a pasando a la chiquita, que, por supuesto también está en contacto con otra realidad, con acceso a los libros, a Internet -de forma limitada- y a la educación que le transmite el maestro en la escuelita rural”, añadió. “En más de una oportunidad esas dos visiones del mundo colisionan, como la misma Maqui lo cuenta con su inocencia infantil”.

El paisaje humano se completa con “el maestro Alcides y el agente Coliqueo -el único policía del paraje El Cuy- que representan la sabiduría y el orden impuestos por el Estado, respectivamente, y la Abuela Ñancu es el tesón y el espíritu práctico, que desconfía de ese orden y se rebela contra algunos de los dictados de la sociedad”, compartió el escritor. “La historia transcurre durante un invierno particularmente duro, en el que Maqui y la abuela quedan aisladas en su ranchito a causa de una tremenda nevada y en un cuaderno, la niña da cuenta de su vida cotidiana. A la vez habla de distintos lugares del mundo, que conoce solo de oídas, dando su particular versión de los hechos”.

En términos de estilo, “Las Aventuras de Maqui tienen el formato de un diario personal, y está escrito en un cuaderno rayado, como el que usábamos nosotros y aún se usa en la escuela primaria”, evocó Emilio. “El libro está escrito en mayúsculas, con una tipografía que recrea la escritura de los chicos que están aprendiendo a escribir, y está ilustrado con muchos dibujos, algunos de ellos para colorear. Como todos los chicos Maqui tiene predilección por los animales: por Chúcaro y Pintado, sus perros ovejeros, por el pavo Heráclito, la gata Federica, el chivo Toribio y la bandurria Agripina, entre otros. Maqui los hace hablar, les inventa historias”.

Como decíamos, Emilio se ocupó de todas las facetas que hacen a un buen libro de literatura para la niñez. “Las ilustraciones del libro fueron hechas por mí, con lápiz negro y pintadas con lápices de colores y fibras, luego retocadas en la compu. Traté de que las imágenes y el texto fueran contando de manera complementaria la historia, a medio camino entre la novela ilustrada y la historieta. Siempre fui un dibujante aficionado y de grande asistí a algunos talleres de dibujo y acuarelas. Durante un año tomé lecciones con el pintor barilochense José Luis Rogel, un gran artista plástico y todo un personaje, además”.

Si bien tiene otros proyectos literarios en danza, “se produce una especie de vacío luego de terminar un libro”, admitió Di Tata. “Al igual que los otros, en Las Aventuras de Maqui me llevó un gran esfuerzo el tema de la compaginación y la edición final. Para reponerme estoy haciendo otras actividades, como terminar de construir una cabaña que tengo a medio hacer. En el plano literario también tengo que terminar una novela que tengo a medio hacer, llamada ‘Recuerde el alma dormida’. Y seguir con las andanzas de ‘Berni el Palomo’ en mi página de internet (facebook.com/ditataroitberg)”.

Además, las andanzas del Heidi patagónica continuarán. “En la primavera planeo irme de vuelta a la Línea Sur, a recolectar material para una segunda parte de Las aventuras de Maqui. La verdad es que el libro está teniendo una gran repercusión en las dos semanas que está en las bateas, en Librería La Barca (Mitre 520) y en otros puntos de venta. Chicos y grandes ya me están reclamando la continuación”, argumentó Emilio. Pero conociéndolo, aunque nadie se lo pidiera igual continuaría la historia, porque está buena.

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