UNA INMERSIÓN EN EL IDIOMA MAPUCHE SE CONCRETÓ EN BARILOCHE

| 18/01/2023

“Decir feley en vez de OK es una transformación disruptiva”

“Decir feley en vez de OK es una transformación disruptiva”
Cinco días para "vivir en mapudungun".
Cinco días para "vivir en mapudungun".

Koneltun puede versionarse como “internado”. Es un espacio que se prolonga por varios días, durante los cuales solo se puede hablar mapudungun. Se concretó uno, en un predio cercano al lago Gutiérrez.

Durante cinco días consecutivos, alrededor de 50 personas practicaron una inmersión en el idioma mapuche, a unos 11 kilómetros del centro de Bariloche. ¿Por qué, si cada día es más difícil reconocerse mapuche? ¿Para qué, si es una lengua que prácticamente no tiene presencia en la vida cotidiana? El que firma conversó con dos organizadores y una asistente que hizo 860 kilómetros -ida y vuelta- para ser parte de la instancia. No fue la única que vino de lejos, porque hay razones poderosas.

Junto con otros enseñantes, la propuesta corrió por cuenta de Pu Pichikeche Choike, organización que durante el año realiza talleres en varios barrios de la ciudad. Según Yanina Llancaqueo, “venimos transitando un camino con el que nos hemos sumado a un proceso de pueblo: la revitalización de la lengua mapuche, porque en caso de no poder revitalizarla, corre riesgo de pérdida ya que cada vez hay menos hablantes. No hay nuevos hablantes y no se utiliza en la vida cotidiana, entonces, como organización, hemos decidido realizar algunos aportes a través de la realización de koneltun, que es esta propuesta de internado, de curso intensivo, más la realización de talleres. Esa es nuestra labor”, indicó.

Ayelén Penchulef Hernández es docente, poeta y no tuvo problema alguno en viajar. “Vine desde Neuquén para participar del koneltun por segunda vez. Son espacios en los que uno puede poner su vida en suspenso, dedicarse a estudiar mapudungun y vivir en mapudungun por unos días, compartiendo también un momento comunitario de asumir las tareas cotidianas y a la vez, el estudio, en compañía de otros y otras lamngen (hermanas o hermanos). También es encontrar un lugar para el estudio del mapudungun que, por ahí, en medio del trabajo y de las responsabilidades familiares, cuesta un poco sostener sistemáticamente. Son una herramienta muy poderosa”, reconoció.

Nunca fue fácil, pero desde 2017 y hasta ahora mismo, se tornó muy difícil reconocerse mapuche. “En estos cinco días hemos charlado sobre eso: de la carga emocional y de las historias en común que tenemos como mapuches”, señaló Llancaqueo. “De aquellas cosas que nos hacen doler y sufrieron nuestros abuelos y nuestros padres: éxodos, maltratos y violencias de todo tipo”, compartió.

“Desde lo personal, también pienso que es una instancia de sanar a través de compartir momentos de la vida cotidiana, mediante esta inmersión en el mapudungun”, añadió la joven educadora. “En uno de los talleres que llevamos adelante en 2022, un día, la consigna fue: trawütuyün iñchiñ, lawengekey (cada vez que nos juntamos, es lawen, es remedio). Claramente, eso tiene que ver con trascender el estudio gramatical o duro de una lengua, hacia esas cosas que nos nacen cada vez que nos juntamos si hablamos de nuestra historia y de nuestra familia. Todo tiene que ver con lo que somos”, completó.

Hubo espacio para tres niveles: inicial, intermedio y avanzado.

Héctor Velázquez también forma parte de Pu Pichikeche Choike. “Lo que se da en los talleres y en los koneltun es esa carga afectiva, se genera afectividad porque afuera, es difícil ser mapuche. Estamos todo el tiempo hostigados y generar estos lazos es fundamental, sobre todo porque estudiamos una lengua minorizada. Cuando se estudia inglés o cualquier otro idioma, estos momentos no se dan. Es fundamental, porque la situación del mapudungun siempre está conectada a la del pueblo mapuche, desde la invasión de los dos Estados”, enmarcó.

Para Penchulef Hernández, “recuperar el mapudungun tiene que ver con poder pensar de otra manera y vivenciar algunos espacios de la espiritualidad mapuche desde otro lugar, porque es necesario para comunicarse, para estar en los espacios de llellipun (ceremoniales) y compartir cosas que no pasan por el wingkazungun (el idioma de los huincas) y si no tenemos nuestro mapudungun nos quedamos afuera, en el sentido de poder comprender cabalmente lo que sucede. Entonces, se vuelve super necesario”, afirmó.

Simultáneamente, “en el proceso de revitalización que las organizaciones nos están proponiendo a las personas que nos reconocemos mapuche, es importante empezar a ocupar espacios públicos con el mapudungun, ya sea en la escritura, en nuestras clases como docentes, en nuestros trabajos o en nuestras relaciones cotidianas. Poder decir feley en vez de OK es una pequeña transformación disruptiva en un mundo que está totalmente colonizado por el inglés”, subrayó la neuquina. Por otro lado, “marcar presencia del pueblo mapuche en todo el Wallmapu (el territorio mapuche ancestral) también tiene potencia política”, aseguró. Como si no bastara con esas razones, es además la lengua que entiende este territorio.

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