EL BOLSÓN Y SU DRÁSTICA TRANSFORMACIÓN EN MEDIO SIGLO

| 29/08/2021

El Valle Nuevo, de bosque nativo a tierra urbana

El Valle Nuevo, de bosque nativo a tierra urbana
Del bosque nativo sólo quedó el recuerdo. Foto: Matías Garay.
Del bosque nativo sólo quedó el recuerdo. Foto: Matías Garay.

De “tierras forestales”, la actual Comarca del Paralelo 42 se convirtió en zona agrícola ganadera. Luego, cerca de mediados de siglo pasado, la urbanización alejó para siempre a la multitud de especies nativas originales.

En un lapso de 60 años, las extensiones de bosque nativo que caracterizaban el Valle Nuevo (El Bolsón) se transformaron primero en “tierras forestales”, para luego incorporarse a la actividad agrícola ganadera. Por último, y reformas administrativas mediante, hacia mediados del siglo XX ya revistaban como “tierra urbana”. Como consecuencia, las antiguas formaciones boscosas no retornarían jamás a su viejo esplendor.

La drástica transformación del paisaje fue abordada por el historiador José María Mendes en el trabajo que tituló “El valle y el molino. Un expediente rescatado y las transformaciones de un ambiente. El Bolsón 1900-1950”. Presentó su contribución en el X Congreso de Historia Social y Política de la Patagonia Argentino-Chilena, que se llevó a cabo en 2013, en Trevelin (Chubut). El investigador formaba parte por entonces del Centro de Estudios en Historia Regional (CEHIR) de la Universidad Nacional del Comahue, entre otras pertenencias institucionales.

Su investigación es bastante más amplia que el recorte que propone El Cordillerano, pero, de todas maneras, echará luz sobre qué características tenía la vecina localidad en sus albores, no muy conocidas fuera del ámbito especializado. “Se trata de espacio rural poblado con crianceros de ganado, una producción agrícola con cierto nivel de excedentes y una actividad cerealera intensa que abastecía a la vecina zona de la meseta”, enmarca el aporte de Mendes.

En efecto, “eran sociedades de frontera surgidas de los supervivientes de la ocupación militar y del primer poblamiento -repoblamiento en algunas zonas- procedente de Chile. Es así como el comercio de ganado con el mercado trasandino, las producciones agrícolas, la instalación de casas de comercio y la circulación de bienes y personas parecieran dar una cierta homogeneidad al espacio social”.

La secuencia arrancó desde el vamos. “Durante la primera mitad del siglo XX el bosque va ser notablemente desplazado por la necesidad de disponer tierras para el pastoreo y la agricultura y a finales de los años 30 las mejores tierras dedicadas a la agricultura se destinarán a la planta urbana. El Valle Nuevo había sido completamente desmontado en 1913 y llevaba quince años de cultivos”, rehizo el investigador.

Del valor agrícola de las tierras ya había tomado nota Bailey Willis en su célebre informe: “El trigo se ha sembrado en estas tierras, y en 1912 rindió buena cosecha”. Según el criterio del estadounidense, “estas tierras eran las más deseables ya que no se producían heladas en verano, en especial las que se hallaban en las terrazas del Quemquemtreu”, destaca el artículo. Por entonces, en el valle de Epuyén y la cuenca del lago Cholila, eran definidas como “zonas ganaderas” con presencia de “ovejas, vacunos y cabras”.

De la descripción de Mendes se desprende que para 1912, aproximadamente, El Bolsón se reducía a un conjunto de “poblaciones” dispersas que ya se perfilaba como un centro o aglomeración mientras que El Hoyo de Epuyén era la continuación de este”. Para el año siguiente, “se contabilizan para toda la zona entre 500 y 600 habitantes, la mayoría de ellos chilenos", añade el texto.

Económicamente, se daba “un patrón de autoabastecimiento, con la diversificación de actividades que implica. No se debe olvidar que estos valles mantienen un fuerte aislamiento geográfico. La intensificación de la actividad económica de la comarca puede explicarse por su articulación con la demanda de las áreas de su periferia inmediata que contaban con numerosa población y condiciones agrológicas mucho menos favorables”, es decir, el interior rionegrino y chubutense.

Hacia 1920, “la mayoría de la población se dedicaba a la agricultura y a la ganadería y se consolidaba la industria harinera. El informe de la Comisión Inspectora de la Dirección de Tierras (1919-1920) nos permite conocer algunos datos de la producción agrícola y ganadera”, añade la investigación de Mendes. Se trataba de 800 hectáreas de trigo; 385 de avena; 123 de hortalizas y apenas 6 de frutales. En cuanto al ganado, se contabilizaban 2445 ovinos; 1200 vacas, 850 equinos y 775 caprinos.

El mismo informe señalaba que el mercado consumidor para esa producción era la zona de “precordillera”. Hay que recordar que, por entonces, Huahuel Niyeo (Ingeniero Jacobacci) era punta de riel y la zona entre esa localidad y Ñorquinco, estaba más poblada que la hoy llamada Comarca Andina del Paralelo 42. Iban desde el Valle Nuevo hacia la Línea Sur harinas, frutas y verduras, a cambio de sal y ganado. Por entonces, ya funcionaban en El Bolsón dos molinos.

El ambiente terminó de modificarse a partir de “la llegada del Estado, con las estrategias progresistas del gobernador (Adalberto) Pagano”, quien gobernó el Territorio Nacional de Río Negro entre 1932 y 1943. Su gestión impulsó el desarrollo de un centro urbano “en la planicie más baja del Valle Nuevo”. Suma el aporte de Mendes que “eran tierras agrícolas desmontadas -por última vez- y destoconadas a fines del siglo XIX”.

“Ya no volverá el bosque y aunque el área se mensura y se diseña una ciudad jardín, los pobladores continuarán destinando las parcelas a los cultivos durante unos cuantos años más, cuando el crecimiento demográfico cambie definitivamente la fisonomía y las tierras agrícolas pasen a ser tierras urbanas”. A los capítulos restantes de la historia que conduce a la actualidad, más o menos los conocemos.

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