JUEGOS OLÍMPICOS DE BERLÍN 1936

| 01/08/2021

Siete medallas para la Argentina en la Alemania nazi

Siete medallas para la Argentina en la Alemania nazi
Jeanette Campbell, plata en Berlín. 1936.
Jeanette Campbell, plata en Berlín. 1936.

El boxeo contribuyó con cuatro a la cosecha general. Las restantes provinieron de la natación, el polo y el remo. Por primera vez integró la delegación una mujer.

La Argentina participó de los Juegos Olímpicos de Berlín con una delegación que incluyó 51 deportistas. La performance albiceleste en el acontecimiento que se produjo bajo el régimen nazi fue doblemente histórica: por primera vez integró el plantel una mujer y por última vez, un equipo argentino de polo fue parte. Ambos estuvieron en el podio: la nadadora Jeanette Campbell se quedó con la medalla de plata por su desempeño en los 100 metros estilo libre, mientras el cuarteto se quedó con la de oro.

La cita olímpica en la capital alemana comenzó a desarrollarse el 1 de agosto de 1936, 85 años atrás. Su concreción resultó polémica, porque la Alemania nazi estaba en su apogeo y ya había comenzado la persecución contra alemanes y alemanas de religión judía. De hecho, durante su transcurso, el régimen ordenó una fugaz atenuación de la propaganda antisemita y de las hostilidades más concretas, para no mal impresionar a sus visitantes.

A la Argentina no le fue nada mal: obtuvo dos medallas de oro, dos de plata y tres de bronce, para quedar 13° en la tabla general. Hay que tener en cuenta que, por entonces, solo participaban 49 países, contra las 204 delegaciones oficiales que, por estos días, se sacan chispas en Tokio. En la superficie del Estadio Olímpico de Berlín, correspondió que enarbolara la celeste y blanca el maratonista Juan Carlos Zabala.

Contribuyó y mucho en la cosecha general el boxeo, que aportó nada menos que cuatro de las siete medallas: una de oro, una de plata y dos de bronce. La representación nacional se adjudicó el tercer puesto de la disciplina. Oscar Casanovas (22 años) logró la dorada en peso pluma; Guillermo Lovell (18 años) fue plata en peso pesado; Raúl Villarreal (26 años) se alzó con la de bronce en peso mediano y Francisco Resiglione (19 años) hizo otro tanto en mediopesado.

La otra medalla de oro vino del lado del polo, después de un glorioso 11 a 0 en la final frente a Gran Bretaña. De la prueba habían participado solo cinco equipos: además de los finalistas, Alemania, Hungría y México. Quizá la escasa difusión mundial del deporte hizo que la de Berlín fuera su última cita olímpica. La Argentina formó con Manuel Andrada (7 de hándicap), Roberto Cavanagh (6), Luis Duggan (6) y Andrés Gazzotti (8). Fue suplente Juan Nelson, aunque no jugó en ningún partido.

La única mujer de la delegación, Jeanette Campbell, obtuvo medalla de plata en 100 metros estilo libre. La nadadora fue, además, la argentina más joven en Berlín. La participación femenina en la natación era relativamente reciente, ya que el primer campeonato sudamericano que incluyó pruebas para mujeres se había celebrado el año anterior en Río de Janeiro. Dato frívolo: Campbell fue elegida por la prensa como Miss Berlín Olímpica, al ser considerada la más bella de las deportistas participantes.

Julio Curatella y Horacio Podestá (25 años ambos) tuvieron que batallar bastante para obtener la medalla de bronce en remo, que completaría la cosecha argentina. Los remeros participaron en la especialidad doble sin timonel. Al quedar segundos en la primera prueba, fueron al repechaje y desde allí tuvieron que remarla -literalmente- para acceder a la final. En esa ocasión, los argentinos solo fueron superados por el equipo dinamarqués y por los locales, aventajando a Hungría, Suiza y Polonia.

Al menos parte de la delegación albiceleste adoptó una actitud condescendiente hacia el nazismo. El polista Roberto Cavanagh relató que adoptó el saludo nazi para recibir buena atención. La jovencísima Campbell contó que “en esa época, Hitler estaba en la cima de su poder. Los alemanes parecían adorarlo. Cuando se acercaba al estadio o a la Villa Olímpica, todo el mundo corría, aplaudía y gritaba, y nosotros los copiábamos. Yo no entendía nada de política, por ese entonces”. Si bien se podía intuir, nadie podía precisar la magnitud de la tragedia que se avecinaba.

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