GRAN PESAR

| 28/07/2021

Con Daniel Welschinger partió un apasionado de la cultura

Con Daniel Welschinger partió un apasionado de la cultura
Welschinger con los libros, siempre.
Welschinger con los libros, siempre.

Hombre del ámbito universitario, sacó de su postración al Fondo Editorial Rionegrino (FER) entre 2015 y 2019. Dejó de existir después de batallar durante cuatro semanas contra una combinación letal de enfermedades.

Asumió como director del Fondo Editorial Rionegrino (FER) en diciembre de 2015, cuando a nivel nacional se abría el que sería el peor momento del sector editorial desde la crisis de 2001. No obstante, durante los cuatro años de su gestión, la editorial provincial alcanzó el mayor de sus brillos. Desentendimientos que no vienen a cuento ventilar ahora, impidieron que pudiera concretar sus planes durante un nuevo período, por el que había concursado. Al mediodía del miércoles (28 de julio) trascendió que Daniel Welschinger dejó de existir, luego de batallar durante cuatro semanas contra una combinación de COVID-19 y otra dolencia preexistente, que finalmente fue letal. Es profundo el dolor en el ambiente de las letras rionegrinas.

La provincia acaba de perder a un apasionado por la cultura, un hombre de mirada patagónica que además de leer todo aquello que caía en sus manos con particular fruición, era profundo conocedor de cada biblioteca popular, de cada centro de escritores y de cada taller, aunque quedaran lejos de las principales localidades de la provincia. Antes de su gestión, el atribulado organismo solo había funcionado con el espíritu con que fue creado, durante el período de Juan Raúl Rithner, aunque en su caso, fue designado por el Poder Ejecutivo. Welschinger no fue funcionario político, accedió a su cargo luego de imponerse en el concurso público que prevé la norma y de aprobarse su plan editorial.

Antes de arribar al FER, fue hombre de la Universidad del Comahue, en particular del Centro Regional Universitario Zona Atlántica (CURZA), donde llegó a desempeñarse como vicedecano. Durante los primeros meses de su gestión, se abocó a saldar las deudas editoriales que mantenía el FER. De ese momento inicial derivó la publicación de “Poesía Río Negro / Las nuevas generaciones”, con la compilación de Raúl Artola. Fue un trabajo de cogestión con la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), que después no se pudo continuar.

En sus años inaugurales al frente del FER también logró esplendor el stand de Río Negro en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, a tal punto que mereció una distinción por parte de la Fundación El Libro. Después, los elevados costos que impuso la entidad anfitriona afectaron la continuidad de la presencia rionegrina en el emblemático acontecimiento de La Rural. En esa oportunidad, el homenaje a Rodolfo Walsh, fue contundente.

Enumerar a la cantidad de autores barilochenses que editó el FER mientras se extendió el trabajo de Welschinger quizá resulte demasiado extenso, fuera a través de los concursos anuales o como resultados de los emprendimientos editoriales que, como director, podía impulsar. Con el corazón en el pueblo, quiso que llegaran al papel los escritos que se producían en los talleres carcelarios o en los grupos de salud mental. Gran conocedor de la historia de Carmen de Patagones y de la región toda, también procuró otorgarle a la editorial provincial carácter intercultural y en parte, lo logró, aunque el que firma sabe que sus planes eran más ambiciosos.

Como director, no las tuvo todas consigo, pero este cronista encontró libros del FER en las ferias de Comodoro Rivadavia, de Trelew, de Zapala, de Buenos Aires y otros puntos que a veces, no son tan significativos en el mapa. Permítaseme confiar que es una emoción singular transitar a miles de kilómetros de casa y encontrar entre los stands de las grandes editoriales, los libros de las vecinas y vecinos de Bariloche, Dina Huapi, El Bolsón, Viedma, General Roca… Sus cuentos, sus relatos, sus poemas, sus novelas. Esa distribución inédita fue fruto del trabajo de Welschinger, un tipo que pensaba que “el acceso al libro debe ser un derecho popular”. Perdimos un gran militante de las culturas propias. La frase se convirtió en lugar común en los últimos tiempos, pero Daniel tuvo la oportunidad de marcar una diferencia y efectivamente, fue lo que hizo.

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