POLÉMICAS EN EL ORIGEN DEL ESQUÍ

| 10/08/2019

Del cerro Otto al Catedral, del deporte a la exhibición “chic”

Adrián Moyano
Del cerro Otto al Catedral, del deporte a la exhibición “chic”
Otto, Tutzauer y un amigo, en 1936.
Otto, Tutzauer y un amigo, en 1936.

En menos de 90 años, la práctica invernal no solo mudó de localización, también abandonó antiguos conceptos para recrearse como pasatiempo de los sectores mas acomodados. Hubo voces en desacuerdo.

Es notable como, en menos de un siglo, puede cambiar tanto la fisonomía de un lugar, al igual que las predilecciones de sus habitantes. 100 años atrás, la práctica del esquí prácticamente se desconocía en Bariloche y recién en la década del 30 -período de intensos cambios- comenzó a generalizarse. Pero en sus arranques y mas allá de tratarse del mismo deporte, tenía un carácter bastante distinto al que exhibe en la actualidad, al expirar la segunda década del siglo XXI.

“Esquiadores esporádicos hubo en Bariloche a comienzos del siglo (XX), pero quien introdujo este deporte fue el doctor Juan Javier Neumeyer”, historió Juan Martín Biedma en su “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi” (Emecé-1987). “Este rosarino, estudió medicina en Suiza y aprendió a esquiar en el Club Alpino de Zurich. Al radicarse en Bariloche en 1930, lo primero que hizo, cuando comenzó a nevar, fue calzarse un par de esquíes que había traído en su equipaje.”

Neumeyer no disfrutó mucho de su soledad. “Inmediatamente tuvo imitadores, el inglés Reynaldo Knapp y Otto Meiling, quien interesó a un amigo suyo Heriberto Tutzauer. Este que era ebanista de profesión, comenzó a construirlos en el astillero de Holst Tienemann. Con Meiling edificó el primer refugio para esquiadores en el cerro Otto, en cuyas laderas, el 14 de agosto de 1932, se corrió a primera carrera de esquís”, es decir, casi 87 años atrás.

“Las palmas del primer campeón correspondieron a H. Tutzauer”, reconstruyó Biedma. En tanto y como se sabe, “el primer profesor fue Otto Meiling que enseñaba con la técnica Telemark y steng-bogen y después de un rápido viaje a Austria, la técnica Arlberg. En sociedad con H. Tutzauer fundaron la primera fábrica de esquís de la Argentina”. Evidentemente, eran otros tiempos y la globalización quedaba muy lejos.

Tronador en el Otto

Como parte del “paquete”, Meiling “abrió la primera escuela de este deporte, en su refugio Berghof del cerro Otto y que bautizó con el nombre de Tronador. Los alumnos se alojaban en dos dormitorios, mejor dicho cuadras, uno para varones y otro para mujeres. Sobre largas tarimas, altas y bajas, se extendían las colchonetas. El régimen era sobrio, como correspondía a las ideas naturistas del director y a las dificultades de abastecimiento”.

En efecto, nada que ver con la diversidad de la oferta gastronómica que hoy ofrece la base del cerro Catedral. “Se basaba fundamentalmente en mate cocido, legumbres y frutas secas”. Tampoco con las técnicas modernas de enseñanza del deporte. “La didáctica del director y profesor era directa y contundente. Un oportuno palazo con el bastón de esquiador convencía rápidamente al alumno recalcitrante, que era conveniente tener las rodillas flojas en posición ‘cuña’”. ¿Quién iba a discutirle?

Después de los primeros pasos, “el gran impulso del esquí se produce en 1937 con la contratación de Hans Nöbel por la Dirección de Parques Nacionales. Esta repartición tenía como una de sus metas principales el fomento del turismo y éste dependía en gran parte del deporte”, razonaba el autor. “Objetivo postergado por urgencias mas perentorias, pero al cual se volvió, apenas se contó con la infraestructura indispensable”.

Se demoró bastante antes de recalar en Catedral. “Los deportes invernales tenían su sede en el cerro Otto por su proximidad al núcleo urbano, pero inadecuado por su baja altura y por su exposición al viento del oeste. Se pensó entonces en el cerro Dormilón. Al efecto, se comisionó al ingeniero Julio Furth para que elaborara un proyecto de desarrollo. Fue entonces que Angélica Gainza Paz, condesa de Sangro, recomendó a Hans Nöbel, como organizador del esquí en la zona”, reconstruyó Biedma.

El alemán tenía experiencia. “Nöbel fue campeón mundial de este deporte y exitoso organizador del centro invernal de Sestriere, creado por el magnate italiano Angelli”. Por su parte, “la condesa era una gran esquiadora y andinista. Hizo de intermediaria para su venida a la Argentina que se produjo en el invierno de 1937”, es decir, dos años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

El experto “desechó el proyecto Dormilón, no por sus canchas sino por la distancia y la vía de acceso, solo lacustre”. Con su decisión, ahorró dolores de cabezas a futuro expertos en marketing. ¿Cómo promocionar un centro de esquí que se llamara Dormilón? “En cambio, recomendó el cerro Catedral por sus condiciones y su proximidad al ferrocarril y al núcleo urbano”. Entonces, “se comenzó con la limpieza de malezas”.

En forma simultánea, “atraídos por el prestigio de un profesional como Hans Nöbel, apareció un entusiasta grupo de deportistas, Lavallol, Jacourt, Estela Landívar, Angélica Gainza Paz, Josefina Gainza Paz de Sánchez Elía, Francisco Serantes, Francisco Nazar, Enid y Wilfredo Mellboom, entre otros”. Otra que mate cocido y frutas secas… En un punto, era previsible que Meiling ahondara su carácter huraño.

Desde ya, “un aspecto fundamental fue el poder contar con los medios de elevación indispensables. La licitación para el alambre carril la ganó la firma Cereti Fanfani de Milán. Las torres y las instalaciones de salida y llegada fueron adjudicada a la firma local Cristhian y Nielsen”. Pero “el estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió la llegada de los suministros europeos y no hubo mas remedio que esperar el fin del conflicto para concluir la obra”.

Recordemos que en Europa, las armas callaron a mediados de 1945. Sin embargo, el Catedral no detuvo su crecimiento como centro de deportes invernales.

Meiling, mate cocido, legumbres y fruta seca.

Dos estilos diferentes

Mientras la instalación de los medios de elevación se enfrentó a contrariedades a raíz del impasse que impuso la guerra en Europa, el desarrollo del esquí como deporte no supo de pausas. “Dentro del directorio de Parques Nacionales el gran animador fue Antonio Lynch, gran deportista, esquiador y escalador del cerro Tronador”, hizo saber Juan Martín Biedma en su “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi”. Es que “a él se deben la fundación del Club Argentino de Ski y en 1940 de la Federación de Ski y Andinismo que hoy agrupa a todos los clubes de montaña del país y de la cual fue su primer presidente”.

Como todo crecimiento, hubo momentos de crisis. “En los albores de la práctica de este deporte se produjeron dos enfoques, mas bien se confrontaron dos estilos vitales”, interpretó Biedma. Los esquiadores de Bariloche, nucleados en la Escuela de Ski Argentina dirigida por Camilo Pefaure, ganador de la primera carrera de esquí del Catedral de 1938, no compartían un concepto de deporte restringido al mero descenso y culto de la velocidad.

Postulaban un uso mas amplio, a otras pistas, no solo las del Catedral sino también vinculándolo a travesías y escaladas”.

Al parecer, la polémica no hacía mas que reproducir la que también se daba en Europa. En este punto, Biedma citó al libro “Los Andes”, de Frederic Fino, quien apuntó: “desgraciadamente y bajo la nefasta influencia de Arnold Lunn, comenzó pronto a difundirse el ski de bajada… Consiste en ascender –por medios mecánicos- una pendiente y luego deslizarse hacia abajo a la mayor velocidad y elegancia posible… El ski de bajada se presta perfectamente para competiciones espectaculares. Insume solo una parte de la jornada, dejando el resto disponible para actividades mundanas y da lugar a elegantes reuniones sociales. No resulta extraño que se haya difundido como deporte chic”, se quejaba Fino. Y Biedma con él.

Adrián Moyano

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