LA PATAGONIA NO ERA COMO BERTA FREYTAG PENSABA

| 28/04/2023

Llegó como institutriz, ejerció la prostitución y fue víctima de femicidio

Llegó como institutriz, ejerció la prostitución y fue víctima de femicidio
La malograda alemana, en versión de Flavia Montello.
La malograda alemana, en versión de Flavia Montello.

De origen alemán, arribó a estas latitudes para acompañar a la familia en cuya casa trabajaba, pero aquí la suerte le fue esquiva y terminó de la peor manera.

Es una historia triste. Berta Freytag migró a la Patagonia para desempeñarse como institutriz en la casa de Ella Hoffman, una joven alemana de origen aristocrático a quien conocía de Berlín. Oriunda de Kiel, cuando supo que las tres hijas de Ella cambiarían de horizonte junto con su familia, Berta quiso acompañarlas. Pero la ilusión se deshizo rápidamente y, femicidio mediante, terminó de la peor manera posible.

Hay una mención a la tragedia en “Nosotras somos ellas. Cien años de historias de mujeres en la Patagonia” (EDUCO-2023), el libro conjunto de Laura Méndez, Mónica De Torres Curth y Julieta Santos, de reciente aparición. Para este segmento, la investigación tomó como fuente “Allá en la Patagonia”, un libro de 1995 que publicó María Brunswig de Bamberg. “El texto recopila un conjunto de cartas enviadas por Ella Hoffman a sus familiares de Alemania, siendo ella una joven alemana de familia aristocrática que llegó a Patagonia en 1923 con sus tres hijas, tres años y medio después que su marido”, introduce el trabajo de las barilochenses.

Al parecer, los horizontes patagónicos no fueron de su agrado. “Su estancia en el sur incluyó territorio santacruceño, el sur de Chile y, entre 1925 y 1929, la estancia Chacayal, al suroeste de la provincia de Neuquén. Su relato refiere a la vida cotidiana en el espacio rural, las dificultades para mantener la casa y los periplos para educar a sus hijas, debido a la falta de ‘sirvientas’ y educadoras adecuadas”, enmarca la investigación.

Obviamente, los prejuicios estaban a la orden del día. “Para Ella Hofmann, la procedencia étnica de las mujeres con las que se relacionaban determinaba su lugar y comportamiento social. Constantemente se quejaba de la falta de interés e inteligencia de las mujeres indígenas y chilenas que servían en su casa”. Por ejemplo, en una carta que envió a su madre Mutti en 1925, observó: “Ahora tengo otra cocinera, cuyo marido parece bastante bueno, pero nunca han vivido en una casa con piso. Conoce cuchillos y tenedores, pero parece que ignora que también hay que limpiarlos. Trajo dos chicos, un mocoso de cuatro años y un bebé de cuatro meses que llora todo el día. Aquí las costumbres son distintas a las de Alemania, y si no quieres pasar rabia, mejor te las arreglas sola”.

Otras fuentes afirman que el esposo de Ella era Herman Brunswig, quien estaba por aquí desde 1919 para emplearse en la actividad lanera. El resto de la familia llegó a la Argentina, junto con la institutriz frustrada, cuando fue nombrado administrador en una estancia de Lago Ghio, propiedad de Mauricio Braun, Rudolf Stubenrauch y Lucas Bridges. El espejo de agua en cuestión queda en Santa Cruz, no muy lejos del límite con Chile.

Sigue el relato de Méndez. “En un espacio tan desconocido como inhóspito, Ella Hoffman y sus hijas debieron aprender nuevas tareas. Con el propósito de aportar a la economía familiar, comenzó a ejercer el oficio de partera -título que había obtenido con honores en su Alemania natal-, atendiendo en Chacayal a las mujeres de puesteros y peones del campo, en condiciones mínimas de higiene y seguridad”.

Pareciera que la remuneración del administrador de la estancia no satisfizo las expectativas familiares, porque según el relato de su hija María, “mamá ha comenzado con la quesería: no solo tiene una descremadora, sino también una máquina para hacer manteca con más rapidez, se ha instalado estantes para secar y madurar los quesos, y va organizado un pequeño comercio con sus quesos, su crema y su manteca’”. En el presente, todavía hay una estancia que se llama Chacayal en cercanías de Junín de los Andes.

“La única ponderación positiva de Ella para las mujeres que trabajaban para ella fue para una alemana de 40 años, Berta Freytag, que había llegado a la estancia para desempeñarse como institutriz”, continúa el relato de la historiadora barilochenses. No obstante, en su caso también las expectativas debieron frustrarse porque “al poco tiempo, Berta decidió abandonar su trabajo y trasladarse a un centro urbano en busca de nuevos horizontes”.

“Instalada en San Julián, y ante la imposibilidad de juntar el dinero necesario para comprar el pasaje de regreso a su Alemania natal, Berta ejerció la prostitución y fue reconocida por algunos como ‘la emperatriz de San Julián’. Según los relatos, el comisario del pueblo, que tenía una doble vida, pero no estaba dispuesto a compartir a su amante, la asesinó de dos disparos años después”.

Existe una aproximación a la vida de Berta Freytag en formato audiovisual. Se rodó a instancias de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y forma parte de la serie “Patagónicas”. Puede verse en la página web del Consejo Interuniversitario Nacional (www.mundoedu.ar). En su transcurso, un grupo de teatro explora sobre las motivaciones que hicieron que Berta persiguiera un destino esquivo tan lejos de Kiel. La personifica la actriz barilochense Flavia Montello. Al menos, quizá se esté haciendo un poco de justicia con su memoria.

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