NO SE PREOCUPEN, ES SOLO FICCIÓN

| 28/03/2023

“Hay que matar a los corruptos”

“Hay que matar a los corruptos”
Suárez en la Biblio Sarmiento. Foto: Verónica Moyano.
Suárez en la Biblio Sarmiento. Foto: Verónica Moyano.

En la “Deuda interna. Memoria de un asesino”, el personaje llega a esa conclusión y pone manos a la obra. Es la primera novela de Sergio Suárez, doctor en Física que a sus 60 años, da rienda suelta a una de sus pasiones.

No solo es la primera, también suena muy inquietante. A sus 60 años, el doctor en Física Sergio Suárez publicó “Deuda interna. Memoria de un asesino” (Espacio Hudson – 2022), un policial que no tiene detectives y que gira en torno a una trama como mínimo, truculenta. El autor participó de la reciente Feria de Autores Barilochenses que ideó la Biblioteca Sarmiento para celebrar su 95° aniversario y ahí, en la sala de lectura, conversó con El Cordillerano.

“Si uno lee el título, puede pensar que hay un asesino y algún policía tipo Columbo, pero no tiene nada que ver con eso”, atajó el escritor desde el vamos. “Acá hay un tipo muy inteligente, muy capaz, que se da cuenta que la Justicia no es la misma para un rubiecito bonito, educado y de ojos claros, que para un morochito grueso”, ironizó. “Ante el mismo delito, a uno lo llevan y lo matan a palos y al otro le dicen: no pasó nada, pibe. La próxima, no lo hagas… Las diferencias sociales marcan y definen la justicia que se aplica”, sentenció Suárez.

Ante la constatación, “este tipo se rebela y piensa qué hay que hacer para que la gente se dé cuenta del poder que tiene, porque el poder lo tiene la gente. Se enoja y piensa en atacar al pueblo” para inducir una reacción. “Literalmente, piensa que hay que matar a los corruptos y se pregunta: ¿cómo hago? ¿Cómo se hace para eliminar a los corruptos de una sociedad? Para él, las soluciones románticas son una utopía y cree que hay que atacar a los corruptos y matarlos. Se tiene que saber que el corrupto, no tiene vida, pero: ¿quién lo hace?”.

El interrogante es válido porque “si yo salgo a propagar esta idea, mínimamente me meten en cana. Entonces, (el personaje) empieza a practicar: ataca al pueblo donde más le duele, es decir, en la vida, porque mientras tenga un poco de plata y diversión, está contento. El pan y circo sirve desde los romanos hasta ahora, entonces, empieza a diseñar un plan para especializarse y transformarse en un asesino profesional. Empieza a estudiar cómo tiene que hacer para matar gente”, compartió Suárez.

La meta tiene sus intríngulis. “Se mira al espejo y dice: soy un boludo, si mato a alguien, a los dos minutos voy preso, porque no soy un profesional… Entonces, piensa en estudiar y practicar. Para eso precisa matar gente, a la más fácil. Hace una lista en la que aparecen algunos jueces, políticos, policías, muchísimos abogados, unos cuantos contadores, es decir, todos los que están metidos en la corrupción, pero sabe que, si mata a un político importante, enseguida lo van a agarrar. Entonces, decide probarse matando gente que resulte fácil”.

Perturbadora es poco. “Como es más fácil matar una hormiga que un león de África, este empezó con las hormigas: gente que vivía sola, abandonada, que nadie iba a extrañar. Claro, le pasan cosas muy feas, porque el tipo no es un asesino, pero quiere aprender a matar”. En definitiva, “la novela relata las cosas que le pasan cuando mata, porque después, cuando lo hace, se siente horrible, aunque piensa que tiene que avanzar, que ser un profesional”.

Suárez tomó varios recaudos para acometer “Deuda interna”, porque “a lo largo del libro, nunca se sabe quién es (el criminal), porque no hay datos. Ni el nombre se sabe, aunque se lea todo el libro. Para escribirlo, leí sobre psicología de asesinos seriales en varios libros y estudié. Este está loco, es un enfermo, pero no tanto, porque es consciente de lo que quiere hacer: generar muertes en la población de menores recursos para que se harte y se levante”, insistió.

Si bien el ámbito natural de Suárez son las ciencias llamadas duras, las letras siempre estuvieron ahí. “Siempre escribí, desde muy, muy chico. Tengo un hermano tres años mayor, entonces, cuando él empezó la escuela, casi que yo también aunque en casa. Empecé a escribir a los 3 o 4 años, copiando lo que hacía”. Años después, “quería estudiar Literatura, Ciencias o Economía, cosas que aparentemente no tienen nada que ver y bueno, mi vida transcurrió leyendo los mejores autores de literatura, más allá de que soy doctor en Física”.

Como consecuencia de esa profesión, “viajé por varios países como científico, tuve la suerte de estar un tiempo en Alemania y también estudié un poco de Economía porque me gusta. Cuando me tocó estar en esos inviernos de 25 grados bajo cero, escribía cuentos. Esas noches eternas son ideales para escribir, no sólo para leer o aprender idiomas”, comentó. “Entonces, la literatura estuvo siempre”.

Más recientemente, “pasaron algunas cosas en mi vida que intensificaron esa pasión. La pandemia me agarró publicando como loco artículos científicos, pero me aburrí, participé de concursos literarios con cuentos cortitos y me fue muy bien. A partir de ahí, apareció la idea y el contacto con gente que me decía por qué no publicaba. Tenía ya tres novelas terminadas”, compartió Suárez.

Una de ellas entró finalmente a imprenta. “Me puse en contacto con Cristian Aliaga, de Hudson, y con Editorial La Grieta. Al final, me quedé con Cristian. En algún momento me hizo sugerencias y bueno, salió el libro. No debería contarte, pero el asesino queda vivo, así que habrá segunda parte y cada domingo, me pongo a seguir, más allá de otras cosas que estoy escribiendo”, señaló. Pareciera que la “Deuda interna” está sin saldarse todavía.

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