LA PARTIDA QUE LIDERABA GUILLERMO COX NO CONSIGUIÓ AUTORIZACIÓN

| 16/03/2023

Hace 160 años, se frustró intento chileno de llegar al Atlántico por el interior patagónico

Hace 160 años, se frustró intento chileno de llegar al Atlántico por el interior patagónico
El paso que usaban los mapuches en el siglo XIX y que tuvo que utilizar Cox. Mucho tiempo después, salvó a Neruda.
El paso que usaban los mapuches en el siglo XIX y que tuvo que utilizar Cox. Mucho tiempo después, salvó a Neruda.

Habíamos visto cómo la expedición naufragó en el Limay el 7 de enero de 1863 y de qué manera se las arregló para sobrevivir. El 16 de marzo de 1863 se desmoronó su intención de arribar a Carmen de Patagones.

160 años atrás, se terminaron de frustrar los planes de Guillermo Cox de arribar a Carmen de Patagones desde la cordillera. El médico chileno de progenitores galeses había partido de Puerto Montt el 7 de diciembre de 1862, con el ánimo de unir el Pacífico con el Atlántico por vía fluvial. Como ya consignara El Cordillerano al cumplirse ese aniversario, la expedición trasandina atravesó las montañas por el actual paso Vicente Pérez Rosales y arribó al emplazamiento presente de puerto Blest. Obviamente, navegó frente al lugar donde mucho tiempo después crecería Bariloche y exactamente un mes más tarde, el 7 de enero, la embarcación con que pretendía doblegar las bravías aguas del Limay, se hizo añicos. Aunque hay que considerar las sinuosidades del río, el naufragio se produjo a unos 75 kilómetros del Nahuel Huapi, según cálculos del frustrado navegante. ¿Qué pasó entre el forzado chapuzón y la jornada decisiva del 16 de marzo de 1863?

Al día siguiente de que su chalupa quedara inservible, el contingente trasandino fue detectado por jinetes mapuches, que tenían como lonco a Paillacan, padre del célebre Foyel. Palabras más, palabras menos, el irascible anfitrión manifestó a Cox si no sabía que merecía la muerte por utilizar un paso que estaba en desuso por entonces, sin avisar y con la intención de pasar desapercibido, hecho que evidenciaba su mala fe. En aquellos tiempos, cuando alguien se introducía en un territorio ajeno, se acostumbraba a hacer señales de humo y anticipar la llegada mediante chasques o mensajes. La partida chilena no había respetado ningún detalle de ese protocolo, de ahí el enojo de Paillacan.

El asunto se zanjó de la siguiente manera: con guía y algunos de sus hombres, Cox debía viajar a Valdivia, mientras otros quedaban de rehén en las tolderías, sitas no muy lejos del Limay. Luego, debía regresar con ciertas mercaderías que el lonco exigió para devolver la libertad de los cautivos y para que la afrenta quedara saldada. Así se hizo: el viajero se dirigió hacia al oeste, pero antes, atravesó varias tolderías, entre ellas, las del lonco Huincahual, padre de Inacayal, quien, por entonces, estaba de cacería en “las pampas del sur”. Llegó a Valdivia, se aprovisionó y emprendió el retorno en dirección al este cordillerano, para cruzarlo por el mismo sitio que, mucho tiempo más tarde, haría célebre Pablo Neruda, al escapar de una persecución en su país. Muy cerca de San Martín de los Andes.

Cox volvió, no porque estuviera particularmente preocupado por la suerte de sus peones, sino porque todavía abrigaba el propósito de llegar a Patagónica -así se denominaba por entonces a Carmen de Patagones entre los mapuches-, aunque fuera por vía terrestre, es decir, por la actual Línea Sur rionegrina. A su retorno conoció a Inacayal, quien inicialmente se mostró partidario del proyecto a cambio de que el chileno funcionara como su secretario, tanto para leer la correspondencia que mantenía con las autoridades argentinas, como para escribir nuevas misivas.

Por entonces, Inacayal tenía su hogar a orillas el Caleufu, un río de recorrido relativamente corto que nace de los lagos Meliquina y Filo Hua Hum, para desembocar en el Collón Cura. La descripción que dejó Cox de cómo transcurría la vida en esas tolderías que él consideró “pehuenches”, es de importantísimo valor para quienes se interesen por el pasado regional, antes de que se perpetrara la Campaña al Desierto.

Pero no todos los loncos del área vieron con buenos ojos la presencia de los intrusos. De hecho, Paillacan -pariente de Huincahual e Inacayal- lamentó no haberlo ultimado en ocasión de su primera presencia. El pretendido viaje a Carmen de Patagones se estiraba y un buen día, Inacayal y otro lonco invitaron a Cox a participar de una cacería, que se desarrolló en la Pampa de Alicura, gran paraje que hoy atraviesa la Ruta Nacional 237. El contingente se desplazó 75 kilómetros al este de las tolderías, para hacerse de una gran cantidad de guanacos y choiques.

Con alguna ingenuidad, el chileno supuso que esa expedición se realizaba en su honor. En realidad, fue una estratagema para sacarlo del Caleufu para que no presenciara el gran parlamento o trawün que se desarrolló en su ausencia. Durante esas deliberaciones, el conjunto de loncos contrarió la decisión original de Inacayal y decidió la expulsión de todo intruso.

El dueño de casa dio a conocer esa determinación a su “secretario” en la mañana de 16 de marzo de 1863, exactamente 160 años atrás. Es más, le informó que algunos de los loncos se aproximaban al lugar con sus guerreros, para hacer expedita la decisión. Sin demasiado tiempo para despedidas y protocolos, Cox y su grupo partieron rápidamente, una vez más, en dirección a Valdivia. Los secretos de la estepa, que por entonces solo conocían mapuches y tehuelches, quedaron a buen resguardo durante unos años más.

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