16/05/2022

El caso de la activista saharui Sultana Khaya es estremecedor

El caso de la activista saharui Sultana Khaya es estremecedor

Las fuerzas de seguridad marroquíes ingresaron a su hogar, ataron a su esposo y su hermana, torturaron a tres activistas que estaban de visita, y le robaron el celular y la computadora. Dos días después enmascarados irrumpieron de nuevo y cortaron internet. En otras oportunidades agentes de civil agredieron sexualmente a su madre de 80 años y violaron a su hermana. A Sultana en dos oportunidades, impunemente. En estas incursiones destruyeron cuanto pudieron y desparramaron sustancias toxicas. Todo esto sucedió entre mayo y noviembre de 2021. Desde entonces ella y su familia esta con arresto domiciliario sin que sepan el motivo de su detención. No pueden recibir visitas.

El territorio sahauri fue ocupado por España en 1884 llamándolo Sahara Español, una sus tantas colonias. En 1973 hubo intentos independentistas por parte del Frente Polisario. Un año después España prometió un referéndum y termino abandonando el territorio a su suerte. Unos 350.000 marroquíes se asentaron allí promovidos por el gobierno. En 1976 se proclama la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) logrando el reconocimiento de más 80 países e ingresando a la Unión Africana. Marruecos no los reconoce y se inician 16 años de guerrillas.  En 1991 la ONU logra una tregua para que se realice el esperado referéndum, pero al poco tiempo Marruecos rompió el acuerdo hostigando a los bereberes. Hoy hay alrededor de 150.000 refugiados en condiciones precarias en Argelia. Estados Unidos durante el gobierno de Trump cambio su posición histórica apoyando a Marruecos, arrastrando a España y gran parte de Europa en esta política.

Sultana Khaya preside la Liga de Defensa de los Derechos Humanos y contra el Saqueo de Recursos Naturales, pertenece a Instancia Saharaui contra la Ocupación Marroquí (ISACOM). A su casa le han cortado la electricidad y apenas tiene agua. Los paramilitares impiden que reciban ayuda del exterior. Solo su padre de 84 años puede salir en búsqueda de comida. Viven aterrorizados. De noche golpean ventanas y puertas para perturbarles el sueño. Ingresan en cualquier momento para revolver sus pocas pertenencias. Como los perpetradores saben que a los 27 años, en una manifestación, los golpes de la policía le hicieron perder su ojo derecho, en cuanto pueden le pegan en el izquierdo. En una ocasión le inocularon un líquido en el muslo derecho que le provocó vomitas y mareos. Ella insiste en poner la bandera saharaui sobre el techo, pero al rato aparece alguna grúa desde el exterior para sacarla. Se las arregla para seguir comunicada, pero una y otra vez bloquean los nuevos números de sus celulares. Juristas internacionales presentaron una petición al Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU denunciando la situación. También hicieron un Llamamiento Urgente a los Relatores Especiales de la ONU sobre Tortura, Defensores de Derechos Humanos y Violencia contra las Mujeres. No hubo respuestas significativas.

Así es la vida de esta mujer de 41 años que no se rinde, que sigue ondeando su bandera. “La resistencia es continua y sé que se cansarán ellos antes que nosotras”, sostiene.

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