27/08/2021

El desafío de ascender el volcán Lanín y la mística que rodea esta aventura

El desafío de ascender el volcán Lanín y la mística que rodea esta aventura
Foto: Alquimia Expediciones.
Foto: Alquimia Expediciones.

Se trata de una expedición que requiere obligatoriamente el acompañamiento de un guía de montaña. El volcán Lanín tiene 3.776 metros de altura, y dicho por todos aquellos que lograron hacer cumbre, es un antes y un después en tu vida.

Los guías de montaña para llevarte hasta arriba exigen un buen estado físico o entrenamiento como para cargar una mochila de unos 15 kilogramos durante dos jornadas y trekking de hasta 13 horas en un día.

No hace falta tener conocimiento de montañismo, ya que la experiencia la ponen los guías, en especial aquellos que suben al Lanín desde que comenzaron las escaladas organizadas para el turismo en la zona.

La expedición es de dificultad técnica baja o media, pero exigente desde el punto de vista físico, por lo que los expertos la recomiendan sólo para gente con buen estado físico o entrenamiento específico para este tipo de actividades.

El Lanín domina todo el parque nacional que lleva su nombre, en el sudoeste de Neuquén, límite con Chile, y desde cualquier punto de esta reserva se puede ver su típica forma cónica.

La experiencia comienza en la tarde previa al día de la partida, con la charla a cargo de los guías y el chequeo del equipamiento, y sigue a la mañana, cuando se recorren las rutas 23 y 60 hasta el paso Tromen, donde se hace el rápido trámite de registro en la oficina de Parques Nacionales, que habilita la escalada.

La adrenalina comienza a fluir cuando se sale del bosque de ñires y lengas y se enfrenta desde su base la imponencia del Lanín para subir por su ladera norte.

El trekking es lento, con descansos de 15 minutos cada hora y culmina al llegar a los domos del refugio, a 2.300 metros de altura, después de casi cinco horas. El primer día se cena y se va a dormir temprano para poder levantarse entre las 2 ó 3 de la mañana y retomar la caminata rumbo a la cima, aún de noche.

A partir de los 2.600 metros hay hielo y es necesario calzarse los grampones, en tanto se pueden registrar nevadas más arriba según el clima del día, que suele ser cambiante en la altura.

La última jornada, los tramos a caminar son más extensos y se comienza en la oscuridad, pero al llegar a los 3.000 metros encandila a los aventureros el amanecer.

Se comienza a sentir la amplitud térmica y la marcha debe ser sostenida para llegar a la cima a al mediodía. Una vez en la cima, desde allí se puede observar, en una panorámica de 360 grados, el paisaje cordillerano y la Patagonia que se extiende infinita a ambos lados de la frontera.

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