ERNA WALLISCH NO FUE LA ÚNICA

| 22/11/2020

Ilse Koch, también “bruja”, pero en el campo de concentración de Buchenwald

Adrián Moyano
Ilse Koch, también “bruja”, pero en el campo de concentración de Buchenwald

De actuación especialmente macabra, fue condenada a prisión perpetua y, finalmente, se suicidó. Inspiró una película y un libro. Afortunadamente, a nadie se le ocurrió ubicarla en jurisdicción barilochense.

Además de Erna Wallisch, quien quedó en la historia con el mote de “la bruja de Hitler”, hubo otras mujeres nazis que recibieron calificativos semejantes, entre ellas, Ilse Koch, a quien se conoció como “la bruja de Buchenwald” por las características de su desempeño en ese campo de concentración. El recinto fue uno de los mayores que funcionara en territorio alemán, a pocos minutos de la hermosa ciudad de Weimar.

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Integrante del nazismo, Margarete Ilse Köhle –su nombre original- se casó con Karl Koch, mano derecha del jefe de las SS, Heinrich Himmler. Después de su paso por Sachsenhausen, un campo de concentración que se abocó a confinar y eliminar opositores políticos, Koch fue destinado en 1939 a Buchenwald, el primero y más grande de la jurisdicción alemana. Allí se comenzó a experimentar médicamente con los prisioneros e Ilse empezó a ganarse su fama de sádica.

En 1945, cuando las tropas de la Unión Soviética ganaban kilómetros a pasos agigantados, huyó en dirección a las fuerzas estadounidenses. Dos años después, se la capturó, encarceló y tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados durante los Juicios de Dachau, similares a los de Núremberg. El viernes (20 de noviembre) se cumplió el 75 aniversario del comienzo de los segundos, los más célebres.

Si bien la acusación pidió su ejecución, recibió una condena a cadena perpetua con trabajos forzados. Pero su reclusión apenas duró unos años porque en 1951, autoridades estadounidenses ordenaron su liberación ante la supuesta falta de pruebas. Sin embargo, de inmediato fue nuevamente arrestada, juzgada y condenada a cadena perpetua por otros cargos. La acusación más tenebrosa –asesinar prisioneros para confeccionar objetos con su piel- fue desestimada.

El fiscal la describió así: “Fue uno de los elementos más sádicos del grupo de delincuentes nazis. Si en el mundo se oyó un grito, fue el de los inocentes torturados que murieron en sus manos”. Se estima que por Buchenwald pasaron unas 250 mil personas, de las cuales dejaron de existir 56 mil. Las víctimas judías se redujeron a 11 mil. Es que, en principio, se trató de un destino para prisioneros políticos del nazismo, tan alemanes como cualquier militante del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

En 1967, desde la prisión de mujeres de Aichach, escribió a su hijo una carta donde no manifestaba remordimientos ni la menor pena por los crímenes que había cometido. A los 60 años, Ilse Koch ató varias sábanas, las sujetó de la lámpara que colgaba encima de su cama y se ahorcó. En su última carta escribió: “No hay otra salida para mí, la muerte es la única liberación”. Su actuación inspiró al menos una película y un libro, pero todavía a nadie se le ocurrió ubicarla en Bariloche.

Adrián Moyano

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