EL RECUERDO DE ALEM, YRIGOYEN Y PERÓN

| 07/07/2020

Nemirovsci:“A pesar de militar desde muy joven, recién hace unos años comprendí la dinámica del peronismo”

Christian Masello
Nemirovsci:“A pesar de militar desde muy joven,  recién hace unos años comprendí la dinámica del peronismo”

En esta recorrida por la vida de tres de los líderes políticos más representativos de nuestro país, Osvaldo Nemirovsci, diputado con mandato cumplido, nos hace un repaso de la historia del peronismo y cuenta lo que representa para él como movimiento.

El Cordillerano: – Usted nació en 1950
Osvaldo Nemirovsci: – Así es. Cuando murió Perón tenía veinticuatro años.

E. C.: – En su infancia, ¿Perón qué significaba?
O. N.: – Tengo un recuerdo muy borroso de los cuatro o cinco años. Vivía a una cuadra de las vías, en Buenos Aires, y pasó en un tren que tiraba regalos: pelotas, muñecas… Mi papá tenía más bien tendencias liberales, no era peronista.

E. C.: – ¿Cómo se produjo su acercamiento a la política activa?
O. N.: – Estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires, y me acerqué a algunas asambleas, era la época de la dictadura de Onganía. Un día, a los diecinueve años, me subí a un banco y empecé a hablar… Comencé a apreciar el tema del peronismo como un factor relacionado con la identidad de los trabajadores, de los más desposeídos, de los humildes, y cuestioné algunos conceptos que tenía, porque mi formación cultural, tanto en la Facultad como por parte de mi familia, era muy antiperonista. A partir de datos concretos, hice una revisión y me acerqué al peronismo.

E. C.: – A la Juventud Universitaria Peronista (JUP).
O. N.: – Sí, fui dirigente… Creo que hasta ahora no hubo otro presidente del centro de Estudiantes de Derecho peronista.

E. C.: – Estaba ligado a la izquierda, ¿cómo entendía en esos convulsionados setenta que, dentro del peronismo, convergieran ideas extremas?
O. N.: – Yo militaba en la JUP, que tenía que ver con la Tendencia, el sector más de izquierda, pero debo confesar que recién hace unos años comprendí la dinámica del peronismo y la posibilidad de que permanezcan en su seno sectores con tantas diferencias. En esa época, lo que hacíamos, de alguna manera, era sufrir, porque permanentemente teníamos enfrentamientos violentos con lo que considerábamos la derecha, la burocracia sindical, los fachos del peronismo. Y ellos nos llamaban “los zurdos”. En definitiva, con el tiempo entendí que son corrientes de un mismo movimiento… No sé si está bien o mal, es la realidad. En ningún otro lado del mundo existen formaciones políticas que reconozcan tanta amplitud de criterios.

E. C.: – Pero entonces ahora entiende lo que pasa con el partido…
O. N.: – Sí, lo comprendo plenamente. Hoy estoy en una revisión absoluta de mucho de lo que decía en esa época, de descalificaciones que hacía… Me pasa, por ejemplo, con Augusto Timoteo Vandor, un dirigente metalúrgico al que se acusaba de traidor, pero ahora me planteo lo que significó en la historia del movimiento obrero, y la valía que podía tener para los trabajadores, y fue asesinado en 1969... Lo mismo me sucede con la Confederación General del Trabajo (CGT), con la que teníamos fuertes enfrentamientos… Éramos jóvenes, y la verdad es que nuestra comprensión del mundo tenía alguna limitación etaria. Con los años entendí esta dinámica del peronismo, y la asumo en su integralidad; no me puedo quedar solo con lo bueno. Hay compañeros que dicen “el menemismo no es peronista”, pero sí, nos guste o no… e Isabel también lo fue; y nosotros lo somos. Existe una tirantez que se vincula con las tensiones que hay en la sociedad, una suerte de lucha de clase, de intereses, que también se refleja en el partido. No está mal que el peronismo posea distintas miradas, lo que no es bueno es que una de ellas pretenda dirigir todo, en una suerte de pensamiento único.

E. C.: – ¿Ahora ocurre eso?
O. N.: – No. Existen posiciones dominantes y más hegemónicas, pero hay variables de interpretación del peronismo que se desenvuelven con comodidad. Es más, nuestro gobierno es de coalición, fuera y dentro del peronismo.

E. C.: – ¿Se podría decir que hubo varios “Perones”: el militar, el que se acercó a los sindicatos, el del 17 de octubre, el de la primera presidencia, el de la segunda, el del regreso?
O. N.: – Yo hablaría de un Perón integral: militar cuando tuvo que serlo; en función de los sindicatos cuando debió estarlo; institucional al ser presidente; con otro manejo de criterios en el exilio, volcándose a veces a la izquierda y en ocasiones a la derecha, en un juego pendular que permitía conducir un movimiento tan heterogéneo… Creo que hubo solo un Perón que adoptó distintas modalidades. Hay una foto del golpe de Estado de José Félix Uriburu, en 1930, donde aparece Perón al lado suyo, en un auto, y lo ponen como golpista… Ese Perón tenía veintipico de años. El del 4 de junio de 1943, con el golpe que termina con la década infame, es otro, y el de 1945, después de asistir a esa marcha multitudinaria del 17 de octubre y su vinculación con miles de personas, obviamente es uno diferente. En el gobierno es distinto y en el exilio también. Me parece que hay que entenderlo de esa manera.

E. C.: – ¿Qué papel cumplieron Eva e Isabel en lo relacionado con el poder?
O. N.: – Lo de Isabel como parte del peronismo es algo que me excede… Cuando Perón murió, yo prácticamente le desconocía su carácter de peronista, y la verdad es que se trataba de una pavada, porque si él la puso de vicepresidenta significaba que confiaba en su peronismo, y los equivocados éramos nosotros. El rol de Eva fue absolutamente distinto, una suerte de llamarada transformadora en la Argentina; primero, porque no había una práctica, como hubo veinte años después con Isabel, de participación de las mujeres. Que un coronel de la Nación se casara con una actriz era un tema molesto para las pacatas clases altas argentinas. Perón tuvo que lidiar en el casino de oficiales con las bromas que le hacían por ese matrimonio. Fue una ruptura importante en la modalidad cultural de la elite política argentina. No olvidemos que Eva murió a los treinta y tres años, o sea que toda su vida pública se desenvolvió en seis años, y no contaba con ningún cargo, no poseía una ubicación de gestión en el gobierno, tenía lo que Max Weber (filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán que vivió entre 1864 y 1920) llamó liderazgo carismático, por eso su permanencia en la memoria popular. Hoy ya es un símbolo, más que del peronismo, de la Argentina.

E. C.: – Usted fue perseguido desde antes del golpe de 1976, ¿verdad?
O. N.: – Sí, en 1975 fui perseguido por las tres A: hubo un atentado en la casa donde había vivido y estuve brevemente detenido, pero, por supuesto, lo que pasó después, en la dictadura, fue mucho peor…

E. C.: – ¿En ese momento tomó la decisión de venir a Bariloche?
O. N.: – Sí, el exilio interno. No tenía posibilidad de irme del país, carecía de documentos y de plata. Las balas en Capital Federal picaban muy cerca, y en junio de 1976 vine a Bariloche.

E. C.: – ¿Cómo pasó esa primera etapa aquí?
O. N.: – Durante cuatro o cinco años viví en una semiclandestinidad, hacía mi vida, no me relacionaba, trataba de pasar desapercibido…


Impresionante imagen de la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945.

E. C.: – ¿Cómo vivió ese breve tiempo anterior a la llegada de la dictadura, al ser perseguido por un grupo que se originó dentro del propio partido? ¿Y qué piensa de eso que dicen muchos, acerca de que Perón estuvo en la logística de la creación de la Triple A?
O. N.: – Las Tres A había debutado con un atentado contra Hipólito Solari Yrigoyen (en ese momento, senador por la UCR, que resultó herido pero permaneció vivo), y, hasta la muerte de Perón, produjeron doscientos muertos, y después, hasta 1976, llegaron a dos mil. Creo que él frenaba su accionar criminal. Yo veía a esa agrupación como el enemigo, el adversario, asesinos que estaban solamente para matar a la gente que ellos denominaban “la izquierda del peronismo”. Hay otros sectores que por ahí la historia confunde con las Tres A, como pueden ser personas del movimiento obrero, a las que en esa época les asignábamos la misma calidad criminal que, obviamente, no tenían.

E. C.: – ¿No cree, entonces, que Perón estuvo tras la Triple A?
O. N.: – No, en absoluto. Del raid criminal de las Tres A hasta el golpe, solo el diez por ciento fue antes de la muerte de Perón, o sea que él era un dique de contención que mantenía a raya esa salvajada.

E. C.: – Tras la vuelta de la democracia, ¿ha encontrado a alguien que sea similar, aunque no equiparable, desde ya, a lo que fue Perón para el peronismo y la Argentina?
O. N.: – Similitud en lo que refiere a una cuestión institucional, de gestión positiva para el país, Néstor Kirchner.

E. C.: – Y en cuanto a lo popular, más allá de que estuviera en otro partido político, ¿se puede decir que Alfonsín en cierto momento se le acercó?
O. N.: – Sí, por supuesto; en 1983 y 1984, a nivel de popularidad, Alfonsín era Gardel, Le Pera, y los guitarristas.

E. C.: – ¿Qué opinión tiene de Alem?
O. N.: – En general, no tengo simpatía por los suicidas, no me caen bien. Ni Alem, ni Leopoldo Lugones, ni Lisandro de la Torre, ni los que tomaban la pastilla de cianuro en los setenta… Pero hay que reconocer que Alem fue el portavoz de lo que era en esa época el arrabal bonaerense; hijo de un caudillo rosista, había heredado la cosa más popular, y fue el creador de un partido con esa característica, así que entra en la historia con buena categoría.

E. C.: – ¿Y qué piensa de Yrigoyen?
O. N.: – Fue el primer presidente elegido con el voto de todos… aunque en realidad no de todos, porque todavía no votaban las mujeres, pero fue un sufragio más extendido, democratizado. Aparte, más allá de algunas cuestiones que se pueden criticar de su gobierno, como la Patagonia Trágica (la represión que recibió la lucha de los trabajadores anarcosindicalistas en Santa Cruz, entre 1920 y 1921), sus dos mandatos fueron populares. Durante su gestión se encontró petróleo, se fundó YPF, hubo actitudes emancipadoras y soberanistas, así que lo suyo es para reivindicar, desde ya.

 

Christian Masello

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