QUIZÁ SEA EL TOPÓNIMO EN ESPAÑOL MÁS ANTIGUO DE LA ZONA

| 03/08/2019

Catedral, el más famoso de los cerros

Adrián Moyano
Catedral, el más famoso de los cerros

Su nombre se debe al sacerdote español Francisco Menéndez, quien viajó por la zona desde Chiloé a partir de 1791, en cuatro oportunidades. Gracias a una rectificación del alemán-chileno Francisco Fonck, la denominación no se modificó y llegó a nuestros días. Invoca las elevaciones de una gran iglesia gótica.

En los últimos días, fue uno de los epicentros de la Fiesta Nacional de la Nieve. Sobre sus laderas nevadas se desarrollaron prácticas entrañables que recordaron los orígenes del esquí en estas latitudes y en su base, se innovó con una propuesta extraña, inclusive para algunos de sus protagonistas. Un ex funcionario municipal supo considerarlo como “el salario de Bariloche”, al querer parafrasear al trasandino Salvador Allende, pero más allá de las diferentes perspectivas, nadie puede negar que el cerro Catedral es componente sustantivo de la identidad barilochense.

En efecto, antes que al impactante azul del Nahuel Huapi, el viajero que se aproxima desde el noreste alcanza a divisar -si su mirada es atenta- las agujas pétreas que dan su nombre al cerro Catedral. Su designación reconoce muy larga data, ya que tiene origen a fines del siglo XVIII, cuando todavía la Argentina no existía y casi nadie en Buenos Aires soñaba con aventurarse hasta aquí.

El cerro alcanza 2.388 metros sobre el nivel del mar y se ubica al oeste del lago Gutiérrez. Según afirmaba Juan Martín Biedma en su “Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi”, fue el sacerdote Menéndez quien en su primer viaje por la zona (febrero de 1791), “divisó un cerro a la izquierda de un abra que Fonck identifica con el brazo oriental del lago Mascardi”. El religioso escribió “cerro con mogotones que parecen torres de Catedral”. La palabra en cuestión (mogotón) cayó en desuso y hoy no figura en los diccionarios, salvo para señalar a un cerro que está en la frontera de Nicaragua.

Pero vayamos a la fuente de la fuente. Para la jornada del 27 de febrero, anotó el religioso español: “Por la mañana seguimos al este y a corta distancia encontramos un cerro redondo a cuya falda se hallan unos prados, y desde el más alto descubrimos dos lagunas al este, y otra al sur. Esta tendrá cuatro cuadras y las otras son más pequeñas. A la izquierda de la abra del este se ven sobre un cerro unos mogotones que parecen torres de una Catedral.

También se divisa una pampa muy dilatada después de un cerro sin árboles y el pie un hoyo que presumo será derrumbo”.

Monte Pilato

Francisco Fonck, comentarista y editor de la obra de Menéndez, anotó al pie: “la pampa dilatada que el autor divisa desde el cerro Redondo es, según parece, el valle Vuriloche de Steffen al pie del paso Barros Arana; el ‘cerro sin árboles’ será tal vez el mismo yugo de este paso, que es pelado en la cima, o el último contrafuerte del Tronador que se junta con él y a cuyo pie se halla ‘el hoyo que presumo ser derrumbo’, es decir, el ventisquero que desciende de aquel macizo. Este ventisquero análogo al ventisquero del río Frío, por conducir ambos las nieves de la pendiente oriental del Tronador, ocupa una posición bien determinada que sirve de punto fijo para orientarnos”.

Añadió el alemán – chileno, quien navegó el lago Nahuel Huapi en 1856 que “la abra del este es casi sin duda la depresión del brazo oriental del lago Mascardi y su continuación hacia el lago Nahuelhuapi (sic). La otra abra que principia a diseñarse desde aquí, la del sudeste, es probablemente la hondonada que encierra el brazo occidental del Mascardi y el valle Grande del Sur”. Durante su expedición, que sucedió a la de Menéndez 64 años después, Fonck le impuso al cerro el nombre de Monte Pilato, por su semejanza con uno de ese nombre que existe en Suiza. Pero, por entonces, no conocía la existencia de los diarios de viaje del religioso. Cuando tuvo chances de introducirse en los textos, admitió que debía prevalecer la sugerencia del español: cerro Catedral.

De todas maneras, advertía Biedma que “es muy difícil precisar si el Catedral de Menéndez coincide con el actual Catedral. Por lo pronto Fonck lo hace coincidir con un cerro que él bautizó Pilato y que no era otro más que el actual cerro López. Sin embargo en su mapa, Fonck ubica dentro del grupo del Monte Pilato, un Pico Catedral que podría coincidir con el actual cerro homónimo”, especulaba el investigador argentino.

Igualmente, “sea el actual continuación del monte bautizado por Menéndez o no, este topónimo es de antigua data y uno de los que mejor cuadran al accidente designado. Las innumerables agujas y torres que coronan su filo, evocan con propiedad el techo de una catedral gótica. En 1896 el Sr. C. Schiorbek de la comisión de límites, trepó el pico oeste del cerro”, puntualizaba el investigador. Por parte nuestra, añadamos que el nombre mapuche del cerro es “Küla ñaña”. La primera palabra quiere decir tres y la segunda, es una forma entre cariñosa y respetuosa de referirse a la mujer. Redescubrió esa denominación la machi Teresa Painequeo durante una ceremonia, hace ya unos 20 años.

Corazón del andinismo

La descripción que legó Juan Martín Biedma se entronca con la historia del andinismo. “La torre principal de este cerro, imponente mole pétrea de paredes lisas y verticales, que remata en dos torres monolíticas ofrecía tales dificultades para su escalamiento que recibió el apodo de Invencible. Cuatro tentativas hicieron Otto Meiling y F. Wechler para dominarla, la última el 16 y 17 de marzo de 1942 cuando llegaron a 6 metros de la cumbre. Para vencer el último tramo se necesitaría algún artificio ya que los ganchos rebotaban contra el granito”. Cabe recordar que la primera edición de la obra que comentamos, se publicó en 1967 a través de la Dirección de Parques Nacionales.

Más relatos de montañismo… “La primera ascensión de la torre principal la realizaron Pablo Fischer y Gustavo Kammerer el 10 de febrero de 1943. Ese verano Fischer realizó intentos para vencer esta torre que había resistido la tentativa de muchos expertos escaladores. En la tercera tentativa, acompañado por Pedro Struckelj llegaron hasta 7 metros debajo de la cumbre donde encontraron el último clavo de seguridad de Meiling. El último tramo era ‘un solo bloque de granito vidrioso y pulido, sin ninguna fisura, ni ninguna grieta para poner un clavo’. En la cuarta tentativa, esta vez acompañado por Kammerer llevan un ancla para tirarla encima de la cumbre con la vaga esperanza de que se enganche en la misma, en una fisura o entre algunas piedras sueltas y poder subir luego por la soga a la cual estaba atada”.

La cosa no fue nada fácil. “Fischer practicó la peligrosa tarea de tirar el ancla durante una hora y media. El ancla le pasaba al caer a 10 centímetros de la cabeza y el cuerpo. Desiste después de que el ancla al caer sobre su espalda le rompió la ropa como un cuchillo y lo lastimó, afortunadamente no mucho. En la quinta y definitiva tentativa, provistos de mechas apropiadas para perforar piedras y con clavos especiales para ubicarlos en los agujeros con ellas practicados, inician el ascenso. Siete horas necesita Fischer para colocar siete clavos. Así llega a dos metros de la cumbre. La roca algo inclinada le permite continuar sin colocar clavos. Con un salto, gana la cumbre. La torre estaba vencida. Llevan a la cumbre la libreta dejada por Meiling donde escriben sus nombres y la depositan junto con una bandera argentina debajo de unas piedras sueltas”.

Nombres célebres

El relato de Biedma se completa con otros párrafos, más allá de la conquista del pico principal. “De entre las agujas del Catedral la más conocida y esbelta aparte de la mencionada, es sin duda la que se encuentra sobre el filo entre la principal y el pico sur y que los andinistas conocen con el nombre de Campanile, nombre italiano que significa campanario”.

En este caso, “Meiling intentó un asalto desde el SE y llegó a superar más de la mitad de su altura. El 13 de febrero de 1952 Dinko Bertoncelj y Francisco Jerman la vencieron después de cuatro horas y media de lucha y la bautizaron Campanile Esloveno en homenaje a la nación de donde son oriundos”, anotaba el autor a fines de los 60. Su recuento finaliza a mediados del siglo XX, porque “el Club Andino Bariloche construyó el 7 de julio de 1946 un refugio para fomentar los deportes de invierno. Está situado en Villa Catedral frente a las canchas de esquí. Se construyó sobre un terreno cedido por Parques Nacionales quien también le otorgó una subvención de 15.000 pesos. El proyecto fue del arquitecto Herbert Reichart y la empresa constructora Lunde y Reichart. Posteriormente, otras instituciones imitaron la iniciativa de la institución decana del andinismo”, añadía Biedma.

Adrián Moyano

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