17/07/2019

El amor como política de Estado, o la muerte como forma de disciplinamiento social

En una capacitación de SEDRONAR en el año 2014, los directores de todo el país pudimos escuchar que el entonces secretario de Estado, el cura Juan Carlos Molina, terminó su exposición bramando “en nuestros dispositivos vamos a instaurar el amor como política de Estado”. El Programa PAIS (programa de inserción socio laboral), vaciado durante la pobre gestión actual al mando de Roberto Moro, era la culminación de ese proceso, dar un lugar de afecto, comunidad, capacitación y trabajo a los pibes y pibas de los barrios populares que se quedaron afuera del sistema.

En nuestro país es requisito mínimo indispensable para cualquier trabajo tener el secundario completo, uno de cada dos jóvenes de 20 años no lo tiene (ese porcentaje trepa al 70% en barrios populares), la mitad de nuestra fuerza laboral y social más importante arranca su vida sin el requisito mínimo, cuando ese joven sin secundario encima vive en un barrio popular muy probablemente sea etiquetado mínimamente como conflictivo, si además de eso no tiene una red familiar fuerte, y se hizo en la calle aprendiendo sus códigos y estéticas, es seguro que conseguirá apaleadas de la policía antes que estudio o trabajo. Como sociedad ignoramos cómodamente que hay un agujero negro social que absorbe vidas jóvenes, porque las cortará con gatillo fácil o violencia entre bandas o porque las encerrará en los penales, verdaderas universidades del delito y la desintegración social.

Ayer la ministra Bullrich anunció la creación de un Servicio Cívico Voluntario en Valores a cargo de la Gendarmería Nacional, es muy difícil dejar de plantearse algunas dudas muy oscuras.

¿Por qué el gobierno nacional vació al principio de su gestión, abandonando a los pibes y echando a los trabajadores, lo que ya estaba funcionando y con muy buenos resultados, y propone al final algo con el mismo objetivo?

¿Por qué durante 3 años no se invirtió un centavo en los jóvenes de los barrios populares más allá de en periodistas militantes de la discriminación y el abandono, que los estigmatizaron y culpabilizaron de todos los males sociales, y a pocos meses de terminar la gestión se dice que ahora si se va a hacer algo?

¿La Gendarmería les enseñará a los jóvenes a caranchear como lo hicieron en la Panamericana durante el gobierno anterior, o a golpear trabajadores, jubilados, docentes porque reclaman mejores condiciones, o les dirá como dijo la jefa actual que “el que quiere andar armado que ande armado”, o que está bien matar por la espalda?

¿Les enseñará el prodigio de “perder” a una persona en un operativo ilegal y encontrar su cuerpo mucho después aguas arriba del río, y como si esto fuera poco, haberla visto antes paseando en otras ciudades, inclusive del extranjero?

Si no les va a enseñar eso, ¿por qué se le encarga a una fuerza que eduque en valores que no ha demostrado tener en los últimos años?

Dicen que más del 50% de la población pide “mano dura para los pibes chorros”, esa es la frase de las peluquerías, taxis y los focus groups, entonces no importa si es injusto tratar con más violencia a los que fueron violentados, no importa que el método de la mano dura, y mucho más ejercido desde una institución tan cuestionada sea inservible, no importa que el presupuesto para los jóvenes debería ponerse en las áreas como educación, deporte, artes, y no en seguridad. Hay que tapar desesperadamente los números de la economía con otra agenda, y entonces si la señora que mira mucha tele pide mano dura inventemos una colimba 2.0 y se la entregamos a la fuerza de choque que en los últimos años se portó mejor con la ministra del tiro por la espalda.

El Estado debe invertir en serio en un lugar social para los pibes de los barrios, algunos creemos que es desde el afecto, la capacitación, la comunidad, la práctica laboral y el proyecto de vida.

Meterlos en un cuartel a gritarles y capacitarlos en violencia no parece la mejor idea, pero las elecciones se acercan y hay que ofrecerle un sacrificio a la bestia que alimentamos durante muchos años por los medios masivos, lo injusto, lo tremendamente injusto de este sacrificio para intentar ganar una elección es que siempre los que pierden son los pibes de los barrios.

Fernando Fernández Herrero
Docente
Coordinador Fundación San José Obrero
Ex director de SEDRONAR

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