EN DESIGN SUITES BARILOCHE

| 01/12/2018

Inauguró “Entre el aire y la tierra: agua”

Fernanda Ungar, Valeria Fiala, Patricia Sauter, Virgnia Zapana e Ingrid Roddick. Atrás, Constanza Rossini.   

Participan de la exposición conjunta Eduardo Dabul, Fernanda Ungar, Ingrid Roddick + Soledad Escudero, Sofía Mejía, Virginia Zapana, Constanza Rossini + Nicolás Silin y Patricia Sauter, con la organización de Valeria Fiala.

A través de sus obras, Eduardo Dabul, Fernanda Ungar, Ingrid Roddick en sociedad con Soledad Escudero, Sofía Mejía, Virginia Zapana, Constanza Rossini en conjunto con Nicolás Silin y Patricia Sauter, respondieron la convocatoria que formulara Valeria Fiala, para dar vida a “Entre el aire y la tierra: agua”, la muestra que se inauguró el jueves último en el hotel Design Suites Bariloche, con gran afluencia de público.

La curadora apuntó como motivación “evidenciar lo que es tan abundante y está tan presente pero, aunque conforma la mayor parte de nuestro todo, es inadvertido”. Afirmación que vale para la generalidad pero se torna relativa en ese espacio de exposiciones, a raíz de la vista espectacular que puede disfrutarse de cara al Nahuel Huapi. El título de la propuesta encontró fundamentos en la filosofía: “Platón explica que el agua es el elemento con mayor cantidad de lados porque fluye como si estuviese hecha de diminutas esferas y Aristóteles dice que ocupa el espacio entre el aire y la tierra”, reza el texto que elaboró Fiala.

Es certera su última línea: “escurridiza, polifacética, indispensable, purificadora, transparente, cíclica y vital. ¡Muchas miradas, muchos conceptos y muchas aguas!”. En esta ocasión, siete, para ser precisos. La que recibe al visitante lleva como título “Celebración de la pureza”, obra de la dupla Rossini – Silin: un gran cuenco de cerámica que contiene precisamente agua. Sobre su superficie pende un tubito diminuto, similar a una aguja, por donde precipita una gota que navega por el resto del agua, sin perder sus contornos. Sus creadores explican: “una lámina nanométrica de aire queda atrapada permitiendo a la gota permanecer separada del resto del agua por un momento. Ante cualquier imperfección, polvo, aceite, o movimiento en la superficie, la magia se detendría”. Pero no, no se detiene. Aunque su movimiento depende del mantenimiento de la pureza.

A pasos de tan llamativa celebración, comienza la serie que aportó Dabul. Si bien la mayoría de sus trabajos refieren a las actividades náuticas que se desarrollan en el Río de la Plata, la pintura más cercana al ingreso lleva como título “Río Chimehuin” y reproduce con palpitante colorido una escena de pesca con mosca. A la hora de compartir con la asistencia las características de cada trabajo, Fiala dirá que, si bien Dabul reside en Buenos Aires, pasa gran parte de su tiempo en Bariloche. Su participación en la muestra es significativa: aportó ocho obras pictóricas, a las que “embaló con mucho amor”, resaltó la curadora.

La fotografía, presente 

Siempre desde afuera hacia adentro de la sala, llamarán la atención los aportes de Sofía Mejía, joven fotógrafa que, al igual que el artista de Buenos Aires, no pudo acompañar la inauguración. En su caso, se desempeña como instructora de esquí y ya partió hacia Canadá para aprovechar el invierno boreal. Hay diferencias entre sus trabajos: el primero es una vista desde arriba de un bote de pescadores artesanales, pertenecientes a una geografía probablemente distante. Los otros dos son claramente patagónicos: una nevada que envuelve de misterio a un bosque de cipreses y un río verde que transcurre por contornos cordilleranos. En definitiva, el agua en otras de sus diferentes manifestaciones.

Sobre el corredor que vincula la conserjería del establecimiento con la zona del bar, brilla majestuoso “Nahuelensis”, la criatura que lleva la firma de Roddick y Escudero. A través del arte textil, las artistas reprodujeron los contornos del lago, en esta oportunidad, claramente reconocibles gracias al contraste con la pared. “Es una criatura”, dijo la primera, cuando le tocó hablar. “Cambia de forma y se traslada”, advirtió. Hay que creerle: a la derecha del “Nahuelensis”, unas fotografías evidencian sus mutaciones. O reposa sobre una cama o se tiende en la nieve o se encoge en el piso.

Roddick también está presente con la serie “Islas rodeadas”, propuesta que continúa con su hábito de idear mapas, a veces imaginarios, a veces reales y otras a mitad de camino. El título podría parecer redundante porque de agua, siempre están rodeadas las islas. Pero atenta al devenir global, la artista se valió de “plástico derretido” para circunscribir las orillas. Por las dudas, recordemos que la presencia sustantiva de plástico en los mares es cada vez más perniciosa…

El lenguaje que cultiva Virginia Zapana es poco usual: la artista se vale de fotografías que imprime sobre tela y cada obra se extiende longitudinalmente desde una altura relativamente elevada. Un trabajo se compone de tres franjas, que reproducen una planta nevada, piedras que parecen caer o bien, reflejos acuosos. Al explicar su trabajo ante la gente, Zapana compartió una teoría según la cual “la cantidad de agua en el planeta siempre es la misma y se reproduce cíclicamente”, a través de evaporaciones, lluvias, corrientes y demás fenómenos. Su trabajo obliga necesariamente a mirar hacia arriba, quizá como metáfora que indica uno de los sentidos del ciclo.

Dadora de vida 

Eterna compañera del vidrio, Fernanda Ungar dispuso “Esfera de agua” y “Estepa de agua”, pequeña serie la última que se conforma con “Hielos en la estepa I y II” entre otros trabajos. El material facilita la identificación con el elemento excusa de la exposición. “Son piezas que semejan témpanos”, explicó la artista cuando tuvo oportunidad para la palabra. Se tomó el trabajo de idearla –al agua- donde generalmente falta.

Al contrario, Patricia Sauter se hizo presente con la pintura de un acantilado, a cuyos pies generalmente ruge el mar. “Acantilados como caldos primitivos de la vida, con su furia... El mar, como gran dador de vida”, resaltó. Es que de ahí venimos y de agua somos. En diferentes estados y formas, pero imprescindible. “Entre el aire y la tierra: agua” podrá visitarse hasta junio próximo, precisamente cuando sea el tiempo, una vez más, de la lluvia y la nieve.

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