02/01/2018

Llegó la antología de Raúl Artola

- INMEJORABLE COMIENZO DE 2018 -  El poeta de Viedma se tomó el trabajo de enviar un ejemplar a esta redacción de su flamante libro, que tiene como prologuista a la también poeta Silvia Castro. 40 años de la poesía patagónica más contundente.

Llegó la antología de Raúl Artola
Raúl Artola.
Raúl Artola.

Por Adrián Moyano
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Si no es para acercar facturas, la visita del cartero se tornó infrecuente desde que existen el correo electrónico y las redes sociales. Pero hay un grupo de persistentes usuarios de los servicios postales que se integra sobre todo, por poetas: acostumbran a enviarse sus respectivos libros con las pertinentes dedicatorias y así, ejercer la reciprocidad… De vez en cuando -muy de vez en cuando-, uno de esos envíos tiene como destino Moreno 975, es decir, la dirección de El Cordillerano.

El libro que arribó a la redacción de este diario es además por demás significativo: lleva la firma de Raúl Artola, se titula “La mirada corta” y corresponde a una antología que reúne trabajos que el viedmense dio a conocer entre 1976 y 2016. Precisamente, había llegado a la capital provincial el año anterior, procedente de Las Flores (provincia de Buenos Aires). Desde entonces y hasta ayer nomás, se convirtió en una de las voces más potentes no sólo de la poesía provincial, sino más bien patagónica.

En el prólogo, la también poeta Silvia Castro se retrotrae a un episodio que tuvo lugar en 1974 y que aparentemente, fue fundador para Artola. “Un joven disfruta viendo a su hijo de tres años correr con otros en la huerta familiar. El Sol está cayendo y apenas puede ver lo que sucede en el campo. La luminosidad es excesiva. Recortadas las figuras a contraluz, un rayo se transforma en palabras en el papel destinado a hacer la lista de las compras. La mano escribe como si no la condujera su dueño”.

Las que siguen son palabras del propio Artola: “ajeno a las emociones conocidas, transido de un espíritu nuevo y oficiante de un rito que creía prestado”. Tal su descripción sobre el “ingreso a la experiencia poética”, según el rescate de la prologuista. “Hoy sé que cuanto más somos nosotros mismos, menos creemos ser. Estar totalmente afuera, en esa intemperie sin fin que es la poesía, según Juanele Ortiz, es habitar nuestra esencia más íntima e impostergable”, proclama el poeta que hoy hace circular su antología.

Por su parte, añade Castro: “autor de un libro de ensayos como La periferia es nuestro centro, (Artola) logró hacer de una región vasta y legendaria, con poblaciones muy distantes entre sí en lo social, étnico y cultural, una fuente de lucidez y de humildad en tiempos en los que la percepción excesivamente situada en los grandes centros urbanos torció los rumbos críticos, poéticos y políticos. La opción por los márgenes se evidenció también en su militante, generoso y constante rescate de nuevas voces tanto en Patagonia como fuera de ella, para darles un lugar en esa topología siempre conflictiva que ha sido y sigue siendo el mundo poético nacional”.

Objeto nuevo

Para Artola, “asomarse a lo poético es crear la dimensión de un objeto nuevo. A partir de nosotros, de nuestra mirada dirigirnos hacia cualquier cosa: una persona, un lugar, un paisaje y verlo profundamente con esos ojos nuestros. Y en el medio de esa mirada, en el ir y venir, en la frecuentación honda y profunda, generar un objeto o ente distinto. Ese objeto, ese ente distinto es el poema. Cuando lo hemos logrado después de varios intentos, ese puñado de versos expresa una nueva realidad, que es la relación que, con suerte, podemos lograr. Haber podido hacer con lo otro, con lo que no es de uno, lo que uno desea, lo que desea expresar, y ése me parece que es un pequeño o gran hallazgo”.

Castro considera al poeta “dueño de una vehemencia tan persistente como para hacer crecer en el tiempo una obra sólida y coherente. Su humildad y prudencia lo llevaron a confiar la lectura de sus manuscritos a entrañables amigos y poetas como Ramón Minieri, Juan Carlos Moisés,

Graciela Cros y otros colegas dentro y fuera de la región”. En nuestras manos, alrededor de 80 páginas que agradecemos con tanta gratitud como inquietud, porque como dice el propio Artola, “con la poesía nunca se sabe”.

 

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