VUELVE A NOMBRARSE, REVERDECE UNA HISTORIA

| 13/08/2018

La isla Huemul, domicilio de una aventura nuclear

La isla Huemul, domicilio de una aventura nuclear
Richter con Perón, asociados a la historia de la isla Huemul.
Richter con Perón, asociados a la historia de la isla Huemul.

La designación que prevalece en la actualidad es incorrecta y primero se llamó de otra manera, pero su trascendencia en los 50 tuvo que ver con las aspiraciones argentinas de convertirse en potencia atómica.

Ahora que la suerte turística de la isla Huemul volvió a situarse sobre el tapete, recordemos que esa elevación que emerge del lago frente a Playa Bonita tuvo como “verdadero nombre” Huenul, según estableció Juan Martín Biedma en su obra de 1967. El estudioso sustentó su afirmación en la presencia de Bernardino Huenul, poblador que allí residió, aunque hacia 1919, habitaba en la zona de Puerto Pañuelo.

La diferencia no es menor porque en lugar de hacer referencia a uno de los ciervos autóctonos más valorados y actualmente en peligro de extinción, el apellido de aquel residente viene del idioma mapuche, en particular de “wenu”, que significa arriba o encima. Esa fue la acepción que aceptó Biedma, cuya primera edición de “Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi” corrió por cuenta de la Dirección Nacional de Parques Nacionales, hace 51 años.

Para sustentar su observación toponímica, el investigador se basó en “Un viaje a los lagos del sur”, de José María Goñi Moreno. Y también en “Lagos, selvas y cascadas”, de Emilio Morales. Más allá del nombre que seguramente le dieron pueblos indígenas antes de la Campaña al Desierto, su primer nombre “argentino” fue el que le impuso el teniente de la Armada Eduardo O’Connor, quien la bautizó “isla General Villegas”.

En este caso, Biedma se basó en el Diario de la Comisión Exploradora Argentina (1883-1884), que a su vez había consultado Santiago Albarracín para sus “Estudios generales sobre los ríos Negro, Limay y Collon-Curá y lago de Nahüel (sic) Huapi”, obra que data de 1886. Según la cita de Biedma, “el nuevo día (29 de diciembre de 1883) fue bien aprovechado, atravesaron el lago de una costa a otra, de N. a S. abordando una isla que bautizaron con el nombre del malogrado Comandante en Jefe de la 2° División de nuestro Ejército, llamándola Isla General Villegas”.

Recordemos que el hombre de Julio Roca en los últimos tramos de las expediciones contra Sayhueque e Inacayal, había fallecido en París en agosto de 1884. De manera que la expedición de la Armada llegó a la isla Huemul en otro momento o bien, se le impuso su nombre en fechas más tardías, una vez producido el deceso ya que, en diciembre de 1883, el militar de origen uruguayo aún estaba con vida. Más allá de esa discrepancia en las crónicas históricas que Biedma no advirtió, señaló que “antes de abandonar esta isla los marineros ascendieron a su punto más culminante y arbolaron en un asta la bandera nacional, y para constancia de su presencia en ella el nombre que le habían dado, clavaron en la costa una tabla con la inscripción siguiente: ‘La comisión Exploradora del Alto Limay en honor al General que mando la 1° Expedición a los Andes, te bautiza y te llamarás en adelante Isla General Villegas”. El texto del investigador no apunta por qué no prosperó esa primera denominación.

Era nuclear

La suerte de la isla que fuera hogar de Bartolomé Huenul y su familia, se vinculó íntimamente con cuestiones que ni Albarracín ni O’Connor pudieron prever 65 años antes. En otra de sus obras, Biedma apuntó quizá con demasiado énfasis que “la historia de la energía nuclear en la Argentina comenzó precisamente, en el lago Nahuel Huapi, en la isla Huemul, para ser más precisos”. En realidad, existieron planes anteriores y se trazaron en Buenos Aires.

En “Crónica histórica del lago Nahuel Huapi”, cuya primera edición data de 1987, el investigador recapituló sobre una trama relativamente conocida y que todavía enciende polémicas. “En 1949 un científico austríaco, Ronald Richter, comenzó a levantar unas instalaciones que tenían por propósito la fusión nuclear controlada”. Frente a Playa Bonita, claro… “Este curioso personaje y discutido científico llegó a nuestro país en 1948, gracias a las gestiones de un piloto alemán, Kurt Tank”.

Biedma adhería a la versión según la cual Richter “consiguió deslumbrar al presidente Perón con sus proyectos, quien le facilitó ingentes recursos. El punto culminante del proyecto se produjo el 8 de abril de 1950 cuando el presidente visitó la isla en compañía de Evita y el 2 de marzo del año siguiente se anunció que se habían logrado, ‘reacciones termo nucleares bajo condiciones de control a escala técnica’”.

Sin embargo, según el cronista del lago, “Richter no poseía los conocimientos ni los recursos para lograr lo que prometía y pronto sus experimentos cayeron en el ridículo. En septiembre de 1952 una comisión de científicos y legisladores, visitó la isla Huemul. Las explicaciones del científico no satisficieron y se decretó la intervención”. Si prospera alguno de los planes por “poner en valor” de manera turística la isla, seguramente el relato de los guías seguirá esta trama.

En los 80 funcionaban excursiones

Al parecer, según puede deducirse del relato de Juan Martín Biedma, no siempre la isla Huemul estuvo abandonada por el sector público y la actividad turística. Al finalizar sus párrafos críticos sobre la actuación de Ronald Richter, aporta su texto: “Esta loca y costosa aventura dejó como saldo la creación el 31 de mayo de 1950 de la CNA (Comisión Nacional Atómica) y unas absurdas instalaciones, muy dañadas en 1978 durante las maniobras militares en apretamiento (sic) ante el posible conflicto con Chile”.

Ocho o nueve años después, eran objeto de atracción. “Hoy en día, la visita de las ruinas constituye un pintoresco paseo de los turistas. Se conservan la casa de Richter, muy dañada, por impactos de bala y las diversas instalaciones, inconclusas, con sus gruesos muros para proteger a los técnicos de las radiaciones. Están increíblemente bien conservados, lo mismo que la viguería, en insólito buen estado. La pureza del aire y la ausencia de salinidad en las aguas, parece ser la razón”, arriesgaba el estudioso.

Te puede interesar
Ultimas noticias