18/08/2016

Salón Nacional de Artes Visuales consagró a vecino de Bariloche

- CATEGORIA CERAMICA -  Después de residir la mayoría de su vida en Europa, Eduardo Andaluz retornó a la Argentina para afincarse con vista al Nahuel Huapi. Una obra suya se hizo acreedora del Gran Premio de Honor, máxima galardón que otorga el afamado concurso.

Salón Nacional de Artes Visuales consagró a vecino de Bariloche
La obra ganadora.
La obra ganadora.

El Salón Nacional de Artes Visuales 2016 otorgó a un vecino de Bariloche el Gran Premio de Honor en la categoría Cerámica. Se trata de Eduardo Andaluz, quien reside entre nosotros desde 2006. El vecino de Melipal se hizo acreedor de la máxima distinción por “Kajur”, un trabajo que mide 82 centímetros por 181 y que dentro de su ambigüedad, deja ver una multitud de escenas eróticas cuyo origen puede sospecharse remoto.

Mientras desde la ventana de su casa podía apreciarse la intensidad de la nevada, Andaluz confió sensaciones a este diario. “Para mí es de gran importancia. He tenido otros premios en Europa y aquí, pero en la Argentina es el más importante. Un gran halago y reconocimiento… Me fui del país a los 23 años y volví en 2006, así que viví más de la mitad de mi vida en Europa. Hice mi campaña allí, volver y tener este reconocimiento es muy grato”. El martes que viene, el ceramista deberá estar en el Palais de Glace -Palacio Nacional de las Artes- para recibir la distinción.
Andaluz conoció el resultado dos semanas atrás, después del trajín que caracteriza al Salón Nacional. “Primero hay que mandar una carpeta con fotos de la obra para una primera selección. Participa muchísima gente de todo el país y hacen una selección en base a la información básica que cada uno manda. Después, tengo que decir que la Secretaría de Cultura de Río Negro me pagó el viaje… Acá en Bariloche no tenían idea de nada, hay un desierto cultural en ese sentido, ni siquiera estaba informada la Subsecretaría de Cultura”, cuestionó. “Entonces, en Provincia enseguida me atendieron muy bien y se ahorraron la vuelta, porque el premio es adquisición (risas). Mandé la obra y me dieron el máximo galardón”, remarcó.

Detrás de “Kajur” subyace una trama de transformaciones en el artista. “Con venirme a Bariloche mi cambio ha sido muy grande. Yo vivía en un lugar donde las estaciones eran casi imperceptibles y había una media de 20 o 22 grados todo el año. Venir acá, con esta vegetación exuberante, tanta diferencia de colores en las estaciones… Además, mi proyecto de laburo se fue transformando por diferentes cuestiones. Como fuente de inspiración, había un tema que siempre me había rondado e inclusive había hecho algunas cosas: toda la cuestión de la simetría asimétrica que uno ve en todos los aspectos del mundo y la vida”, historió el ceramista.

Desde Patagonia

En definitiva, “al llegar aquí, viendo esa exuberancia de árboles y plantas, me fui motivando más en esa línea. Hice varias obras que fueron premiadas: elementos que se van repitiendo pero con pequeñas diferencias, a veces imperceptibles… Si uno ve las hojas de un árbol parecen todas iguales pero cada una tiene sus cosas. Estuve trabajando mucho con eso y a mí, las cosas me van quedando en la cabeza, a veces por años y un día salen. Hice un conjunto de esas obras, a las que llamé Serie Patagónica y las expuse en muchos lugares”, relató.

Pero en la interioridad de Andaluz “había un tema que siempre me había gustado. En una época, estuve viviendo en India y me llamaron mucho la atención esos frisos tan barrocos de los templos, sobre todo los templos de Khajuraho, que son impresionantes. Son todas figuras muy, muy eróticas del siglo X, algo absolutamente extraño… Siempre me había quedado esa idea y había una figura que me gustaba mucho, que no era demasiado explícita, más bien ambigua… Inclusive, alguien me dijo que parecían figuras del tango. Esa cosa un poco misteriosa y sugerente me gustó, entonces hice un trabajo: una especie de mural grande con estas figuras, con pequeños matices de colores y de formas. Un trabajo muy laborioso”. Esa es la obra que impresionó al jurado en el Salón Nacional de Artes Visuales 2016. A propósito, éste se conformó con Maximiliano Abbiati, Rubén Fasani, Marcelo Giménez, Guillermo Mañé y Carlota Petrolini. La creación de Andaluz prevaleció entre 50 de las seleccionadas. Notable logro que indirectamente, halaga a toda la ciudad. O debiera hacerlo.

Con arena del Caulle

La muestra en la cual se exhibirán los trabajos que resultaron premiados en el rubro Cerámica, se inaugurará el próximo 23 de agosto y allí estará Eduardo Andaluz, quien se valió para su faena de arcillas de la zona, técnicas de modelado y prensado, más engobes y arena volcánica. Sí, la que escupió con ganas el Caulle desde junio de 2011… Inclusive en las fotografías, puede apreciarse el grado de detalle y carácter meticuloso que el artista imprimió a su trabajo.

“Siempre escapé del estilo artesanal, eso de trabajar con una idea y toda la vida repetir esa idea”, se despegó el artista. “Eso pasa porque el arte también tiene un mercado y a veces el mercado necesita que el artista haga obras reconocibles para el público… Alguna vez, he hecho series que han tenido mucho éxito y al trabajar con galerías, cuando hacía un cambio me recriminaban que no siguiera por la misma línea porque ya estaba instalada”. Entonces, “quizá mi estilo se podría reconocer porque soy un tipo que no me identifico con lo informal, me gusta mucho el trabajo de línea, definido, sea lo que sea… Eso sí que es algo que no puedo cambiar. Puede que mi estilo esté más ahí que en la temática”. Podrán notarse a simple vista la multitud de rectángulos que cobijan los cuerpos.

En relación a las obras anteriores, podrán apreciarse las diferencias, porque “mi espíritu es más aventurero y más nómada, siempre he estado viviendo en diferentes lugares con diferentes culturas… Eso te va impregnando de una mirada amplia y te hace incursionar en diferentes temas. Bariloche también va impregnando mi obra con sus características y con lo que yo vivo aquí”, justificó Andaluz, quien acaba de sumar su nombre a los de Ruth Viegener y Nadia Guthmann. La primera obtuvo el mismo galardón en 1995 y la segunda en 2012. No cualquier localidad puede darse tamaño gusto.

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