El POETA Y EDITOR FALLECIÓ EN LA TARDE DEL MARTES

| 17/04/2024

Toda la Patagonia literaria llora a Cristian Aliaga

Toda la Patagonia literaria llora a Cristian Aliaga
Aliaga, cuando habló con El Cordillerano al cumplir 15 años su editorial.
Aliaga, cuando habló con El Cordillerano al cumplir 15 años su editorial.

Su último libro había salido de imprenta en noviembre pasado. Aunque con base en Chubut, su sello editorial -Espacio Hudson- editó a varios autores barilochenses. Enorme tristeza.

Ya sabía quién era y conocía parte de su obra, pero en persona, recién estreché la mano de Cristian Aliaga en la primavera de 2015. Puedo precisar el recuerdo porque fue cuando terminó la presentación de “La mantita”, el libro de Marcela Saracho que había publicado Espacio Hudson. La actividad tuvo lugar en un espacio por entonces desusado para acontecimientos similares: el centro cultural Chico Mendes, nombre que por entonces prevalecía para la sede de la Organización Ecologista Piuke, en el corazón del barrio El Frutillar.

Hoy no es tan así, pero casi una década atrás era raro que una poeta eligiera reducto tan periférico para dar a conocer su obra. Más extraño todavía resultaba que el editor viajara hasta Bariloche para acompañar el asunto. La autora dató la dedicatoria que me consagró: “primavera 2015”. Y ahí estuvo Aliaga, al que habían publicado en el exterior, al que estudiaron en Oxford, el poeta y timonel de unas de las pocas editoriales que se ufanaba de su condición patagónica. Vino a militar un libro.

Hubo mucha gente en Piuke esa noche y recuerdo que Cristian tuvo que apretarse un poco al momento de hablar. Me sorprendió su tremenda erudición y entre otras cosas, anoté que definió a su emprendimiento editorial “pequeño pero orgulloso”, complacido de editar poesía patagónica, “el patito feo de los géneros”. Citó a Juan L. Ortiz, a Walter Benjamin, a Noam Chomsky y a Juan Gelman, sólo para introducir a la poeta barilochense.

Pocos días atrás había asumido un gobierno neoliberal de triste recuerdo y en ciertos sectores había alguna euforia. Aliaga tomó distancia y avisó: “Hay fiestas en las que no quiero estar, porque sé de qué están hechas”. Por entonces expresó un concepto que repitió no hace tanto en una entrevista que publicó El Cordillerano, al cumplir la editorial 15 años de trayectoria: “nuestra idea es funcionar a través de células pequeñas sin comité central, sin jefe ni canon”.

Un par de años después pasó por casa en compañía de un camarógrafo. Reunía testimonios para una puesta de formato una vez más, desusado. Como si fuera una premonición, antes de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, Aliaga llevó adelante un ciclo en el mismísimo Teatro Nacional Cervantes, al que tituló “Las guerras por la tierra en la Patagonia del siglo XXI”. Conferencia performática, la llamó. Nunca tuve chance de verla, pero gente de confianza resultó impactada. El poeta de El Extremo Sur -así se llama también el medio que fundó- contaba cosas que, a pasos del Obelisco, resultaban corrosivas.

Más cerca en el tiempo vino la pandemia y a la malaria que trajo, hubo que sumarle el incendio que sufrió la Comarca Andina, donde Cristian residió en los últimos años. El fuego se llevó infraestructura y libros. A la luz de su deceso, empieza a adquirir ribetes míticos una foto de ese momento fatídico, en la que el editor aparece en medio de los destrozos mientras blande un libro de Bustriazo Ortiz como emblema de resistencia.

Aunque Espacio Hudson tenía y tiene domicilio en Chubut (Rada Tilly, Comodoro Rivadavia y Lago Puelo), editó a medio mundo literario de Bariloche. Hay libros con el sello de la editorial de Graciela Cros, Eliana Navarro, Carolyn Riquelme, Laura Calvo, Sergio Suárez, Cristina Rafanelli y Verónica Merli, entre otras y otros. Y muy recientemente, de un servidor. Pero, además, publicó a Diego Rodríguez Reis y Cecilia Fresco (Villa La Angostura), en el contexto de una larga y creciente nómina que incluya a poetas y otros autores de muchos rincones patagónicos: de ahí que, desde la tarde del martes, se llore a Aliaga en Bahía Blanca, en Carmen de Patagones, en General Roca – Fiske Menuko, en Neuquén, en San Martín de los Andes, en Trelew y, sobre todo, en Comodoro Rivadavia.

La última vez que estuvo por aquí en una actividad pública fue a fines de 2022, cuando ofició de jurado en el IV Concurso de Crónica Patagónica que había organizado la Fundación de Periodismo Patagónico. Vino a hacer entrega de los premios durante el festival Nave de No Ficción, entre otras actividades. Cuando nos vimos, me obsequió “De hogueras y prohibiciones”, un libro póstumo de Osvaldo Bayer. Si bien durante 2023 trabajé como colaborador de su medio, no volvimos a vernos.

En noviembre último salió de imprenta “La nostalgia del futuro”, el que al final, será su último libro en vida. ¿Premonitorio el título? En uno de sus poemas, Aliaga escribió: “Los selknam sabían / que iban a terminar convertidos / en estrellas”. Tal vez vos no lo sabías, amigo editor, pero ahí estás desde la maldita tarde del martes. Eso gritamos tus cofrades, en los cuatro puntos cardinales de Patagonia.

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