Mediante un acuerdo pleno de juicio abreviado, un sujeto resultó condenado a la pena de tres meses de prisión en suspenso, tras ser acusado por reiterados hechos de violencia contra sus exparejas. Acorralado por la evidencia se declaró culpable.

Como parte de un acuerdo pleno de juicio abreviado, el fiscal César Lanfranchi, el defensor oficial Marcos Ciciarello y el propio imputado, se aplicó una pena de tres años de prisión en suspenso a cambio de la confesión, por hechos que fueron encuadrados en las figuras de lesiones, violación de domicilio y amenazas en contexto de violencia de género.

Se aclaró en el marco de una audiencia que el caso trató de manera unificada dos legajos judiciales seguidos contra el individuo, pero que en uno de ellos inicialmente se le había concedido el beneficio de la suspensión del juicio a prueba, pero al no haber dado cumplimiento a las condiciones allí establecidas, la solución fue revocada y se reanudó el proceso judicial en su contra.

Así, el sujeto fue acusado por un hecho ocurrido el 28 de noviembre de 2019 a la noche, en el interior del domicilio de la mujer, lugar al que el acusado llegó con el pretexto de terminar la construcción de un baño. Pero a poco de llegar comenzó a maltratar a su expareja y terminó rompiendo una puerta con golpes de picota cuando le pidieron que se fuera del lugar.

Seguidamente el sujeto agredió físicamente a la mujer, la tomó del cuello con sus manos hasta casi asfixiarla y luego arrojó contra la pared su teléfono celular. Para la fiscalía, las agresiones se dieron en un contexto de violencia de género ya que fueron pareja por 4 años, tuvieron una hija en común, con diferentes episodios de violencia. Además "S. se aprovechó de una relación abusiva de poder y su condición de hombre para agredir a una mujer”.

El 29 de abril de 2022, el sujeto volvió a presentarse en el domicilio de otra mujer, con la que también mantuvo un vínculo sentimental e ingresó sin su consentimiento, al abrir la puerta a patadas. Ya en el interior increpó a las personas presentes y extrajo un cuchillo de entre sus ropas para intentar agredir a la víctima.

No conforme con ello extrajo un arma de fuego de su cintura y amedrentó a las personas reunidas en el domicilio, abordó su motocicleta e intentó atropellar a la mujer, para luego tomarla nuevamente del cuello con ambas manos procurando asfixiarla, mientras la insultaba y le profería amenazas. Antes de escapar, el agresor propinó golpes de puño y puntapiés a la víctima, tras arrojarla al piso.

Para la fiscalía los hechos ocurrieron en un contexto de violencia de género ya que ambos mantuvieron una relación de pareja durante un año con anteriores episodios de violencia, los cuales no fueron denunciados penalmente ni en fuero de Familia en ninguna oportunidad pero sí realizó exposición policial. Se trata de una relación en la que predominó la agresión física, verbal y psicológica, con situaciones de hostigamiento, acoso, celos, control y manipulación. Sostuvo en este hecho, como en la relación, una dominación psicológica y física con la cual intentó determinar los actos de su expareja, mediante el temor.

El primero de los hechos encuadró en las figuras de daño y lesiones leves agravadas por el vínculo y el contexto de violencia de género, en tanto que el segundo, lesiones leves agravadas por el vínculo y el contexto de violencia de género, amenazas agravadas por el uso de arma y violación de domicilio.

El juez Marcelo Álvarez Melinger, no pudo más que homologar el acuerdo alcanzado entre las partes, imponiendo la condena en suspenso al acusado y una serie de pautas de conducta por el término de dos años, que incluye además de las pautas genéricas, la obligación de someterse a un tratamiento psicológico tendiente a dominar los impulsos e ingresar a un dispositivo del Instituto de Asistencia a Presos y Liberados para varones que ejercen o hayan ejercido violencia de género.