Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo. Hace unos meses tuvo un golpe de Estado y salvo por este hecho no aparece en la agenda de los medios de comunicación.

El nivel de atraso social es indescriptible más allá de los números estadísticos. Existe el matrimonio forzado aceptado por ley. Niñas menores a los 18 años son obligadas a casarse con quien sus padres acuerden.

Esto afecta a la población femenina y conlleva en la mayoría de los casos, según los estudios realizados, a violencia doméstica, abusos y problemas de salud y psicológicos. La mutilación genital es otra de las atrocidades presentes en ese país a pesar de estar prohibida desde 1996.

Hortense Lougué es una de las que luchan para que todo esto cambie. Es directora ejecutiva de ADEP, “Asociación de Apoyo y Despertar Pugsada” (“niña” en lengua moré), que tiene como objetivo darles apoyo legal y socioeconómico a las mujeres, propugnan que se implementen los derechos sexuales y reproductivos, y que se termine tanto con el matrimonio forzado como con la mutilación genital. Trabajan en las escuelas, realizan talleres sobre igualdad de género, presentan proyectos a las autoridades locales, resguardan a las niñas y mujeres víctimas de la violencia de género.

Han buscado apoyo internacional ante las organizaciones Make Every Woman Count, Foro Mundial por la Democracia, Amnistía Internacional y Crossroad International.

Hortense empezó como voluntaria en ADEP. El haber experimentado la desigualdad y la injusticia la hizo acercarse. “Aquí estamos luchando por construir un país mejor y eso significa respetar a las mujeres y sus derechos. Todos somos iguales”, comenta. Asegura que después de muchos años puede notar algunos cambios.