07/03/2022

Cómo reconocer la baja empatía

Hoy mucho se habla de la empatía que no es otra cosa que “ponernos en los zapatos del otro para poder entender por qué piensa, siente y actúa como lo hace”. Existen dos clases de empatía. A saber:

 Empatía cognitiva

Es comprender al otro desde la razón e intentar observar la realidad desde su punto de vista.

  1. Empatía afectiva

Es comprender al otro desde la emoción para acompañarlo en sus vivencias más difíciles.

Pero no hay total empatía con alguien si, además de comprenderlo, no se lo expresamos. Es decir, si no hay un intercambio. Cuando lo hacemos, la persona se da cuenta de que lo entendemos y hemos tendido un puente que nos acerca. En la simpatía, partimos de nosotros para agradar a los demás; mientras que, en la empatía, partimos de los demás y sus sentimientos, lo cual viene hacia nosotros.

Hoy se sabe que la empatía disminuye el nivel de maldad. Las personas con baja empatía son las que más pueden llegar a hacerles daño a otros, pues poco les importa lo que sientan los demás. Pero aquellos con una gran dosis de empatía jamás les harían a otros lo que no desean para ellos mismos.

Te invito a considerar varios ejemplos de baja empatía para ser capaz de reconocerla en aquellos que te rodean:

-Hablar únicamente de uno mismo, sin lugar para un ida y vuelta de la información.

-Decir lo que pensamos sin filtro alguno. Es decir, sin importar cómo se sienta el otro.

-Sentir que nadie nos entiende, lo cual denota una gran falta de reflexión y una mirada enfocada en uno mismo.

-Moverse solo y ser individualista, sin capacidad de funcionar en equipo.

-Ser antipático y/o maltratador en un grupo, lo cual indica que lo individual tiene más peso que lo grupal.

-Hacer lo que a uno le gusta sin importar lo que sientan los demás.

-Sentir que amamos y odiamos a alguien. En realidad, ese amor es una proyección de uno mismo en el otro; mientras que el odio se debe a que el otro no satisface las propias necesidades (no está a la altura de lo que proyectamos).

-Exigirle a alguien que nos contacte o nos hable cuando nosotros queremos.

-Sentir que los otros no tienen suficiente amor (o tanto amor como uno). Esta actitud es típica de quienes demandan empatía de los demás, pero no están dispuestos a brindarla.

Hoy más que nunca necesitamos construir un mundo más empático, con la mirada puesta en el otro, para lograr así relaciones interpersonales más sanas y satisfactorias para todos. La empatía tiene el poder de motivar, de crear una atmósfera positiva, de obtener los mejores resultados en cualquier cosa que hagamos y, sobre todo, de generar un vínculo que nos nutre y nutre a los demás.

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