12/10/2019

Hablemos de Luciano Castro

Si no me falla la memoria, esta es la primera filtración de fotos íntimas de un hombre. Se filtraron antes videos de famosos como Alex Sergi o Gonzalo Valenzuela, pero estuvieron involucradas también sus parejas femeninas. Por consiguiente, la lista de mujeres que vieron afectadas su intimidad es más larga y comenzó hace más tiempo.

Uno de cada diez jóvenes, entre la edad de 10 y 16 años, ha intercambiado alguna foto erótica personal. Este número frío esconde un problema real en la privacidad de las personas.

El sexting es fotografiarse en actitud provocativa, desnudo o en ropa interior para enviarla a otra persona. Claro que en esta práctica, uno sabe a quién le envía esa foto pero nunca conoce el destino final.

En la web 3.0 todo es instantáneo, y la tecnología se mimetiza con nuestras vidas cotidianas. Puedo sacar una foto y subirla a la web inmediatamente por Instagram, Facebook, Twitter o cualquier otra aplicación parecida. Los segundos de reflexión ya no existen, no hay filtros.

Esas fotos se intercambian por ostentación, por seducción o porque sus parejas se lo piden para generar excitación. De todos modos, no importan las razones, sino las consecuencias.

Cuando estas fotos son de menores de edad, quién las archiva o difunde puede ser acusado de producción y distribución de pornografía infantil. No importa la relación sentimental que lo una con la víctima, si existiera una denuncia en ese sentido se aplica el código penal, que en su artículo 128 del Código Penal pena con hasta seis años de prisión a quien publique, divulgue o distribuya una imagen sobre actos sexuales o mostrando los genitales de un menor de 18 años.

Para demostrar la gravedad del tema obsérvese que según datos de Internet Crimes Against Children Task Force, el 25% de las imágenes de pornografía infantil que tiene archivadas la Policía de Utah (EEUU) han sido creadas por la modalidad del sexting.

Ahora bien, el problema es más difícil cuando estas fotos son de personas mayores de edad. Por supuesto que cuando esas fotografías permanecen en la esfera íntima de la pareja no habría mayores preocupaciones. El problema se avecina cuando el que las recibe decide difundirlas entre amigos o publicarlas en internet, tal vez por una ruptura de la relación o por despecho. En estos casos dejó de ser divertido el sexting y se expone la intimidad de la persona.

En España, se pena con seis meses a un año de prisión a quién difunda imágenes o grabaciones íntimas sin consentimiento. Es indiferente que el consentimiento existiera al recibir esas imágenes, siguen perteneciendo a la persona y quién las divulgue comete un delito. Recordará el lector el escándalo de Scarlett Johansson a quién se le divulgaron unas fotografías desnuda, que ella les había enviado a su pareja Ryan Reynolds.

En nuestro país, divulgar fotografías de personas mayores de edad no está condenado penalmente.

Ahora ya conoces los riesgos del sexting. Antes de tomarte una fotografía íntima piénsalo dos veces. Si recibiste alguna fotografía, antes de divulgarla piénsalo tres, cuatro y mil veces. La intimidad de una persona está en riesgo.

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