28/08/2019

Ley de maltrato animal

El 16 de julio pasado, hace algo más de un mes, se aprobó para ser debatido y sancionado en la Cámara de Diputados de la Nación un dictamen que modifica la Ley 14.346 de Maltrato Animal y contemplaría en su texto a actividades de “entretenimiento” que utilizan animales como las jineteadas y circos.

Diferenciando “maltrato” de “crueldad” y estableciendo penas y multas mayores como castigo a infringirla (las que pueden llegar a seis años de prisión), la posible sanción de este proyecto de ley tiene en vilo a tradicionalistas y agrupaciones gauchas que ven peligrar la continuidad de las tan controvertidas y cruentas “jineteadas” por no poder sus organizadores garantizar se preserve en ellas la integridad física de los reservados, tropillas de caballos “indomables” destinados a dichos eventos. Con penas mayores y una Justicia comprometida en hacerlas valer, se supone serán pocos los anfitriones de festivales de jineteada que puedan confiar en el buen tino, criterio, voluntad y educación de los jinetes participantes, quienes dudosamente acepten las nuevas reglas de juego; por más que se cambie el material de confección de espuelas o instrumentos de azote, el azote existe y el riesgo de lesión para el animal participante es relevante.

Con base en el Expediente 1293-D-2017 del 30 de marzo del 2017, proyecto rumbeado a la prohibición a nivel nacional de la tracción a sangre, que fuera introducido por el diputado Daniel Lipovetzky entre otros firmantes y luego de considerar factores económicos actuales, niveles de pobreza y pedidos de un sector político puntual, el actual proyecto no logra aún desterrar definitivamente tan aberrante uso animal, sólo se prohibirá en el ámbito urbano.

La modificación de la ley 14.346, de ser sancionada, da un mejor marco legal para proteger a los animales en Argentina del maltrato y la crueldad pero no legisla sobre la modificación de las mal llamadas “tradiciones” o “deportes” que basan su existencia en el abuso de animales. Carreras, jineteadas, juegos, concursos, ferias, exhibiciones, festivales, criaderos (y el habitual “dopaje” al que muchos animales son sometidos para “mejorar” su rendimiento y ganancia del propietario) seguirán atormentando a criaturas inocentes mientras convoquen a público ávido de presenciarlas y representen un eximio negocio y un buen terreno de apuestas.

Un cambio de paradigma basado en la educación de nuestra sociedad es imprescindible para que no haga falta temer a un castigo para otorgarle a todas las especies animales un trato digno. Una tarea pendiente para todos los argentinos, que de lograda será sin lugar a dudas ese enorme paso que nos permita consolidarnos como una sociedad más justa y paradójicamente más “humana”.

Karina Zerillo Cazzaro

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