21/02/2019

La Antártida no merece olvido

Se cumplen este viernes 115 años de presencia ininterrumpida de la Argentina en la Antártida y aniversarios tan significativos no deberían pasar desapercibidos. La importancia que las autoridades nacionales brindaron a esos espacios tan distantes conoció mejores épocas y quizá resulte pertinente poner de relieve la trascendencia que debería adquirir para el Estado contar con una política antártica.

Hay que recordar que los reclamos sobre soberanía en la Antártida están congelados desde que se celebró el Tratado Antártico, por el cual se instaló un régimen jurídico especial al sur de los 60 grados de latitud sur. El sector nacional se extiende desde ese paralelo hasta el polo y está comprendido por los meridianos de 25 y 74 grados de longitud occidental. Forma parte del Territorio Nacional de Tierra del Fuego desde 1957 y en la actualidad integra esa provincia, cuyo gobierno debe nombrar todos los años un delegado.

El recuento histórico arroja que cazadores criollos de focas se aventuraban en aquellos confines, ya a comienzos del siglo XIX. Los buques partían desde el puerto de Buenos Aires para aventurarse hacia las lejanas Shetland del Sur, denominación que impusieron los británicos. Como el interés de los navegantes rioplatenses era otro, se abstuvieron de proclamar descubrimientos o de reclamar para las Provincias Unidas del Río de la Plata jurisdicción territorial sobre el lejano sur.

Sobre fines del siglo XIX y a principios del XX, fueron varias las expediciones europeas que resultaron auxiliadas por marinos argentinos. Como consecuencia de aquellas incursiones, inclusive los extranjeros designan a determinados accidentes geográficos con nombres “nuestros”, como isla Uruguay (por la corbeta), las islas Argentinas y Quintana, entre otras.

Pero fue el 22 de febrero de 1904 cuando se inició la presencia permanente de la Argentina en la Antártida. En aquella jornada veraniega, se izó el pabellón nacional en las islas Orcadas. Hay que destacar que por cuatro décadas, el nuestro fue el único país que mantuvo presencia permanente en esas latitudes. Para el argumento argentino, es el mejor aval que se pueda presentar para justificar el reclamo de soberanía. Entonces, se contabiliza más de un siglo de actividades nacionales, de índoles científicas y administrativas.

Por disposición del Poder Ejecutivo, se estableció en 1904 el Observatorio Meteorológico Antártico Argentino. Otro decreto resolvió la creación del Instituto Antártico Argentino, en 1951. Más tarde se fijaron los límites del sector nacional y en 1969 se creó la Dirección Nacional del Antártico. Cabe tener presente además que desde la vigencia del Tratado Antártico, los sucesivos gobiernos adoptaron todas las recomendaciones que surgieron en el marco de las reuniones consultivas.

Para justificar sus pretensiones, el país esgrime como títulos la continuidad geográfica y geológica que existe entre la Antártida y la porción continental del territorio. También menciona la herencia de la jurisdicción española al producirse la emancipación y la presencia de buques cazadores de focas en la región desde 1810 en adelante. Pero el argumento de más peso es la presencia del Observatorio Meteorológico y Magnético de las Orcadas del Sur, desde 1904. Luego se instalaron y mantuvieron otras bases, tanto permanentes como temporarias. En definitiva, nadie puede soslayar la presencia nacional en la península antártica e islas adyacentes, como tampoco en la barrera de hielo. Además, hay numerosos refugios en diversas localizaciones.

Con momentos de mayor desarrollo y otros de menor intensidad, la Argentina jamás interrumpió su gestión en la Antártida, a través de trabajos de exploración, estudios científicos y cartográficos. Además, instituciones nacionales instalaron y mantienen faros y otros dispositivos que ayudan a la navegación. Por otro lado, desde los tiempos de la legendaria corbeta “Uruguay”, se desarrollan en todo el área tareas de rescate, de las que se beneficiaron inclusive expedicionarios ingleses.

En 1969, una patrulla de la Fuerza Aérea construyó la primera pista de aterrizaje sobre el continente antártico propiamente dicho, instalación que permitió la operación de aviones de gran porte. En octubre de ese mismo año, se fundó la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, bastión argentino en las latitudes más hostiles del planeta. En la actualidad, además se cuenta con las bases Orcadas, Jubany, Esperanza, San Martín y Belgrano II. Otras siete están ocupadas en forma temporaria.

En los últimos tiempos, no llegan buenas noticias desde la Antártida. No solo de la porción que la Argentina pretende, sino de toda su dimensión. Las inmensas extensiones de hielo se reducen y el mar llega a lugares donde años atrás, solo se encontraban inmensos campos blancos. El calentamiento global, que durante tanto tiempo las potencias se negaron a admitir, se hace notar en el continente helado. No sabemos si en algún otro lugar del mundo existen ambientes naturales prácticamente prístinos, como en la Antártida. Pero sí que su preservación es primordial.

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