A KMS DE BARILOCHE

| 07/12/2021

Hace 10.000 años, un asado prehistórico en el primer asentamiento de la provincia

Hace 10.000 años, un asado prehistórico en el primer asentamiento de la provincia

Transitar por los caminos de Río Negro nos puede deparar alguna sorpresa increíble. Por ejemplo, que en los alrededores de la Laguna El Trébol –en el trayecto del Circuito Chico, a pocos kilómetros de Bariloche-, se encontraron los restos de un asado prehistórico de hace más de 10.000 años. Era una época con un clima muy diferente al actual, bastante más frío; y los humanos convivían con mamíferos gigantes que todavía se alimentaban en los bosques.

Nada más pararse en la orilla del pequeño lago y mirar las cumbres nevadas puede dar una idea de lo que significaba para aquellos antepasados que deambulaban por la región tratando de sobrevivir. Tal vez de estatura más pequeña; con mucho menos recursos para garantizarse el sustento, venían de una larga travesía familiar desde sectores ubicados más al norte. Siempre buscando un territorio donde protegerse y alimentarse.

El clima era uno de los desafíos que debían vencer. Si bien el período glaciar había finalizada y los bosques ya se habían desarrollado en las laderas de la cordillera, las temperaturas eran particularmente frías y los inviernos, muy crudos. Los investigadores del Conicet trabajan con la hipótesis de la existencia de glaciares en los cerros López y Catedral. Aquellos primeros pobladores de la región buscaron refugio en cuevas que se formaban en la montaña. Allí instalaron sus hogares.

 

 

En esa cueva de 22 metros de frente y 7 de profundidad, los arqueólogos encontraron restos que demuestran la presencia humana y que permiten deducir algunas cadenas de migración regional. Se hallaron punzones de hueso, que se utilizaron para atravesar el cuero de los animales que cazaban. Pero también se identificaron espinas de pescado y moluscos del Pacífico, lo que nos da una idea del espíritu migrante de este grupo y de la cantidad de kilómetros que recorrían para obtener el sustento.

En el lugar también se encontraron restos de animales que formaron parte de la dieta humana: algunas aves; un zorro ya extinto; una especie de ciervo más grande que el huemul actual; vizcachitas o chinchillones de la sierra; un armadillo similar a una mulita y roedores cavadores parientes del tuco-tuco. Pero lo que más llamó la atención de los investigadores: huesos y un diente de un milodón, entre los restos de una gran fogata. Los huesos tenían marcas de haber sido cortados con algún instrumento de piedra.

El análisis de los restos permite deducir que fueron “asados”, expuestos al fuego antes de la ingesta. Lo que también nos transmite algunas enseñanzas sobre aquellos pobladores no tan primitivos y salvajes como algunos podrían suponer. 

 

 

El perezoso gigante

El milodón era una especie de perezoso gigante, que podía medir hasta tres metros de largo y dos metros de altura, y pesar unos 3.000 kilos. Era un hervíboroSu hábitat natural estuvo en las laderas boscosas de la cordillera y se estima que se extinguió hace 10.000 años. Algún tiempo después del banquete que se dieron los habitantes de El Trébol.

El hallazgo permitió avanzar en la comprensión de la estructura social del primer grupo de pobladores registrados en el actual territorio rionegrino. No tan simple, sin dudas. Porque para cazar aquellos animales gigantes había que darse una organización, una estrategia y desarrollar una serie de herramientas que permitiera cortarlo y trasladarlo. 

 


Preparándose para la travesía

Hace 10.000 años este pueblo atravesó cientos de kilómetros con todos sus enseres, caminando. Sus pertenencias eran pocas, fundamentalmente algunas herramientas de piedras y reservas de comida. Los trayectos eran largos y las jornadas, lo que durase la luz solar. Cualquier accidente podía ser mortal así que debían planificar muy bien las expediciones.

Además, el campamento debía quedar a resguardo. Un grupo debía permanecer en el campamento para custodiarlo: fundamentalmente, de otros animales que pretendieran guarecerse en el mismo lugar. Y de paso, preparar los elementos culturales necesarios para la supervivencia. Algunas herramientas, sobre todo. Algunos individuos saldrían para explorar la existencia de posibles animales para cazar. 

 

 

¿Cuántos kilómetros podrían recorrer en esas andanzas? No podían alejarse demasiado porque debían emprender el regreso antes del anochecer; o hacer campamento si la temporada lo permitía. Esto implica un nivel de conocimiento de la sucesión de estaciones y la variación del clima. La capacidad de adaptación a territorios nuevos. La curiosidad y la necesidad que los llevaba de una región a otra. Así fueron aquellos primeros pobladores. Los primeros humanos que dejaron señales de su paso por el territorio rionegrino.

Esta cueva está cerrada para el público en general; solo se permite el ingreso a investigadores que se han registrado previamente. De todos modos, algo de aquel entorno se puede observar recorriendo el Museo Paleontológico Bariloche.

 

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