09/12/2018

10 de diciembre de 1983, se instala en el país la democracia recuperada

(*) Por Enrique Carlos Mogensen

“Existirá en nuestro accionar una savia común que alimentará la vida de cada uno de los actos del gobierno democrático que hoy se inicia: la rectitud de los procedimientos. Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la inmoralidad pública. Vamos a hacer un gobierno decente. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad, la democracia es el único sistema que sabe y reconoce sus imperfecciones.”

“La independencia del Estado presupone dos condiciones fundamentales: por un lado, el protagonismo popular, la democracia será desde el primer momento, una fuerza movilizadora. Por otra parte, requiere la moralidad administrativa, la conducta de los gobernantes. Seremos más que una ideología, una ética. La lucha contra los corruptos, contra la inmoralidad y la decadencia es el reaseguro del protagonismo popular.”

“La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y actores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de la vida. Mucha gente no sabe qué significa vivir bajo el imperio de la Constitución y la ley, pero ya todos saben qué significa vivir fuera del marco de la Constitución y la ley, los argentinos hemos aprendido, a la luz de las trágicas experiencias de los años recientes, que la democracia es un valor aún más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura, termina hoy el estéril tutelaje sobre los habitantes de este país. Sin la conciencia de la unión nacional será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad la democracia perderá sus verdaderos contenidos.”

Este es un resumen del histórico discurso del Dr. Raúl Alfonsín al asumir como presidente de los argentinos el 10 de diciembre de 1983. El mensaje ratificaba todo lo expuesto en la campaña electoral y que fuera la base fundamental en la elaboración de la plataforma partidaria de la Unión Cívica Radical.

En nuestra provincia asumía como gobernador en 1983 el Dr. Osvaldo Álvarez Guerrero y en su discurso de asunción proclamó a Río Negro como la provincia de las libertades públicas e individuales y la de los derechos y valores humanos  comprometiendo el accionar de su gestión por su restablecimiento, planteando como objetivos un estricto respeto por la Constitución, la división de poderes, la regeneración política, el republicanismo, la modernización democrática, la participación y la equidad en materia de distribución de beneficios sociales, en definitiva dedicar todos los esfuerzos para el logro de una gran transformación en el marco de una auténtica democracia de estricto respeto a la calidad institucional, tal lo reclamaban los tiempos. En el plan de acción de gobierno de la democracia reinstalada otorgaba prioridad a la integración territorial en lo político, económico,  social y cultural, este objetivo representaría el desafío principal de su gestión,  ante la realidad que demostraba a Río Negro como una provincia desintegrada en distintas regiones, el compromiso no era otro que el de realizar acciones tendientes a lograr un federalismo provincial propio.

Alfonsín y Álvarez Guerrero pertenecían al Movimiento de Renovación y Cambio, línea interna de la UCR, que politólogos de la época definían como de centro-izquierda, encuadrándola dentro del pensamiento de los partidos que integraban la social-demócrata en pleno auge en el continente europeo, modelo cuya expresión era de avanzada progresista. Sobre esta base, ambos mandatarios (nacional y provincial) proponían el aggiornamiento de la política formulando un nuevo modelo de construcción política y de gestión estatal acorde a los nuevos tiempos y realidades  del mundo.

Aquel 10 de diciembre de hace 35 años ambos gobernantes electos debieron recibir el traspaso de gobierno de manos de representantes de la dictadura militar, pero ambos de altísima convicción democrática, tuvieron la satisfacción de entregarlo a sucesores elegidos también por el pueblo.

Después  de tres décadas y media nos encontramos ante una democracia desvirtuada, degradada, se ha transgredido la voluntad popular, también  sospechada porque algunos gobiernos han defraudado con su desempeño el soberano poder concedido a través del sistema y donde se hace necesario replantear “la reparación” aquella de la que hablaba Hipólito Yrigoyen, ya que se ha consolidado la miseria de los comportamientos como muestra de una decadencia social que no merecemos, población pauperizada que no solo ha perdido el rumbo sino también la capacidad de reacción ante una realidad en donde se acepta a dirigentes obscenamente ricos (empresarios, políticos, gremialistas etc.) que se apropian día a día de lo que les corresponde a un gran porcentaje de la población sumergida en la pobreza y la indigencia.

Los partidos políticos han sido responsables directos de esta lamentable situación al no reconocer errores, al no formular autocrítica, controles ni correcciones, han permitido que el país se sumergiera en la decadencia y diera lugar a las prácticas populistas que han desbastado la posibilidad de progreso y bienestar de nuestra sociedad. La realidad nos indica que la supervivencia de la república está en peligro, los que saquearon el país tienen maquiavélicas intenciones regresistas y amenazan con la destitución del actual gobierno elegido por el pueblo.

Un simple análisis nos obliga a reconocer que la batalla no es partidaria ni ideológica, por un lado, estarán los ladrones y corruptos que con conductas mafiosas solo buscan satisfacer sus mezquinas apetencias personales, del otro estaremos la gran mayoría que con dignidad y decencia apostamos a reponer en valor la moral perdida y la ética que nunca debimos abandonar. Es tiempo de maduración ciudadana, de releer las formulaciones expresadas en los discursos de los honestos políticos de 1983 cuando se recuperaba la democracia, que conservan la virtud patriótica y ratifican la vigencia del mensaje ya que nos enseñaron el camino correcto para hacer de Argentina una auténtica república. 

(*) El autor de la columna fue presidente del Comité UCR Bariloche entre 1983 y 1985.

(*) Por Enrique Carlos Mogensen

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