04/12/2018

¿A qué chinos y a qué argentinos les irá mejor?

Guangdong es una provincia china. En mayo de 2018, un grupo de trabajadores de la compañía Shenzhen Jasic Technology se hartó de conductas patronales que vulneraban sus derechos y avanzó hacia el establecimiento de un sindicato de empresa, modalidad que en los papeles, contempla y garantiza la ley china. En el país gobierna el Partido Comunista, pero los trabajadores y sus aliados recibieron en primera instancia desprecio oficial, para luego sufrir despidos, represión, detenciones y ahora, enfrentar cargos judiciales.

A pesar de sus principios inspiradores, el gobierno chino siempre receló del sindicalismo independiente, idéntico resquemor al que existe en la Argentina, gobierne quien gobierne. Pero en los últimos años, las cosas pasaron a mayores. La representación gremial está monopolizada por la Federación de Sindicatos de Toda la China (ACFTU por sus siglas en inglés), que mantiene fuertes vínculos con el gobierno y cuenta con exclusiva autorización estatal.

Los trabajadores y trabajadoras que procuran agremiarse por fuera del monopolio sindical la pasan mal. En 2015 tuvo lugar una severa represión y las organizaciones laborales independientes resultaron gravemente afectadas, sin posibilidades de acceder a recursos que las sostengan. Cuando detonó el conflicto en Jasic, los afectados recurrieron a la federación sindical del distrito, que recomendó organizar un sindicato en la empresa.

Así se hizo, con el apoyo de 89 trabajadores. El artículo 10 de la ley que rige el funcionamiento de los sindicatos en China prevé el establecimiento de sindicatos en las empresas y el 11, sostiene que “se presentará a la organización sindical en el siguiente nivel superior para su aprobación”. A pesar de las primeras recomendaciones, en julio último la Federación de Sindicatos se desdijo y calificó de ilegal el intento.

Con ese antecedente, la empresa llevó al Poder Judicial la iniciativa de sus empleados y despidió a seis como represalia. A raíz de la difusión que alcanzó el caso a nivel nacional, las demandas de los trabajadores de Jasic recibieron el apoyo de fábricas cercanas y de estudiantes universitarios del país. A pesar de las presiones oficiales, los directamente afectados continuaron con sus protestas y defendieron sus derechos a conformar un sindicato.

La respuesta del gobierno chino despertaría la envidia de la derecha neoliberal argentina y sudamericana: arrestó a 29 de los activistas, entre ellos, trabajadores de la compañía, compañeros de otras fábricas y estudiantes. Los acusó de “agitadores y provocadores de disturbios”, un cargo que de manera frecuenta utiliza el gobierno para reprimir protestas sociales. Nada que no conozcamos en estas latitudes…

La oleada represiva alcanzó a otras organizaciones laborales. Sin ninguna evidencia, la agencia estatal de noticias Xinhua funcionó de la misma forma que en la Argentina los grandes medios de comunicación de carácter comercial: sindicó como responsables de la agitación en Jasic a la organización china Dagongzhe y a otra de Hong Kong que se denomina Empoderamiento Obrero. El 24 de agosto pasado, el gobierno ordenó el despliegue de policías antidisturbios para reprimir a trabajadores y arrestó a más de 50 personas.

Algunos de ellos fueron liberados, pero en septiembre, cuatro recibieron acusaciones oficiales. Otras 11 personas, entre ellas, estudiantes, están bajo vigilancia, encarcelados o inclusive, desaparecidos. Las informaciones que traemos a colación se reprodujeron en Estados Unidos y España, ya que después de Buenos Aires, el presidente chino siguió viaje hacia Europa, donde las informaciones sobre el gigante asiático no se limitan solamente a la marcha de su economía.

Los trabajadores de Jasic no fueron los primeros en tratar de formar un sindicato en su lugar de trabajo y en toparse con represalias. Según investigaciones estadounidenses, la represión estatal se intensificó desde 2010 y en general, los sindicatos de segundo grado terminan por aliarse con las empresas. Sí, en la potencia emergente más significativa, también existe burocracia sindical útil a las patronales.

En coincidencia con la reciente Cumbre del G20, las miradas supuestamente bien pensantes se dirigieron al príncipe saudita, sobre quien pesan sospechas de crímenes de guerra y otras lindezas. Pocos se preguntaron por qué Xi Jinping quiso encontrarse con Macri en la Quinta de Olivos y generar el menor revuelo posible a su paso por Buenos Aires. ¿Qué protestas quiso esquivar?

Los gobiernos de ambos países celebraron una treintena de acuerdos, entre ellos la Ampliación del Intercambio de Monedas (SWAP) por hasta 9 mil millones de dólares, que aportará oxígeno al BCRA. Pero también otros que incidirán en la relación comercial entre China y la Argentina. El Protocolo Sanitario para la Exportación de Carne Ovina y Caprina a la potencia emergente probablemente tenga consecuencias inclusive en Río Negro. ¿Sabe la Rosada con qué economía profundiza la asociación? Cuanto más se desarrolle China, ¿a qué chinos y a qué argentinos les irá mejor?

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