03/12/2018

Aprendamos a editar

Aprendamos a editar

La comunicación es una parte fundamental de nuestras vidas. Pero para disfrutar de relaciones exitosas, necesitamos aprender a editar lo que decimos. ¿Qué significa esto? Que tenemos que recortar todo aquello que no aporta o no suma nada constructivo y no nos ayuda a expresarnos eficazmente. Saber editar lo negativo es un signo de madurez.

Si tu hijo o hija pequeño/a te muestra un dibujo, seguramente no le vas a decir: “¡Qué feo te salió!”, (aunque lo pienses). Por el contrario, le vas a decir: “¡Te salió hermoso!”. La mayoría de los padres somos cuidadosos con nuestros hijos cuando son chicos porque sabemos que necesitan ser incentivados y sentir que son amados y valorados. Ahora, con otros adultos, si bien no deberíamos ser agresivos porque sí, siempre hay que considerar qué vamos a editar y qué no para no lastimar al otro.

Estas son algunas de las cosas que podemos editar:

Lo que sabemos
Algunos parecen estar orgullosos de “decir siempre la verdad”. Son personas frontales que nada se callan, pero después se quejan porque la gente elige alejarse de ellos. No es posible decir la verdad todo el tiempo. Debemos tener empatía hacia los demás y tener en cuenta lo que esa persona siente y el momento que está atravesando. Es decir, ponernos en los zapatos del otro y ser sensible a su situación. A veces, tendremos que callar ciertas cosas, aunque sean la verdad. Ser honesto y ser cruel son dos actitudes muy distintas. Jamás deberíamos excusarnos en que defendemos la verdad para agredir a otros.

El momento que estamos atravesando
Ciertas cosas es mejor no decirlas. ¿Por qué? Porque se encuentran fuera de tiempo y no es el momento adecuado. No hacer uso del recurso de edición, en algunos casos, puede hacernos quedar como personas desubicadas. Por ejemplo, yo no puedo reclamarle a un amigo una deuda monetaria el día que se enteró que tiene una enfermedad grave. Necesitamos ubicarnos siempre antes de hablar.

La manera en que expresamos lo que decimos
Las palabras que hablamos son muy importantes y siempre deberían tener el objetivo de ayudarnos a conectar con los demás. Pero igualmente importante es la forma en la que las expresamos. Tenemos que ser cuidadosos con el tono y el volumen de voz e, incluso, con el lenguaje corporal que usamos. Quien administra sus silencios sabe editar inteligentemente. Y la falta de ellos puede hacer que la comunicación pierda su valor.

Te invito a considerar algunas acciones que podemos realizar para aprender a editar mejor:

-La metacomunicación que tiene que ver con la comprensión de la información que recibimos y la manera en que la interpretamos. Cuando no nos queda claro lo que alguien nos quiso decir, debemos preguntar: “¿Vos me estás diciendo tal cosa?”. Así nos ahorramos muchos problemas.

-Más preguntas y menos afirmaciones, sobre todo, aquellas que hacemos para criticar o condenar.

-Mayor sensibilidad y apertura a la emoción predominante del otro. Preguntarnos: “¿Cómo se va a sentir, si le digo tal cosa?”.

-Mayor atención al lenguaje verbal, tanto propio como ajeno.

Este tiempo especial de fin de año es una buena oportunidad para decidir convertirnos en mejores comunicadores. ¿Cómo? Construyendo siempre un puente que nos acerque a los demás, y no una pared que nos separa. Eso se logra solamente cuando estamos dispuestos a editar lo que hablamos y, en especial, a respetar al otro, así como esperamos que lo hagan con nosotros. En medio de tanto conflicto, elijamos ser transformadores de ambientes con nuestras palabras y actitudes.

Si tenés alguna consulta, podés escribirme a [email protected].

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