04/04/2018

Con “Inflexiones de un territorio” se produjo el debut del colectivo Cinco en tránsito

Nueva experiencia que se integra con Soledad Escudero, Carlos Iriarte, Moma Mozetich, Patricia Piñero e Ingrid Roddick.

Con “Inflexiones de un territorio” se produjo el debut del colectivo Cinco en tránsito
Los Cinco en tránsito.
Los Cinco en tránsito.

Reflexiones desde el arte contemporáneo sobre la huella ecológica y nuestras maneras de habitar.

Con “Inflexiones de un territorio”, el colectivo Cinco en tránsito, inauguró su primera muestra en Bariloche. Pero el carácter inaugural puede llamar a engaños, ya que conforman el grupo artistas de mucha trayectoria en el arte contemporáneo, a saber: Soledad Escudero, Carlos Iriarte, Moma Mozetich, Patricia Piñero e Ingrid Roddick. Su trabajo estará a disposición del público hasta el próximo 16 en la sala Frey, que quedó un tanto chica al momento de la inauguración.

Al origen de la experiencia hay que ubicarlo un año atrás, aproximadamente. “Me convocaron Ingrid y Soledad. Ya estaban trabajando y querían agrandar el grupo”, compartió Mozetich. “En un principio, también estaba Natalia Lukacs pero por un problema de trabajo con su obra, se escapó (risas). Incorporamos a Carlos y la última incorporación fue Patricia. Todos somos novatos en esto de trabajar en grupo”, admitió.

En la dinámica de Cinco en tránsito, “los proyectos se discuten y se trabajan mucho sobre la mesa, hasta que se toma la decisión del proceso, de armado de cada obra. Escribimos mucho, tenemos mucho que pensar, mucho para ceder y para reinterpretar porque una idea que llega a la mesa, en dos horas se transforma en otra cosa y en una semana, no sabemos qué puede pasar (risas)”, avisó Mozetich. “Tenemos que tener todos la bondad de criterio para poder llevar a cabo el proceso de trabajo”.

Escudero resaltó la iniciativa: “a mí particularmente me gusta mucho trabajar en grupo, compartir con otros y sumar ideas. Básicamente, es un grupo de amigos, de opiniones y miradas comunes que nos reunieron. Me parece que es siempre interesante sumar otras voces, otra gente… No quedarse siempre con lo de uno. Eso es muy enriquecedor”, definió. Como consecuencia de esa intención, “lo bueno es que surgen cosas que uno individualmente, no haría”, aportó Iriarte.

En efecto, será difícil reconocer el sello personal de cada artista aunque se esté al tanto de su producción previa. “Cuando ves la obra, ves tu aporte, ves lo que pusiste, tu granito de arena pero no puedo decir: esta obra es mía porque es de los cinco. Son cosas que yo no haría solo. Ahí está lo bueno, surgen cosas que individualmente, uno no podría hacer o las haría de otra forma. Entonces, el trabajo es realmente colectivo”, definió el escultor.

Destino incierto

La apelación al tránsito implica cierta incertidumbre premeditada. En relación al destino, “nunca se sabe, para nada”, descartó Roddick. “Podría decirse que hubo un punto de partida, pero ya no importa. Importa el tránsito y lo que vamos haciendo en ese camino juntos”, definió. Según Piñero, “una palabra que junta todo esto es potenciar. Potenciar la creatividad… Creo que cada uno de nosotros va poniendo lo suyo y esa información va generando algo que en realidad no concluye en nosotros, sino en los públicos que vienen a ver la obra. Tomándonos como colectivo, es importante que cuando los artistas ponemos todo de nosotros, con identidad y sin identidad de alguna manera, el público también se pueda sentir incluido, parte formadora de la obra en la medida en que mire y que también pueda dejar su impronta”.

Sobre el comienzo del camino, “creo que Bariloche, nuestro lugar, nuestro territorio, es el punto de partida”, arriesgó Iriarte. “Somos Cinco en tránsito porque la idea es recorrerlo, ir elaborando en la medida que transitamos ese territorio y lugar. Así surgen nuevas ideas, porque la idea no es detenernos, sino transitar”, insistió. En este caso, la mirada territorial realza “el agua, el río, el lago… El agua que nos rodea, que nos atrae y nos atrapa. El lago y el río Limay son los protagonistas en esta obra”, definió.

Pero también está presente “la memoria: el agua como memoria subjetiva, que el agua desdibuja y cada uno convierte en su propia memoria”, sumó Piñero. Además, hay otros condimentos más explícitos o evidentes porque “Inflexiones de un territorio”, en forma simultánea “tiene que ver con el cuidado de eso. Hay una reflexión sobre el cuidado de eso que es de todos los que vivimos acá”, aportó Roddick.

En el último ambiente de la sala se despliega “Recobrando evidencia xianótica”, un sinnúmero de “objetos materiales de podríamos encontrar en el fondo del lago Nahuel Huapi”, según puede leerse en el blog del grupo. Su cantidad y variedad sorprenderá: “increíblemente hay lugares en donde se encuentran muchas cosas”, observó Mozetich, aunque “en realidad, tengo que decir que encuentro más basura cuando salgo a correr que en la costa del lago. Quizá, porque el lago se la lleva a su interior más profundo y no la vamos a encontrar hasta que podamos bajar. El habitar deja una huella bastante nefasta muchas veces”.

Precisamente, “el agua misma de la lluvia o de los ríos, arrastra todo hacia el lago”, recordó Iriarte. “Entonces, lo que hoy está tirado en una banquina de la ruta, mañana está en el lago. La idea era imaginarnos eso: las cosas que encontramos en la costa del lago pero también las que están en la calle y mañana van a terminar en el lago”. Piñero deslizó un interrogante que preocupa: “como ser vivo, el lago limpia pero, ¿hasta cuándo?” No hace falta aguardar una respuesta para ensayar una reacción.

Hilvanar en coincidencia

La búsqueda de reflexionar desde el arte contemporáneo sobre “la huella ecológica, los desechos” y “los jirones de maltrato a nuestro lago”, no fue del todo premeditada. “Lo curioso es que empezamos con una obra, creíamos que estábamos haciendo obras distintas y de golpe, nos dimos cuenta que siempre estábamos trabajando sobre un mismo tema o temas muy similares: el agua, el río, el lago”, reseñó Carlos Iriarte, integrante del colectivo Cinco en tránsito. “Así se fue juntando todo, se fue hilvanando la idea general de la obra”, señaló.

Según Moma Mozetich, “en un principio, teníamos una idea muy romántica de lo que es habitar en este lugar, tan especial y a la vez, de clima tan cruento y duro”. Las y el artista quisieron “ver cómo nos determinaba eso como personas y artistas. Así empezamos, después la cosa se fue alterando en la medida que la íbamos tirando arriba de la mesa. Cuando empezamos, llamarnos Cinco en tránsito era porque siempre como artistas nos planteamos cómo movemos nuestra obra desde acá hacia los centros de mayor difusión”.

Ya hay una buena experiencia en ese sentido. “Estuvimos en la 3° Bienal Neuquén Contemporáneo, nos seleccionaron y estuvimos en el Museo (Nacional de Bellas Artes – sede Neuquén), con El río es memoria, la memoria ¿es huella?”, recordó Mozetich. Se trata de la obra que “es la representación del río Limay: la soga con las dos bitas, cada bita representa una de las ciudades, porque nace en Bariloche y termina en Neuquén”, describió Ingrid Roddick. Para quienes no estén familiarizados con terminología náutica, bita es un poste de madera o de hierro que usualmente en la proa de una nave, se utiliza para anudar cabos o el cable del ancla cuando se fondea. En relación a la descripción de Roddick, Patricia Piñero la ubicó “entre otras interpretaciones posibles. Cada uno encontrará la suya”, invitó.

 

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