2020-05-13

Coronavirus fase 4. Y como no rifar el capital político acumulado en las 1, 2 y 3

Como te he contado en anteriores notas, ingresar a la cuarentena fue relativamente fácil y rápido. Sin mayores traumas, además. Eso se debió fundamentalmente a la inmensa demanda ciudadana de más del 80% de la gente en las encuestas a nivel país así lo pedían. Y el gobierno nacional, rápido de reflejos los satisfizo. 

La cuarentena, además de satisfacer las demandas de la gente, demostró amplia eficacia en la contención de la pandemia. Aunque, y huelga decirlo porque es un dato bastante soslayado por la mayoría de los medios y comunicadores, el éxito sanitario no se debió solo a la cuarentena social sino a otros instrumentos coadyuvantes como cierre de fronteras exteriores, prohibición de traslados internos, distanciamiento social, uso de barbijos y lavado de manos, etc.

Salir de la cuarentena no será tan fácil. Y básicamente porque aún las encuestas no pueden mostrar el mismo alto grado de consenso que motivó el ingreso. Hoy la sociedad está dividida en partes bastante parecidas, casi mitad y mitad a nivel nacional.

Dependiendo de la ciudad que estudiemos la adhesión a seguir o salir de ella varía entre extremos, como por ejemplo Viedma con índices del 43% en seguir en cuarentena contra 50% por salir de ella; a Bariloche con valores del 17% en seguir encuarentenado contra 70% que pide la liberación del confinamiento.

El ingreso a demanda y el éxito de la cuarentena le reportó a la mayoría de los gobernantes nacional, provinciales y municipales, un alto nivel de aprobación e imagen positiva.

El presidente Alberto Fernández alcanzó casi el 90% en Río Negro. La gobernadora Arabela Carreras rozó el 80% y el intendente de Viedma Pedro Pesatti superó el 70%. Valores impensados en épocas normales, cuyo mantenimiento se verá fuertemente comprometido en esta salida de ella. Básicamente por el motivo que les contaba antes: salir de la cuarentena es satisfacer la demanda de una parte de la ciudadanía, no de toda como antes fue el ingreso.

En mi modesta opinión, esa pérdida de aprobación e imagen política en la salida se puede mitigar al mínimo posible, si los gobernantes logran penetrar con el mensaje del “RR” (Riesgo y Responsabilidad): un doble mensajes que aún, y a pesar del esfuerzo desarrollado por sus equipos de comunicación, no ha sido entendido en su real magnitud por la mayoría de la gente:

1) Qué el Riesgo Cero es imposible. Contagios va a haber.
2) Qué la Responsabilidad de lograr el mínimo de contagios es de todos nosotros: mía, tuya y del estado. Y no es solo del estado.

Aunque cueste entenderlo así, muchísima gente cree aún que el objetivo es mantener en cero los contagios en su ciudad. Como si viviéramos dentro de una burbuja aséptica desconectados del resto del mundo. Y esta ilusión, huelga decirlo, ha sido producto de un error de comunicación de muchos gobiernos, pero también alimentado por una parte importante de la prensa que jugó a la histeria colectiva cada vez que apareció algún caso sospechoso.

Vivimos en un mundo interrelacionado y necesitamos de otros para sustentarnos. La burbuja aséptica es una falacia, una utopía fantástica. Necesitamos del otro para que nos produzca y acerque los alimentos y bienes de consumo que no producimos en nuestras casas, por citar solo un ejemplo. Y este mínimo ejemplo ya nos indica que el contacto con el exterior es inevitable. el Riesgo Cero es imposible. Contagios va a haber. Pero el tema es que esos contagios estén dentro de valores contenibles por nuestro sistema de salud. Así de simple. Y eso se puede medir matemáticamente.

Cada ciudad, según la infraestructura de su sistema de salud puede averiguar cual es el número mágico de su capacidad sanitaria y debería comunicarlo para que toda la gente lo sepa y asuma. Y, supongamos que ese número da 100 casos, porque solo dispone de 5 camas de UTI (Unidades de Terapia Intensiva) para atender a los posibles enfermos graves, debe informarlo para que la gente no se alarme cuando aparezca 1 caso, ó 5 casos, ó 50 casos. Porque una cosa es ‘preocuparse’ y otra es ‘alarmarse y entrar en pánico’. La gente se alarma y entra en pánico cuando no sabe de qué se trata la cosa. Cuando prima la incertidumbre. Informar ese dato, por ejemplo, es dar certezas que rompen con la incertidumbre.

Cada ciudadano, habitante, persona debe asumir además su responsabilidad concomitante con la del estado en el mantenimiento de un bajo nivel de contagios. La autorregulación personal y la regulación comunitaria mutua son factores ciudadanos insoslayables para lograr mantener por debajo del límite máximo la cantidad de contagios.

Solo así. Dejando en claro que la asepsia total es un imposible y que mantener chata la curva es tanta responsabilidad nuestra como gubernamental, el riesgo de apertura de la cuarentena evitará al gobernante caer estrepitosamente en las encuestas y que el coronavirus se lleve puesto a su gobierno.

Pablo Gustavo Díaz
Consultor en marketing político

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