PRÁCTICAS COMERCIALES DESLEALES EN EL BARILOCHE DE LOS COMIENZOS
| 22/09/2023“¿Quién revienta a quién?”

El informe de un funcionario nacional de 1902 desnuda cuáles fueron las operatorias de las primeras compañías que actuaron en la zona, inmediatamente después de la Campaña al Desierto.
A Carlos Wiederhold se le atribuye carácter fundador en Bariloche, pero llamará la atención apreciar qué tan poco tiempo actuó en estas latitudes. Ya en 1899, vendió la sección argentina de su empresa a la sociedad que conformaban Hube y Achelis. Con el primero, cuyo nombre completo era Friedrich Richard Hube Schulz, mantenía lazos de amistad. En tanto, el segundo se llamaba Friedrich Adolf Achelis y pertenecía a una familia alemana que tenía intereses comerciales en África y el sudeste asiático.
La actuación de la compañía fue objeto de críticas por parte de funcionarios nacionales porque, como mínimo, puso en práctica metodologías mercantiles desleales. Federico Cibils era director de Comercio e Industria en el Ministerio de Agricultura para 1902, el mismo año en que Buenos Aires reconoció, a través de un decreto, la existencia formal de San Carlos de Bariloche.
Nótese el enojo del director con uno de los primeros capitalistas que actuaron por aquí: “Hube, dueño y señor del lago, sin título alguno de propiedad ni de arrendamiento al Gobierno argentino, tiene allí sus vapores y buques, cuatro casas de negocios, potreros de invernada, corta maderas en la isla Victorica (sic) y en las costas lleva todos los productos regionales a Chile (más de un millón de kilos en lana, cueros, etcétera, al año, según vecinos allí radicados) y trae de contrabando y sin pagar derecho alguno de importación ni impuesto interno, los consumos, ropas, bebidas, tabaco, harina, azúcar, etcétera, de Chile; y ese buen señor, heredero del cacique Inacayal, el antiguo señor del lago, ¡es cónsul argentino en Puerto Montt y recibe subvenciones de Chile por los caminos que hizo y por los vapores que navegan en él!”.
El iracundo párrafo aparece en “Las colonizaciones del Nahuel Huapi. Patagonia-Argentina” (Edición del autor-2017), de Cristian Pablo Müller. El libro aporta “una visión histórico-cartográfica” de cómo se constituyó la propiedad privada en Bariloche y zonas adyacentes, después de que estos territorios pasaran a jurisdicción nacional una vez que finalizara la así llamada Campaña al Desierto.
Cibils no hacía más que salir en defensa de otros sectores mercantiles. “Los comerciantes del lago y del Alto Limay, Zavaleta, Miranda, Leeds y Barton y otros, vienen a comprar comestibles, bebidas, ropas, etcétera, para sus negocios a Buenos Aires y Bahía Blanca y tienen que pagar, como es natural, los artículos con derechos de aduana, impuestos internos, etcétera, mientras que Hube y Acheris (sic), los traen de Chile y sin pagar derechos ni impuestos internos”, se quejaba.
Más allá de cierta xenofobia, su razonamiento es comprensible. “Fácil es presumir, con estas ventajas, quién revienta a quién, y cómo la competencia favorece al comercio y al negociante chileno o chilenizado”. Pero precisamente, no se trataba de trasandinos. De Achelis, encontró Müller que después de otros destinos, “desde 1894 a 1898 trabajó en la Dresdner Bank, parte en Bremen, parte en Berlín. En 1899 fundó en Puerto Montt (Chile), con otros alemanes, la sociedad mercantil HUBE & ACHELIS, que se ocupaba de la compra de productos locales chilenos y argentinos y de la venta de productos europeos”.
A tal punto no era chileno ni chilenizado Achelis, que en 1914 retornó a su país natal, después de apenas una década de permanencia en el país vecino, para residir casi en forma continua en Bremen. Pero volvamos al reclamo de Cibils: “No pretendo que se expulse a Hube y se impida su comercio, pero sí que regularice aquel su situación, que pague derechos de importación, impuestos internos y las patentes correspondientes, que alquile o compre, si quiere tierra, y, sobre todo, que la soberanía argentina, indiscutible e indiscutida en el lago, sea real, efectiva, con tropas, con Policía, con aduanas y con una colonización propia, fácil de radicar, que sería la vanguardia y el centinela mejor de nuestro derecho allí”.
Para el funcionario nacional, “los mismos rotos y chilotes o alemanes venidos de Chile, huyendo de las lluvias y de la esterilidad del Pacífico, se radicarían bajo autoridades argentinas, formarían un núcleo nacional y no un fundo chileno”. Se ve que no estaba del todo bien informado, porque las tierras chilenas a esta altura, del otro lado de la cordillera, son cualquier cosa, pero nunca estériles.
Después de reventar -Cibills dixit- a todos los competidores que pudo, la sociedad Hube & Achelis vendió sus infraestructuras y operaciones a la Compañía Comercial y Ganadera Chile Argentina, que también se aprovechó de posiciones dominantes durante varios años. Transcurría 1905. Poca importancia tuvo para los capitales que aquí llegaron después de 1885, que el fundo fuera chileno o la estancia argentina. La rentabilidad no tiene bandera.