17/06/2023

Los robots componen, y las personas votan

La manipulación del voto en las redes sociales.

Los usos que le podemos dar a la inteligencia artificial (IA) son muchos. La noticia de que Spotify excluyó de su plataforma más de 10 mil canciones creadas por inteligencia artificial, por la empresa Boomy, que a su vez estaba generando escuchas por otros robots de esas mismas músicas, nos permite reflexionar sobre otra cuestión. ¿Acaso los políticos no componen propuestas para que nosotros los votemos?

Mucho del contenido en internet y en las redes sociales es direccionado y manipulado para que lo veamos, ya sea desde las mismas plataformas programando algoritmos o desde los proveedores del contenido manipulando visualizaciones, estadísticas, para confundir a las plataformas y que ellas te lo muestren con preferencia. No quiero marearlos con cuestiones técnicas, pero básicamente la manipulación de la información funciona por esos dos carriles.

Las redes sociales se manipulan para conseguir e influenciar votantes. Se componen melodías de desinformación, que los votantes terminan escuchando casi por ósmosis. 

Quienes se dedican a ello, como verdaderos empresarios de la desinformación, crean medios pseudoperiodísticos, cuentas falsas en redes sociales con bots, con conocimiento comportamental de las personas, para influir y cambiar las decisiones de la audiencia. Esos bots crean comentarios, dan likes, dislikes o retuitean lo que consideran estratégico para los intereses de su cliente. Estas acciones acompañan la visibilidad o propagación de la desinformación.

Entonces, podemos decir que son 3 las vías para manipular a los votantes en las redes sociales. Por un lado, provocan ficticios incrementos de seguidores al candidato, generando likes o directamente haciendo comentarios positivos en sus publicaciones. Al contrario, pueden generar tendencias negativas o atacar las cuentas de sus rivales. Por último, controlan las audiencias generando tráfico a noticias propias, desde medios de noticias propias de la misma empresa, forzando las interacciones para confundir a los algoritmos.

Una cuestión no menor es lo que se llama secuestro de sondeos, donde se falsean encuestas dando ganador a un candidato, lo que termina desalentando y redireccionando la intención de los votantes, buscando otras alternativas de voto útil.

Esta situación no es nueva, sino más bien la realidad de los últimos años.

Segmentación del electorado.

De la mano de la manipulación de la opinión, viene la posibilidad que da la tecnología de hipersegmentar al público. Eso facilita la dominación, pudiendo direccionar el mensaje al segmento de votantes correctos.

Muchos recordarán la presidencia de Barack Obama, quien hizo su campaña presidencial de la mano de su teléfono BlackBerry. Justamente su impronta tecnológica le permitió sacar ventajas del big data. En aquel tiempo, lo que realizó fue una segmentación entre los potenciales votantes demócratas, de los republicanos, para redireccionar publicidad partidaria. A su vez, segmentó de acuerdo a otros criterios, como por ejemplo enviar leyes de género para las feministas, propuestas verdes para los ecologistas, retirada de Afganistán para los pacifistas y así de acuerdo a cada interés identificado por big data.

El camino que abrió Obama fue luego recorrido por Donald Trump pero al extremo de “robarse” la información de aproximadamente 50 millones de votantes, usuarios de Facebook, en el escándalo de Cambridge Analytica. Transcurría el año 2013 y una aplicación, bajo el disfraz de test de personalidad, accedió a la información de 50 millones de electores y usuarios de Facebook. Esa información finalmente, cayó en manos de la consultora Cambridge Analytica, quien la usó para manipular la información y al electorado en las elecciones que llevarían a la presidencia a un polémico Donald Trump.

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