BJARKE LUND BRINDARÁ UNA CLÍNICA Y LUEGO TOCARÁ CON COLEGAS LOCALES

| 11/05/2023

Guitarrista danés avivará la llama que encendió Django Reinhardt

Guitarrista danés avivará la llama que encendió Django Reinhardt
Lund, con Reinhardt en el ADN.
Lund, con Reinhardt en el ADN.

Luego de participar en Buenos Aires del Festival Internacional de Jazz que homenajea al jazzero de origen belga, el europeo hará otro tanto en el Centro Municipal de Arte, Ciencia y Tecnología.

Quizá suene a lugar común, pero en serio la noche del domingo (14 de mayo) será distinta. Desde las 19, el guitarrista danés Bjarke Lund introducirá al público en el universo de Django Reinhardt, con una clínica y posterior concierto de jazz manouche. Para llegar hasta aquí, el europeo cuenta con los esfuerzos que desplegó Sebastián Rodas como anfitrión. Después de las palabras, Lund tocará con Uhlalá, la banda que además de Rodas (guitarra), conforman Martín González (guitarra) y José Sánchez (contrabajo). Todos sucederá en el Centro Municipal de Arte, Ciencia y Tecnología (puerto San Carlos).

Todavía en Buenos Aires, donde participó del Festival Internacional de Jazz Django, el guitarrista explicó para El Cordillerano qué debe entenderse por jazz manouche. “Es el legado de Reinhardt, sobre todo en cuanto a su música de los años 30. Hay varias épocas en su obra y el jazz manouche es el que se toca sólo en grupos de cuerdas, como fue la formación original del quinteto Hot Club de la France: tres guitarras, violín y contrabajo”, introdujo.

“Esa fue la formación que Django utilizó desde mediados de los 30 hasta la Segunda Guerra Mundial”, completó Lund. “Después, empezó a tocar con batería y dos clarinetes y más tarde, experimentó con la guitarra eléctrica”. Por entonces, “Reinhardt no tenía el concepto del jazz gitano, tocaba jazz y en ese sentido, el jazz manouche surgió después de su muerte. Sin ser un experto en el asunto, diría que es algo que se mantiene vivo en los años 60-70 gracias a justamente, los manouche, gitanos del norte de Francia que tomaron esa música como suya”.

Fueron ellos quienes “la mantuvieron viva. Hay muchos grandes artistas de la época que siguió, que hicieron que siguiera activa. Después, en los años 90 y 2000, vino una nueva ola que mostró a una nueva generación que no era sólo música de viejos estándares, sino que se puede mezclar con otras influencias musicales, aunque con la base de la guitarra rítmica acompañando y en la mayoría de los casos, sin batería”, explicó el guitarrista.

El manouche tiene sus atractivos. “Para mí es una música muy alegre que tiene muchas ventajas, porque es fácil para cualquier público relacionarse: es swing, algo que nos impulsa a movernos y a seguir el ritmo. No es compleja, como muchas músicas de jazz modernas, que a veces son difíciles para un público no acostumbrado a escuchar y no tiene el mismo interés en los detalles que los músicos de jazz”, señaló. En consecuencia, “atrae a un público muy amplio y al mismo tiempo, da a los músicos muchas posibilidades de jugar y divertirse, porque hay una gama muy amplia. Tenemos bases fijas, pero nunca hay un concierto o solo que sea igual y eso me atrae. Es divertido”, insistió.

Para el guitarrista, mantener vivo el legado de Reinhardt “es importante porque fue uno de los mejores músicos de jazz. Se podría decir lo mismo de Duke Ellington o de Louis Armstrong, pero, por un lado, fue un innovador, no sólo en lo que ahora consideramos el jazz gitano, sino en toda su vida. Reinhardt nunca tuvo ganas de quedarse en lo mismo, siempre buscaba algo nuevo y era curioso”.

Por otro lado, la suya “es una de las músicas de jazz más sofisticada y accesible al mismo tiempo. Tiene una perfección increíble que rara vez he visto en otros músicos, aunque seguramente la haya. Para mí, es uno de los grandes. Hay muy pocos guitarristas que tuvieron el mismo impacto en el transcurso del jazz que Django Reinhardt. A veces, se le da menos importancia. Por ejemplo, tocar octavos o acordes en los solos, en muchos libros o escuelas de jazz se atribuye a West Montgomery, pero Django lo hacía 20 años antes. Aparte, con un virtuosismo increíble”, subrayó.

A pesar de las convicciones que hoy comparte, “entré en el jazz gitano o manouche medio por casualidad. Hace muchos años en Bolivia, yo estaba viajando y encontré dos franceses que viajaban y tocaban esa música. En ese tiempo yo tocaba folklore americano y rock. Me invitaron a seguirles y empecé una gira con ellos que duró poco más de un año y vinimos a la Argentina, después a Brasil y Colombia. Aprendí muchísimo de ellos y me picó el bicho, me volví fanático de Django, escuché todo lo que pude, aprendí los solos y conocí a artistas de jazz manouche más contemporáneos”. Tiempo después, Lund se radicó en Ecuador y se convirtió en una referencia del subgénero para el sur del continente.

En la cita del domingo próximo, “voy a hacer una breve historia del jazz gitano, cómo surgió y se desarrolló. Después, la idea es ir a la práctica, con la guitarra en mano. Sé que va a haber varios músicos, entonces la idea es interactuar en la clínica y que haya espacio para el intercambio, preguntas y aclarar dudas”, anticipó. Y luego será la música. En serio, una noche distinta.

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