TESTIMONIOS SOBRE EL BARILOCHE DE LOS COMIENZOS

| 03/05/2023

De “tres casas y unos cuantos ranchitos” a las 50 viviendas de ciprés en tres años

De “tres casas y unos cuantos ranchitos” a las 50 viviendas de ciprés en tres años
"La Alemana" alrededor de 1902, el almacén que perteneció a Carlos Wiederhold y observó Genghini. Colección Roth en Archivo Visual Patagónico.
"La Alemana" alrededor de 1902, el almacén que perteneció a Carlos Wiederhold y observó Genghini. Colección Roth en Archivo Visual Patagónico.

El sacerdote Zacarías Genghini estuvo en el poblado un año antes de su reconocimiento como pueblo por parte del gobierno nacional. En tanto, la descripción de José Marimón data de 1904.

De “tres casas y unos cuantos ranchitos” a las 50, “todas construidas de madera de coihue o ciprés”. Entre 1901 y 1904, el crecimiento de Bariloche fue significativo, si se toman como referencias las descripciones que dejaron el sacerdote Zacarías Genghini en primera instancia, y José Marimón, en segunda. Entretanto, el 3 de mayo de 1902 se oficializó el reconocimiento de la localidad a través de un decreto, que varias décadas más tarde, se tomó como documento fundacional de la ciudad.

El primer contacto del religioso con el poblado se produjo el año anterior y desde ya, tuvo una finalidad específica. “En 1901 emprende desde Junín de los Andes una extensa gira misionera por el Sur del Neuquén el Padre Zacarías Genghini, acompañado por un joven indígena, Ignacio Linares. Recorre Quenquentreu (sic), Caleufú, Costa del Limay, Chacabuco Nuevo y Viejo, Confluencia del Traful, La Lipela… deteniéndose en cada lugar los días necesarios según la cantidad de pobladores”.

El rescate corrió por cuenta de Clemente Dumrauf, quien tituló a su texto “La conquista espiritual del Nahuel Huapi”. Su ponencia fue parte del Congreso Nacional de Historia sobre la Conquista del Desierto, que se llevó a cabo en 1979. Los anales del acontecimiento se publicaron al año siguiente por la Academia Nacional de la Historia. El autor falleció en 2018, a sus 89 años.

El historiador tuvo chances de acceder a los documentos que legó Genghini, entre ellos, las memorias que escribió tiempo más tarde. “En esa época encontré a S. Carlos de Bariloche, hoy tan espléndido y adelantado, como un pobre caserío. Su población eran tres casas y unos cuantos ranchitos y toldos de indios a orillas del lago y del arroyo Ñirihuau. El área del actual pueblo eran bosques de árboles forestales y arbustos que fueron desapareciendo a medida que fue poblándose”.

En efecto, para confeccionar su artículo, Dumrauf utilizó “Breves apuntes de misiones”; “Memorias de mi actuación como misionero” y un epistolario que se encuentra en el Archivo de las Misiones Salesianas de la Patagonia, sito en Bahía Blanca. En el primero de los testimonios y al relatar su viaje a Bariloche, el sacerdote completó su descripción: “no había sino 4 casas que formaban la incipiente población: la casa alemana que llevaba el título Casa de San Carlos, de allí el motivo que cuando uno iba al negocio, decía: voy a San Carlos, y hoy día aún existe tal dicho con la diferencia que se entiende ir a Bariloche, siendo éste el verdadero nombre de la población, mientras que San Carlos lo es solamente de la casa de negocio alemana que tiene allí la Compañía Ganadera Comercial Chile-Argentina”. Precisa aclaración que quedó en desuso con el tiempo.

Puntualizó Genghini que “las casas en esa época eran: Casa de negocio San Carlos, la comisaría, un gran galpón con varios departamentos y unos ranchitos donde vivían tres familias indígenas”. En ocasión de su primer viaje, según Dumrauf, el religioso “visitó también la Península San Pedro y recorrió las reducidas tolderías indígenas diseminadas en toda la zona hasta la frontera con Chile. Ya regresando pasó por la estancia San Ramón, Pichileufú, Pilcaniyeu, Paso Limay y desde allí a Junín de los Andes”, donde tenía base su orden.

El panorama que legó el sacerdote puede cruzarse con otro que apenas si difiere en unos años, aporte de José Marimón, quien decidió instalarse en el Nahuel Huapi, pero en la zona de Villa La Angostura. En este caso, se encuentra en “El Neuquén y su colonización”, un libro en el cual confió sus impresiones de 1904. “Entré por la calle principal del reducido caserío que aunque pequeño es una joya por su situación en un lugar tan pintoresco”, concedió.

Como ya comentó en otra ocasión El Cordillerano, no siempre la arteria céntrica de Bariloche se llamó Mitre. “La calle principal lleva el nombre del fundador del pueblo, el distinguido y respetado capitán don Mariano Fosbery, segundo jefe hoy del regimiento 3° de caballería destacada en San Martín de los Andes”. No obstante, hay que aclarar que nadie fundó a esta ciudad. El equívoco obedece a que el militar fue quien ideó el primer trazado urbano.

Continúa el aporte de Marimón: “si bien este pueblo carece de abundante edificación, no sucede lo mismo en cuanto a movimiento comercial, que hoy puede considerarse la llave y centro de posición de la mayor parte del lejano sur de la Patagonia… El pueblo tiene unas cincuenta casas todas construidas de madera de Coyhue o Ciprés, altas, bien ventiladas y con su frente en su mayoría hacia el lago. Entre los edificios importantes, se coloca en primera línea el cuartel del destacamento del Regimiento tres de Caballería”.

Dos postales complementarias del poblado que, con las décadas, se convirtió en la ciudad más importante de la cordillera en el noroeste de la Patagonia y que hoy, cumple 121 años de existencia formal tan formal como engañosa. Como constató Ghengini, Bariloche era casi diminuto, pero ya existía con anterioridad al célebre decreto de Julio Roca y su ministro, Wenceslao Escalante.

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