SE LA EXCLUYÓ DE LA LEGISLACIÓN ADUANERA

| 22/01/2023

La Chile-Argentina creció y creció mientras el gobierno nacional hacía la vista gorda

La Chile-Argentina creció y creció mientras el gobierno nacional hacía la vista gorda
Galpón y muelle de la Chile-Argentina en Bariloche. Foto: Carlos Foresti, alrededor de 1908. Archivo Visual Patagónico.
Galpón y muelle de la Chile-Argentina en Bariloche. Foto: Carlos Foresti, alrededor de 1908. Archivo Visual Patagónico.

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El emporio económico que mucho tuvo que ver con los orígenes de San Carlos de Bariloche, contó con un decreto a su favor de Julio Roca por el cual se la declaró fuera de la jurisdicción de la Aduana.

La Sociedad Comercial y Ganadera Chile Argentina construyó un emporio económico durante 15 años a comienzos del siglo XX, porque entre otros factores, un decreto del Poder Ejecutivo Nacional dispuso que no se le aplicaran las disposiciones aduaneras en vigencia. Tan estrechos fueron los vínculos con Buenos Aires que “mediante subvención anual del gobierno argentino, la sociedad estuvo a cargo del servicio de correo teniendo sus propias líneas telefónicas entre Bariloche y Puerto Montt”.

Vista desde hoy, la concentración en la que incurrió la célebre compañía, resulta inaudita: “tres casas comerciales en Chile, una casa central en Bariloche y otras filiales en territorio neuquino, bodegas, muelles, vapores, lanchas y embarcaciones menores, coches, carros y carretas de tracción a sangre para el servicio trasandino entre Chile y la Argentina, 170 kilómetros de líneas telefónicas, 2.000 ha en Chile por donde pasaba el camino, una muy importante cantidad de tierras en propiedad y arrendamiento en Neuquén, un molino harinero en Bariloche, lavadora de lana, aserraderos, 998 clientes declarados en Chile y 400 en la Argentina, hablan de la importancia de esta empresa”.

Elaboró el racconto la historiadora Susana Bandieri, autora de “Historia de la Patagonia” (Editorial Sudamericana – 2005). La investigadora encontró que la Chile-Argentina “consiguió del gobierno nacional que la zona que abarcaba sus actividades económicas ‘quedara excluida de la jurisdicción aduanera argentina’”, a pesar de que su sede legal estaba en Valparaíso y que su constitución accionaria fuera exclusivamente chilena.

En efecto, “por un decreto del 23 de agosto de 1904, firmado por el presidente Roca, se le hacía tal concesión con el propósito declarado de fomentar el desarrollo de localidades andinas ‘puesto que en nada se perjudica el comercio general, desde que por las distancias y condiciones que la rodean, no pueden importarse mercaderías de contrabando en los territorios de la Pampa Central o de la provincia de Buenos Aires’. En otras palabras, se le permitía hacer buenos negocios en tanto no se perjudicara la economía pampeana”, concluyó Bandieri.

Por entonces, transcurría el segundo mandato del “conquistador del desierto”. Apenas 20 años después de finalizada la campaña que había liderado, la Chile-Argentina -una compañía extranjera- totalizaba casi 420 mil hectáreas de campos, sólo en la jurisdicción actualmente neuquina. Además, habría que sumar la superficie que también adquirió en Río Negro, después de quedarse con varias de las concesiones más importantes.

Tal fue su tamaño, que cuando quiso disolverse no pudo ser adquirida por un solo comprador. “En 1916, la Chile-Argentina vendió a Primo Capraro y Cía. -pionero poblador de Bariloche, de origen italiano, que había sido empleado- su sección comercial e industrial en esa localidad rionegrina (aserradero, molino y corralón de madera)”, señala la investigación. Aquello de “pionero” corre por cuenta de la historiadora, porque Capraro arribó aquí en 1903, cuando ya vivían en el pueblo centenares de personas.

Hacia fines de la década y “en proceso de liquidación”, la Chile-Argentina “vendió la totalidad de sus campos a la Sociedad Ganadera Gente Grande, unas de las cuatro compañías más importantes del área magallánica, (sur del país vecino) con sede central en Santiago de Chile. En esta gran sociedad habrían tenido intereses, según una fuente de 1929, el consorció Hobbs y Cía., conformado por el cónsul general en Punta Arenas, Rodolfo Stubenrauch, y los señores Hobbs, Mauricio Braun y Lucas Bridges”, aportó Bandieri.

Gente de experiencia, porque los socios “habían constituido en Santa Cruz y Tierra de Fuego un complejo de estancias, siendo también propietarios de unas 300 leguas cuadradas en las orillas del río Baker, en territorio chileno. Como puede verse, los mismos intereses ganaderos estaban ampliamente difundidos en el conjunto patagónico”. Más allá de las fronteras nacionales, añadimos nosotros.

En efecto, “la explotación de los campos de Neuquén continuaría siendo dirigida desde Chile, estableciéndose una representación comercial en Buenos Aires -firma Waldron & Wood-, y un gerente local en calidad de administrador general en el establecimiento Quemquemtreu. Este cargo fue ocupado por Andrés Douglas Reid, propietario y administrador de otras estancias en el territorio y más tarde presidente de la Sociedad Rural de Neuquén”. Previsible trayectoria.

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