“Mocoso imberbe” salió de imprenta dos meses atrás, a través del sello Cosecha Roja. Además de su autor, participarán de la presentación las actrices Gabriela Otero y Alicia Tealdi, entre otros y otras.

Quiera el autor disculpar nuestra falta de respeto a la puntuación original. La alteración tiene que ver con adecuar su relato el formato habitual del medio periodístico. El texto se titula “Vivas las queremos” y dice: “La discusión fue subiendo de volumen y violencia. La hija quiso hacer la denuncia pero el policía decretó que sólo podría recibirla en persona. A la carrera, la hija fue hasta la comisaría para cumplir el trámite. Cuando volvió a la casa, su madre agonizaba por los golpes criminales del femicida. Murió de camino al hospital”.

Tamaño cross a la mandíbula lleva la firma de Sergio Varela y forma parte de su libro “Mocoso imberbe” (Cosecha Roja - 2022), que se irá a presentar el próximo sábado 24 de septiembre, desde las 18, en la sala de Teatro El Brote (Beschtedt 568). Es más, la entidad anfitriona “acompaña” la actividad porque el escritor fue parte de su Taller de Teatro Social, según la información que arribó a El Cordillerano.

Vecino de Bariloche hace mucho tiempo, Varela vino al mundo en Lomas de Zamora en 1962. “Nací peronista”, afirma desde el vamos, como para marcar la cancha. Antes de su libro más reciente, escribió “Cafés especiales” y fue autor - compilador de “Tangos que fueron y serán”; “Tangos que cantó Gardel” y de “Pasacalles (Diez cuentos policiales argentinos)”. A través de concursos, sus microrrelatos aparecieron en diversas antologías de Argentina, España y México.

Autor también de una novela y de un poemario, en una ocasión tuvo que afrontar una encrucijada tan curiosa como compleja, dada su afiliación política: “fue contratado para escribir una historia apologética de la Sociedad Rural como ghost writer”, es decir, como escritor fantasma. La solapa de su libro define al asunto como “una modalidad, de absoluta impostura intelectual y moral, por la cual el profesional escribe el libro, pero lo firma un comitente”. En palabras del escritor “un farsante que no sabe escribir la o con el culo de un vaso”.

Después, Varela “logró exorcizar esa desagradable experiencia al consagrarse como uno de los ganadores del III Concurso Internacional de Twitter Relatos por la Identidad”, que organizó Abuelas de Plaza de Mayo. En la actualidad, el escritor “se desempeña profesionalmente como periodista literario en las bibliotecas Énfasis en el Papiro Dorado y Carilafquen”, las dos de Bariloche.

En las primeras líneas del prólogo, dice Alejandro Izaguirre, psicoanalista y también escritor: “Clasificar un género literario siempre resulta insuficiente: microficciones, relatos breves, aguafuertes, minimalismo, son términos que intentan una clasificación un tanto perezosa y vana. Nuestra pasión por la taxonomía suele conducirnos a criterios esquemáticos y que solo engrosan el saber académico”.

Hecha esa aclaración, el prologuista dice que las “ficciones” que precisamente escribió Varela, “soportan una notable paradoja: se anudan hasta la asfixia con la crueldad de nuestra realidad histórica y política, llena de sonido, sangre y furia. La sombra del ‘mal radical’ ronda cada uno de sus textos breves, tan breves que linda con lo indecible. La muerte, el suicidio, la segregación violenta, impune e indolente del poder real que en nuestra historia nos ha conducido al genocidio, la miseria y el hambre, son algunos de sus temas”.

Desde ya, se podrá acceder a la presentación de manera libre y gratuita. Habrá café, música y lecturas con la participación de las actrices Gabriela Otero y Alicia Tealdi, el propio Izaquirre, obviamente Varela y también, de María Lo Prete. La actividad cuenta con el acompañamiento de la Escuela Municipal de Arte La Llave y del Programa GestOS.

De nuevo, sepa disculpar Varela otras alteraciones a su puntuación. El texto se llama “Una corta carrera” y dice: “Aprendió de pequeño a escapar de las bestias. El joven atleta de Uganda huyó de la Villa Olímpica hacia otra ciudad inextricable. Dejó atrás récords y medallas descalzas del Cuarto Mundo. Ahora huyó del hambre y la dictadura. Pidió así lo político (sic), como tantos deportistas en la Historia. En un hospital anónimo de un país superpoblado, a pesar de su excelente estado físico, murió alcanzado por la variante Delta del Covid”. En el prólogo, Izaguirre habla de “cuentos crueles y sin aliento”. Con toda razón.