CHARLA CON HERNÁN ROJO

| 30/01/2022

Reconocido luthier cerca de cumplir su sueño: violines accesibles para orquestas juveniles de todo el país

Reconocido luthier cerca de cumplir su sueño: violines accesibles para orquestas juveniles de todo el país

Estaba tallando la cabeza de un cello cuando debió atener el llamado para la entrevista. Primero describió su entorno. Siempre olor a madera, viruta desparramada en el piso y muchas herramientas sobre el tablero. Una sierra y máquinas para crear. 

Hernán Rojo es un reconocido luthier que llegó a Bariloche en 2001 y hace un año decidió mudarse a Córdoba. El contacto con la ciudad sigue fluido por trabajo y afectos. “Cuando llegué lo hice huyendo de la gran ciudad y su violencia. La Patagonia siempre fue un lugar que me gustó”, contó en GPS de El Cordillerano Radio. 

Hace varios años, Hernán carga en su bolso con un sueño. Se llama el Sixto. Y el objetivo es desarrollar una familia de violines, de fácil construcción, de costo económico, utilizando materiales reciclados como muebles viejos, restos de tablones que donan madereras. La intención es que el violín llegue gratis a todas las orquestas infantojuveniles, sociales, populares o clásicas. 

Contó que hubo distintos intentos de hacerlo pero nunca prosperó. Ahora, la ilusión va tomando color. “Trabajé en el diseño del violín con otro concepto, con otra estética, pero que sonara bien, tenga buen volumen y que sea cómodo para tocar”, explicó. Y aclaró que resulta importante que la estética tradicional del violín no sea un condicionante. El origen europeo y la música clásica puede influir de forma consciente o inconsciente. “La idea es que los niños o jóvenes sientan que pueden hacer historia con este violín”, señaló.

 

Ya dio un paso importante. Ganó un concurso propuesto por el Fondo Nacional de las Artes. Le dieron una beca para concretar el desarrollo de los instrumentos. Pudo hacer, entonces, la prueba de materiales, de acústica, planos. El siguiente paso será encontrar el financiamiento para la producción. 

El primer contacto de Hernán con el aroma de la madera se dio en su adolescencia. Y fue por un incómodo accidente. “Estaba en la casa de la familia de amigos y en un momento caímos arriba de la guitarra que era de la dueña de la casa. Hubo un silencio, todos miraban”, recordó (hoy) entre risas. 

Hubo que hacerse cargo del arreglo, entonces fueron a un taller de lutería que pertenecía al primo del papá de Hernán. Trabajaba para Casa América, un comercio de instrumentos que funcionó en Avenida de Mayo, Buenos Aires, hasta la década de 1990.  Esa fue la primera vez que ingresó a un taller donde se provoca la magia de construir instrumentos. “Supongo que ese momento quedó grabado en algún lugar de mi consciencia”.

Varios años después conoció a Franco Ponzo, un napolitano que hacía violines y daba cursos por la noche. Hernán vio la nota en el diario mientras esperaba ser atendido por el dentista. Al día siguiente fue a verlo y nunca más se detuvo. Ahora, además, impulsado por un sueño que suena muy bien. 

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