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| 17/09/2021

Soledad Escudero, Catalina Galdón e Ingrid Roddick están “Hilando derivas”

Soledad Escudero, Catalina Galdón e Ingrid Roddick están “Hilando derivas”
Escudero, Roddick y Galdón, custodiadas por Nahuelensis.
Escudero, Roddick y Galdón, custodiadas por Nahuelensis.

Así se titula la muestra que podrá visitarse en Inefable Libros y Café hasta el próximo 21 de octubre. La relación entre arte y naturaleza, en primerísimo plano.

Hasta el 21 de octubre puede visitarse en Inefable Libros y Café (Hostería La Luna), la muestra “Hilando derivas”, que tiene como expositoras a Ingrid Roddick, Soledad Escudero y Catalina Galdón. En el texto de sala, Patricia Piñero avisa que las artistas repararon en una metáfora que propone Gabriela Klier en uno de sus poemas. Entonces, “toman aire, ellas intuyen que requieren hacer propia la fuerza de la naturaleza antes del salto”. Los versos de Klier dicen: “Por / fuera de mis párpados / yace el mundo / Tomo aire / salto / y entro”.

Que las tres compartieran espacio fue idea de Roddick. “Supe que Pilar (Vega) estaba haciendo muestras acá, algo que es maravilloso. Pensé que iba a estar buenísimo exponer con las chicas porque tenemos mucho en común”, subrayó. “Algunos temas, cómo trabajamos y la forma de usar los materiales”, ejemplificó la artista. “Sentí que había un hilo en común entre las tres, les pregunté y dijeron que sí”.

Galdón participa a través de “un grupo de trabajos que tiene que ver con una investigación que vengo haciendo hace muchos años, sobre semillas y microorganismos fósiles, pero en este caso, son todas semillas”, aclaró. “Las estuve trabajando en distintos formatos: durante un tiempo largo en carbonilla, pero ahora estoy incursionando en el óleo y también en lo textil, con bordados”, explicó.

Detalle de "Microcosmos". Catalina Galdón.

Esa última modalidad es la que puede apreciarse en el reducto del kilómetro 7,500 de Bustillo. “Cuando hablamos sobre qué mostrar, pensamos en algo que tuviera que ver con la naturaleza: cómo nos convoca y cómo la aborda cada una… Entonces, apareció lo textil. Por eso también traje el mapa de la Antártida, una obra textil que tiene que ver con una residencia que hice en la Antártida”, explicó la artista.

La propuesta de Escudero se toma muy en serio aquello de “hacer propia la fuerza de la naturaleza”. Según confió, “este verano estuve muy caminante, mucho, mucho en la montaña, como hacía años. No podía meterme en el taller a trabajar, entonces, a la fascinación por todo lo que veía, los aromas, los sonidos, la humedad de los bosques y la montaña, pensaba cómo transmitirla o transformarla en una obra”.

Con esas miras, “traté de imaginarme en una situación, envuelta en ese entorno maravilloso, a través de una performance: envestirme de barba del diablo, de ramas, de palitos y lo que fuera. Entonces, surgió la obra que está expuesta, el primer traje de una serie que intento hacer”, reveló. “Básicamente, es una capa hecha de barba del diablo, con una base de alambre de gallinero y una especie de collar hecho de musgo, más un cuello que abriga la cabeza más arriba, hecho de ramas de neneo, secas”.

Detalle de "Aroma a bosque, aroma a estepa". Soledad Escudero.

Es la primera obra con la que se topa quien entra a Inefable y “se llama Aroma a bosque, aroma a estepa, para conjugar tanto bosque como estepa y de alguna manera, mimetizarme con la naturaleza, sentir todo eso en el cuerpo. Probablemente, la performance tenga lugar en el final de la muestra. Me estoy comprometiendo (sonrisas)”, advirtió la expositora. Su aporte se completa con “el Nahuelensis”, aquella versión del lago “como ser autónomo, vivo y mutante, que viaja por distintos lugares”, que ya conocemos. En este caso, en colaboración con sus compañeras de Tres a la Deriva (Roddick y Piñero).

En cuanto a la impulsora de la sociedad artística, “estuve trabajando mucho con el paisaje sonoro de nuestro entorno. Empecé a principios del año pasado, con una residencia en Isla Victoria, justo antes de la pandemia. Desarrollé un trabajo a partir de esa experiencia y cuando empezó la cuarentena, seguí sentándome en el jardín, haciendo escuchas de 10 minutos del entorno y pensando cómo estaba cambiando. Después, decidí preguntarles a los demás, qué pasaba con sus entornos y pedí que me mandaran sus listados de sonidos. Tengo más de 50”, compartió.

A esos inventarios, “los empecé a organizar en forma de partituras de texto o gráficas, escribiendo los sonidos y clasificándolos. La clasificación lleva un color, entonces cada sonido tiene una especie de puntuación con ese color y se indica su origen. Empecé a analizar una visualización de datos: cómo uno podría visualizarlos más allá de un gráfico para que los demás se dieran cuenta de cómo había cambiado el entorno. Cuántos más sonidos de la naturaleza, cuántos menos autos, cuántas más motosierras”, ejemplificó.

Detalle de la Partitura de Tres a la Deriva. Ingrid Roddick.

A continuación, “hice tríos, dúos o cuartetos con gente que no se podía ver, de sonidos sincrónicos: se pusieron a escuchar en los mismos 10 minutos y después los armé. En este caso, hay un trío con Tres a la Deriva y ese es el resultado. En estos momentos, estoy buscando formas de mostrar esas partituras, porque lo interesante no es solo lo que está escrito, sino también el lado de atrás, porque el hilo atraviesa el papel, pero no siempre puedo exponerlo. En este caso, hay tres cuadraditos, que son la densidad de sonido de cada uno de nuestros barrios”, completó. Tiene razón Piñero: las tres tomaron aire, y saltaron nomás.

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