UNA OBRA DE DANZA TEATRO BARILOCHENSE PREVÉ HOMENAJEARLA

| 29/06/2021

¿Quién fue María Remedios del Valle?

¿Quién fue María Remedios del Valle?
Recreación de la Madre de la Patria
Recreación de la Madre de la Patria

Marchó como auxiliar al Alto Perú, combatió en la derrota de Ayohúma y fue flagelada públicamente por los realistas. Tuvo que mendigar para sobrevivir, hasta que se reconocieron sus servicios.
 
En la historia de María Remedios del Valle puede reconocerse la que tuvieron que padecer centenares de olvidados, héroes de las luchas por la independencia luego condenados a la miseria. Pero por su condición de afro y de mujer, la marginación la llevó a la mendicidad, hasta que un jefe que fuera su compañero de armas, la reconociera. Sin embargo, la prolongación de sus penurias y el silencio que pesó sobre su actuación hasta no hace mucho, ilustran con creces la acostumbrada ingratitud argentina.

Se apunta su nacimiento entre 1766 y 1767, en la Buenos Aires que era sede de la gobernación del Río de la Plata. Para el sistema de castas que imperaba durante el régimen colonial, era parda, es decir, descendiente de afro y blanco. Su primera actuación pública fue durante la Segunda Invasión Inglesa, como auxiliar en el Tercio de Andaluces. Hay menciones a su desempeño en los partes de ese cuerpo, en el actual barrio de Barracas.

En tiempos de la Revolución de Mayo, se incorporó al Regimiento Artillería de la Patria, donde formaban su marido y sus dos hijos. El cuerpo marchó hacia el norte y formó parte de la primera expedición al Alto Perú, antecedente del Ejército del Norte. La única integrante de la familia que sobrevivió a la campaña fue ella. Acompañó los triunfos patriotas hasta que la derrota de Huaqui frenó el avance.

Cuando las tropas al mando de Belgrano decidieron enfrentar a los realistas en Tucumán, María Remedios pidió atender a los heridos de la primera línea. El creador de la bandera desechó la solicitud, pero cuando comenzó la pelea, los soldados la vieron en el frente, para alentar y atender a los heridos. Se dice que, en esa oportunidad, comenzó a llamársele Madre de la Patria. Ante la victoria y la consumación de los hechos, el comandante la designó capitana.

En la batalla de Ayohúma, Del Valle no se limitó a brindar primeros auxilios o vociferar arengas: entró en combate, fue herida y cayó prisionera. Como colaboró en la evasión de varios oficiales patriotas, sus captores la sometieron a nueve días de azotes públicos. Las heridas que recibió serían cicatrices para el resto de su vida, pero sobrevivió y finalmente, también se escabulló.

Lejos de amilanarse, se unió a las fuerzas de Güemes y Álvarez de Arenales, una vez, con armas en la mano. Cuando finalizó la Guerra de la Independencia, regresó a Buenos Aires, ya con edad avanzada y vivió en la mendicidad. Su actuación fue rescatada por el historiador Carlos Ibarguren (1877-1956), quien legó que María Remedios vivía en las afueras de la ciudad, pero acostumbraba a frecuentar las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio, al igual que la Plaza de la Victoria, es decir, la de Mayo.

La guerrera del Alto Perú ofrecía pasteles y tortas fritas y sobrevivía con las sobras que recibía en los conventos. Se hacía llamar La Capitana y mostraba sus cicatrices a quienes dudaran de su historia. La mayoría de la gente no confiaba de su cordura: ¿una negra capitana? Pero estaba muy cuerda, a tal punto que inició una solicitud para recibir 6.000 pesos en compensación de sus servicios. Quedó su palabra en el expediente en cuestión, pero su reclamo no llegó a buen término.

Corría agosto de 1827. María Remedios contaba con 60 años, aproximadamente, y mendigaba en La Recova. Acertó en pasar cerca el general Juan José Viamonte, que por entonces era diputado en la Junta de Representantes de Buenos Aires. Y la reconoció. Después de preguntarle su nombre, exclamó: “¡Usted es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína!” La mujer relató que había golpeado varias veces la puerta de su casa, pero el personal del militar siempre la había espantado por pordiosera.

Viamonte impulsó un proyecto para otorgarle una pensión que reconociera los servicios que prestara a la patria, pero el insólito debate que siguió después debería avergonzar a cualquiera que se precie de argentino o argentina, porque las objeciones y trabas que se presentaron prolongaron la agonía de la Madre de la Patria hasta el año siguiente. La despreciable actitud de los legisladores recién se depuso cuando tomó la palabra Tomás de Anchorena, quien fuera secretario de Belgrano. Dos palabras sobre sus dichos: “no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército”.

Después del dislate, se decidió otorgarle “sueldo correspondiente al grado de capitán de infantería”, retroactivo el 15 de marzo de 1827, cuando iniciara su solicitud. Finalmente, la pensión que cobraría se reduciría a 30 pesos, una auténtica miseria. Recién encontraría Del Valle mayor holgura en los tiempos de Juan Manuel de Rosas, cuando fue ascendida a sargento mayor. En agradecimiento, la “parda” de la Revolución adoptó su apellido. Dejó de existir el 8 de noviembre de 1847 y todavía queda mucho homenaje por prodigarle.

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