TAMBIÉN RECONOCIÓ A CARLOS WIEDERHOLD

| 30/05/2021

Cien años atrás, Bariloche se desvivía por agasajar funcionarios nacionales

Cien años atrás, Bariloche se desvivía por agasajar funcionarios nacionales
En el caso de Tomás Le Breton, el agasajo sigue: un camino lleva su nombre en Isla Victoria
En el caso de Tomás Le Breton, el agasajo sigue: un camino lleva su nombre en Isla Victoria

Cuando arribaban al Gran Lago ministros desde Buenos Aires, la calle Mitre se engalanaba hasta hacerla irreconocible.

Además del carnaval y de las fiestas patrias, fueran argentinas o chilenas, el quehacer social de Bariloche 100 años atrás se caracterizaba por la dimensión que adquirían los agasajos a diversas personalidades, en general, funcionarios del gobierno nacional u hombres de actuación pública que tuvieron que ver con los orígenes del pueblo. Aunque, más bien, eran acontecimientos reservados para cierta elite.

“Los agasajos a personalidades tuvieron una finalidad política”, advierten Alina Carey y Laura Méndez en el artículo titulado “Identidades en pugna. Lo local y lo nacional en las conmemoraciones barilochenses. 1910-1934”. El texto se publicó en la sección Ciencias Sociales de la revista Pilquen, número 12 (2010), donde puede consultarse íntegro, además de descargarse libremente.

Afirma la contribución que “a través de la lectura de las fuentes se observa el valor otorgado a las visitas de personajes reconocidos de la política nacional en búsqueda del rédito que merecía la región. Entre 1920 y 1930 la Comisión de Fomento de la ciudad organizaba la recepción y acogida de los huéspedes, incluyendo la bienvenida, los discursos alusivos, la ornamentación de la calle principal, los almuerzos de camaradería, el alojamiento y alguna excursión a los puntos más atractivos de los alrededores”.

En ocasiones, los ornamentos que se disponían fueron muy llamativos. “Un ejemplo de ellos (de los agasajos) fue la recepción al ministro de Relaciones Exteriores Ángel Gallardo de la que da cuenta Alcoba Pitt en sus artículos. La calle Mitre fue adornada con arcos y gallardetes. La Comisión de Fomento organizó el acto de bienvenida, al que concurrieron autoridades nacionales y locales, padres salesianos y destacados vecinos”.

Ángel Gallardo, ministro en 1926.

Como era de esperarse, “el secretario de la Comisión, el mismo Pedro Alcoba Pitt, y el presbítero doctor Salvat dieron los discursos de bienvenida”. La visita de Gallardo no fue la única que conmovió al pueblo. “En otra ocasión, ante la llegada del ministro de Agricultura (Tomás) Le Bretón, la recepción incluyó arcos de triunfo adornados con ramajes de maitén y ciprés; gallardetes y banderas en calle Mitre; una columna cívica que acompañó al ministro hasta el lugar de recepción, donde se sirvió una copa de bienvenida y se dijeron las palabras alusivas”. Por entonces, gobernaba en la Argentina Marcelo de Alvear.

Pero no solo la visita de ministros desde la lejana Buenos Aires hacía que el poblado se engalanara. “Un importante acto conmemorativo fue el homenaje que se realizó el 8 de febrero de 1925 a Carlos Wiederhold, reconocido como el fundador de Bariloche, por haber abierto en ese día, treinta años atrás, en los terrenos del actual Centro Cívico, la primera casa comercial de la ciudad”, establecieron Carey y Méndez.

Sucedía que “Weiderhold, radicado en Chile, mantenía una asidua correspondencia con algunos vecinos de Bariloche. Al enterarse éstos de su traslado definitivo a la ciudad de Santiago, decidieron organizarle un homenaje, en la fecha que desde entonces sería reconocida como el cumpleaños de Bariloche. Un pergamino de agradecimiento firmado por los vecinos y un almuerzo campestre coronaron la celebración”. Una crónica de este diario que en mayo de 2020 firmó Diego Llorente, dio cuenta de la existencia de ese pergamino en las oficinas del Tribunal de Cuentas.

“Otro tipo de celebración fueron las reuniones sociales como almuerzos, banquetes y tertulias, realizados para agasajar a personas reconocidas por su labor a favor del desarrollo de la ciudad”, completa el análisis de las investigadoras. “Un claro ejemplo de esto fue el banquete en honor al ingeniero Horacio Anasagasti, propulsor de los Parques Nacionales. La organización y la asistencia quedaban circunscriptas a los vecinos notables, quienes de esa manera se proponían agradecer a Anasagasti sus acciones en pos del impulso regional”.

Salta a primera vista que “los agasajos a visitantes y vecinos del espacio local tuvieron en la comunidad una función social y política. Cuando era el caso de agasajar a un huésped de la ciudad, la intención era doble: darse a conocer en el ámbito nacional a través de la prensa porteña, por la buena acogida y la belleza del paisaje y brindar una excelente impresión en los visitantes que repercutiera en un beneficio posterior para el desarrollo de la ciudad, mediante las posibles acciones que impulsaran éstos a su regreso a la capital”, estimaron las historiadoras.

Una mirada hacia adentro indica que “en todos los casos, los concurrentes a este tipo de celebraciones y festejos se repiten. Asistían vecinos destacados, ‘caracterizados vecinos’ según los relatos de Alcoba Pitt, es decir: comerciantes y propietarios de grandes extensiones de tierra; funcionarios públicos nacionales, territorianos (del Territorio Nacional) y locales; autoridades eclesiásticas; familias distinguidas; entre ellos se encontraban los miembros de la Comisión de Fomento, presidida durante muchos años por Primo Capraro”. Una suerte de elenco estable.

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