UN SIGLO ATRÁS EN BARILOCHE

| 30/05/2021

La fiesta patria más significativa era el 18 de septiembre

La fiesta patria más significativa era el 18 de septiembre
Cuecas en Bariloche
Cuecas en Bariloche

Las celebraciones se extendían por tres días e incluían grandes comilonas de asado con cuero y cazuela de gallina “harto picante”. No todos los vecinos las miraban con simpatía.

Hubo un tiempo en que el 18 de septiembre era más significativo en Bariloche que el 25 de mayo o el 9 de julio, al menos, en la intensidad, duración y masividad de las festividades. Según parece, los pobladores argentinos no se molestaban demasiado ante esa realidad, aunque hubo voces críticas que se elevaron, en nombre de cierta concepción nacionalista. La situación comenzó a cambiar en la década de 1930.

Recordarán lectores y lectoras que, no hace mucho, El Cordillerano refrescó la importancia del Viejo Ciprés, como epicentro de los acontecimientos institucionales que congregaban a la población, detrás de efemérides nacionales. En efecto, los actos se hacían sobre la actual calle Moreno, donde en el presente se erige el Paseo de las Colectividades. En cambio, los festejos por el carnaval se extendían por la zona céntrica de la actualidad, en particular, a la calle Mitre.

En forma contemporánea a ese diseño espontáneo, “los festejos del día de la independencia chilena también fueron muy importantes”, según se consigna en el artículo “Identidades en pugna. Lo local y lo nacional en las conmemoraciones barilochenses. 1910-1934”, que tiene como autoras a Alina Carey y Laura Méndez. El texto integró la sección Ciencias Sociales de la revista Pilquen, número 12 (2010). Puede descargarse libremente.

Considera el estudio que “los grupos de chilenos e indígenas, a pesar de ser invisibilizados bajo la postal de la Suiza argentina, eran mayoría en la región en las dos primeras décadas del siglo y mantuvieron en el espacio regional tradiciones y festejos de Chile, como maneras visibles de preservar su adscripción identitaria”. En realidad, la situación barilochense no era excepcional, se registraba “en toda la Patagonia, siendo numerosos los testimonios de perpetuación en la cotidianeidad de bailes y tradiciones chilenas”.

En su investigación, las historiadoras llegaron hasta Pedro Alcoba Pitt, quien “fue maestro y director de escuela en San Carlos de Bariloche entre 1918 y 1932. También se desempeñó como secretario de la Comisión de Fomento local y corresponsal del diario La Nación. En un cuaderno personal recopiló una selección de noticias del Bariloche de la década de 1920 a las que cincuenta años más tarde incorporó un comentario”, asevera el informe.

En efecto, “de la lectura de los escritos de Pedro Alcoba Pitt, puede inferirse que el 18 de septiembre, fiesta nacional chilena, era muy celebrado. Según su relato, durante la década del 20 los festejos duraban no menos de tres días, de los que participaba el cónsul chileno en función. Durante esos días se organizaban comidas típicas, como asado con cuero, curanto y cazuela de gallina, siempre ‘harto picantes’ y acompañadas de cuantiosa chicha, lo que hacía necesaria la intervención policial para evitar desmanes productos de borracheras”.

El cuaderno de Alcoba Pitt se encuentra en el Museo de la Patagonia. De sus anotaciones puede extraerse también que “se realizaban juegos de destreza campestre, como la topeadura, la chueca, la corrida de sortija, y el fútbol”. La primera era una disputa típicamente huasa, por la cual los jinetes hacían que sus caballos se empujaran en un espacio delimitado. El que resultaba desplazado, perdía. En cuanto a la chueca, es el palín mapuche.

Hubo uno de los dieciochos que cobró particular relevancia. Fue “la celebración organizada para el 121º aniversario de la Independencia de la República de Chile”, en 1931, según encontraron las autoras. “Los festejos se iniciaron con una recepción oficial en el consulado de Chile. Continuaron con un almuerzo criollo en la chacra del señor Gallardo, una función de cine para niños en el Cine Bar Bariloche y finalizaron con un gran baile en el Hotel Suizo”.

Tanta algarabía no gozó de aprobación unánime, como también hallaron Carey y Méndez. “Por tales días, la celebración popular en San Carlos, no es el 25 de mayo ni el 9 de julio; que solo festeja tímidamente algún argentino en su domicilio… La auténtica celebración popular y bullanguera, alegre, luminosa, es la del 18 de septiembre. Cualquier desprevenido forastero, pensará, ante tales festejos, que tienen razón los trasandinos cuando dicen que esta tierra les pertenece”. Estampó la protesta Manuel Porcel de Peralta en su “Biografía del Nahuel Huapi”, publicación que data de 1958.

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