CAPRARO SE DISFRAZABA DE GAUCHO

| 17/05/2021

Los carnavales barilochenses daban para todo

Los carnavales barilochenses daban para todo
El plesiosaurio del empresario
El plesiosaurio del empresario

El mismo empresario fue artífice del famoso plesiosaurio que, en un punto, sirvió para burlarse de la expedición de Clemente Onelli. Fallida, claro.

En los albores de Bariloche, los actos institucionales se llevaron a cabo en cercanías del viejo ciprés que la tradición local emparentó con la vida de Francisco Moreno. No obstante, celebraciones de carácter popular que no tenían tanto que ver con los anhelos de los gobernantes prefirieron ganar espacio en tramos más céntricos de la ciudad, entre ellas, los desfiles por el carnaval.

Para la Argentina, los investigadores suelen acordar que entre los siglos XIX y XX, los carnavales “se erigieron como una práctica social y un espectáculo eminentemente urbano, que produjo textos de diversa materia expresiva”, tanto verbales, como gestuales, escenográficos y musicales, inclusive “con un alto valor estético”. En Bariloche, “existen referencias de festejos de carnavales desde mediados de la década de 1910”.

La afirmación es de las historiadoras Alina Carey y Laura Méndez. Puede encontrarse en el artículo “Identidades en pugna. Lo local y lo nacional en las conmemoraciones barilochenses. 1910-1934”, que publicaron en la sección Ciencias Sociales de la revista Pilquen (número 12 – 2010). Su texto íntegro puede descargarse de Internet. Los carnavales “se realizaban en la calle central del pueblo y el desfile de carrozas exigía semanas e incluso meses de preparación previa”, reconstruyeron las investigadoras.

Para hacer honor a uno de los rasgos del espíritu carnavalero, “la población en su conjunto participaba de los festejos y tanto niños como adultos se disfrazaban para la ocasión. La imagen del empresario y líder político Primo Capraro emulando al Martín Fierro, aún es recordada por vecinos que participaron del espectáculo”. La descripción que sigue fue relatada por Ítalo Paolí, dueño del bar “La Alegría” y vecino de Bariloche desde principios del siglo XX. A su vez, fue registrada por su nieta, María de Luz Paolí, en 1978.

“En los carnavales recorría la calle Mitre Don Primo Capraro, se vestía de Gaucho, con un chiripá negro y un calzón blanco con puntillas, un chaleco bordado, un cuchillo de 60 centímetros plateado en la cintura, rastra de oro y plata, botas de potro, boleadoras y llevaba el cabello largo con una vincha, se montaba en un caballo negro, con riendas y frenos de oro y plata, en la frente llevaba un escudo de oro y plata, el recado tenía al frente dos escudos de plata con incrustaciones de oro, el caballo llevaba también una pechera de oro y plata”. ¡Caro el disfraz!

Hay otra imagen que también involucra al empresario, menos fastuosa, pero igual de llamativa. “Quizás el carnaval más festivo y más recordado fue el de febrero de 1924 cuando por las calles del pueblo desfiló un plesiosaurio articulado y de inmensas dimensiones, construido por Capraro y un grupo de amigos, pocos días después que la expedición en busca de un animal prehistórico en los lagos del sur dirigida por Clemente Onelli, director del Museo de la Plata, hubiera fracasado”.

La carroza tuvo -quizá comprensiblemente- bastante de burla. La prensa capitalina publicó un telegrama con la firma del propio Capraro: “El plesiosaurio está finalmente preso. Desde ayer está bloqueado de manera que no pueda levantar vuelo a la playa barilochense. Favoreció la captura; la ley seca”. La ironía también es ilustrativa sobre la intensidad que alcanzaba la celebración de los carnavales.

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