Viajó para ser parte de una residencia artística y al poco tiempo, se produjo el estallido. Impresiones de primera mano desde el ojo de la tormenta.

Lejos de recluirse en un cuarto de hotel o en la relativa paz de los ámbitos artísticos, Maia Gattás Vargas planea adentrarse en la convulsionada realidad colombiana. La artista de Bariloche transcurre su tercera semana de estadía en el país, al que viajó antes del estallido para ser parte de una residencia artística. Si bien trata de no abandonar del todo su agenda, la realidad se impone.

“Mi idea es ir a las marchas y acercarme, pero con cuidado, porque entiendo que acá, la Policía tiene dinámicas que no son a las que estoy acostumbrada en la Argentina”, le dijo a El Cordillerano, durante una pausa en sus actividades. “Es un momento histórico, me contaban que acá tampoco hay tanta tradición de marchar. Es algo bastante nuevo, de los últimos años… Al haber estado tan militarizados, el derecho a la protesta recién se está armando”, compartió.

Ante su mirada atenta, todos los indicios se relacionan. “Cuando llegué, me subí a un colectivo y me puse a hablar con un señor que estaba al lado. Le pregunté quién era la persona que estaba en el billete de 1.000, que es el más bajo. Me dijo que era el único candidato popular a presidente, que había sido asesinado (Jorge Eliécer Gaitán). Estaba enojado porque estaba en el billete más bajo. Ahí me fui enterando que Colombia nunca tuvo un presidente popular, de izquierda o ni siquiera de centroizquierda, siempre estuvo gobernada por la derecha y eso también me llama la atención”, destacó la investigadora.

En cuanto a la sangrienta coyuntura, “todos me dicen que estas manifestaciones son muy importantes, escuché muchas veces la palabra despertar o que Colombia está despertando. Acá está muy naturalizada la violencia en la vida cotidiana desde muchos sectores y además de las negociaciones que tiene que hacer por las reformas de salud y tributarias que quiere hacer el gobierno en plena pandemia, es una sociedad que tiene que instalar el derecho a la protesta pacífica. Es algo que no está tan instalado”, insistió.

Maia, frente a un herbolario

Hija de la música barilochense Marisa Di Giambatista, por el lado paterno Maia tiene mayores palestinos. También anduvo por aquellas tierras siempre convulsionadas un par de años atrás, con el ánimo de concretar un documental. “En estos días estuve pensando en Palestina, porque estuvieron desalojando un barrio en Jerusalén Oriental y bombardeando Gaza. Son noticias que ya no nos sorprenden porque se dan muy seguidas, pero estaba pensando en estas dos sociedades: Colombia y Palestina, que comparten una naturalización de la muerte. La muerte está en la vida cotidiana, aunque por razones históricas distintas. Particularmente, las dos naciones están atravesadas por estos conflictos y yo estoy atenta a los dos”. Menudas inquietudes…

Plásticamente, “estaba haciendo el trabajo sobre los colores, pensando los colores y viendo las distintas teorías que hay desde el arte y la ciencia, porque para mí, el color fue pensado desde esos dos campos”, indicó. “En las manifestaciones empezaron a salir con la bandera de Colombia al revés, cuando justo había estado indagando de dónde venían esos colores. Me habían contado que el amarillo era por el oro y el Sol, el azul por el agua y el cielo, el rojo por la sangre que nos dio la libertad, dice la canción… En las manifestaciones, empezaron a salir con el color rojo primero para denunciar la sangre que corre en Colombia. Ahora no estoy en mi taller, pero apenas regrese (a Medellín) quisiera poner en esa vidriera a la calle la bandera al revés, más algunos collages, que es lo que estoy trabajando a nivel material”, explicó. Valiente la piba…