HANS NÖBL

| 25/04/2021

El fabuloso esquiador que “fundó” Catedral, pero que Bariloche olvidó

Por Diego Llorente / Fotos Archivo Visual Patagónico
El fabuloso esquiador que “fundó” Catedral, pero que Bariloche olvidó

Cada vez que se cuenta la historia del cerro Catedral, nada más y nada menos que el principal centro de esquí de la Argentina y de Sudamérica, lo primero que se describe, es que en 1936 la por entonces Dirección de Parques Nacionales, encomendó al eximio esquiador austríaco Hans Nöbl, que definiera el lugar indicado para erigir un centro invernal de nivel internacional, en una de las montañas de nuestra región.

Y se narra que por su experiencia en Europa y su puntillosa visión, Nöbl definió al Catedral como el de mejores condiciones. Luego, el relato se diluye y se avanza en la instalación de medios de elevación, mejoras, contratos de concesión y así llega la modernidad actual. Pero de Nöbl, no se describe mucho más. Ni allí ni en ninguna reseña histórica local, en esas que sobresalen montañeses, dirigentes, vecinos reconocidos y sucesos importantes.

Nöbl y Lynch recorrieron la zona a caballo, buscando el lugar ideal para un centro de esquí.

 

En Bariloche tampoco se habla ni se recuerdan datos de su persona, su legado, enseñanzas ni nada de lo que hizo en y por la ciudad. La prueba más fehaciente de esto, es que en el cerro Catedral y en la ciudad, no hay si quiera una plaza, una calle, un sector de la montaña, una pista o un medio de elevación, que lo homenajee llevando su nombre.

De hecho, en la principal montaña barilochense hay pocos homenajes. El más sobresaliente lo tiene Antonio Lynch, un impulsor del esquí en la región. Su nombre engalana al centro de deportes invernales, un refugio, una pista y una telesilla. Además, hay otros sectores como la plaza Catalina Reynal (por la precursora del esquí social), la pista Carlitos y el sector de Plaza Oertle (por Carlos Oertle, el primer poblador que se estableció en Catedral), la pista Dinko en la ladera Norte en honor a Dinko Bertoncelj (histórico instructor y creador de los cursos de instructores) y la calle en la base del cerro que lleva el nombre de Andrés Noworyta (uno de los fundadores de la Escuela de Ski Catedral). Con el nombre de Nöbl, nada. Absolutamente nada.

Pero, ¿Quién era Hans Nöbl? ¿Qué hizo en Bariloche? ¿Por qué la historia no lo recuerda?

Fue aquel exitoso esquiador austríaco y guía de montaña, que fue convocado por la Dirección de Parques Nacionales para desarrollar un centro de esquí en la remota Patagonia. Traía como parte de su curriculum, haber desarrollado otro centro invernal en Sestriere (Italia) y el título de campeón europeo.

Con toda su sabiduría a cuestas, llegó a Bariloche, recorrió la zona, los cerros y evaluó aquel pedido. La primera opción que seleccionó, fue el cerro Dormilón. Sus extensos faldeos con poca vegetación y su imponente vista a los lagos y volcanes, llamaron su atención. Además, el ingeniero Julio Furth había proyectado emplazar un cable carril allí.

Sin embargo, para acceder al Dormilón había (hay) que cruzar el Nahuel Huapi y esto dificultaba su acceso por lo que se descartó de plano. También se desechó el cerro Otto, por ser muy bajo, más allá de sus condiciones y pese a que Otto Meiling tenía allí una escuela de esquí y dos refugios. Esto generó un encono y rivalidad marcada con el propio Meiling durante décadas.

Entonces, Hans Nöbl determinó que el lugar propicio era el cerro Catedral. Aunque aconsejó llevar la base del centro invernal a la cota de los 1200 metros, porque ya desde aquel entonces, no siempre había buen caudal de nieve en cotas más bajas.

Sin embargo, la planificación del cable carril hizo modificar ese plan, puesto que el trazado de los cables, no permitían técnicamente llevar su estación inferior a 1.200. Por lo que la base quedó como sigue hasta la fecha: a 1.050 metros sobre el nivel del mar. Pero bajo su planificación (y la de Lynch), se marcaron pistas y sectores. Incluso, aconsejó la colocación de algunos medios y hasta fue gestor personal con la empresa que fabricó el cable carril.

Antonio Lynch y Hans Nöbl, grandes amigos y responsables del desarrollo inicial del Catedral.

 

Por otra parte, mientras comenzaban los primeros movimientos y obras en Catedral, Hans Nöbl organizó (con el respaldo de Parques) una serie de competencias de esquí en el cerro Otto, en las pistas que se iniciaban en la zona de Piedras Blancas y que terminaba en lo que hoy es el barrio El Frutillar (en esa época era la chacra de Luis Capraro).

Allí, Hans confeccionó un slalom gigante y comenzaron las competencias, que se repitieron al año siguiente, con la llegada de esquiadores internacionales. Él oficiaba de piloto, inaugurando cada jornada con un descenso de demostración fabuloso. En agosto del 38, esas carreras ya se mudaron al Catedral, donde permanecen hasta la actualidad.

Toda esta creciente actividad, generó que en 1940 se creara el Club Argentino de Ski (CAS), presidido por Lynch, y Nöbl integró esa primera comisión directiva.

Pero para describir a Hans Nöbl, es necesario decir que era todo un personaje. Muchas veces polémico y con actitudes que despertaban carcajadas o grandes enojos. Como casi todos los mortales. Pero en aquella aldea de montaña, algunos eran demasiado rencorosos.

Por aquellos años, cuando Europa estaba en guerra, Hans se radicó en Bariloche y recorría sus calles. Así se encontró en numerosas oportunidades con los niños que practicaban el esquí en el lomo que hoy es la calle Salta o en los primeros metros de la avenida de los Pioneros. Claro, por ese entonces allí no había nada y las pendientes eran espectaculares. Él aparecía y sorprendía a esos chicos que se deslizaban como podían y les ayudaba a perfeccionar su estilo. Ni idea tenían que aquel profesor de turno, era un campeón continental.

El estilo que Nöbl tenía sobre las dos tablas, era único. Además tenía unos esquíes que aún no habían llegado a Sudamérica, con fijaciones tipo Kandahar y cantos de acero, lo que llamaba la atención de todos.

En Catedral fundó una escuela de esquí con su nombre, enseñando su novedoso y elegante estilo, con el que los alumnos aprendían en pocas horas. En esa escuela, fueron instructores Gustavo Kammerer, Luis Acuña y Jorge Volkmer, vastamente conocidos y vinculados al quehacer del cerro. Años más tarde, fue director de la Escuela Única de Esquí, creada por la Dirección de Parques Nacionales.

Para la época era un excelente esquiador, hacía un paralelo que nadie se imaginaba, esquiaba con los dos pies juntos, acuñando la técnica de esquí alpino reconocida mundialmente como de “Arlberg”, inventada por un coterráneo suyo: Hannes Schneider, quien era procedente de la región de Arlberg y de allí el nombre.

Este desconocido método en la Argentina perfeccionó el sistema de “cuña”, promovía el uso de dos bastones en vez de uno, y la profunda flexión de las piernas y la inclinación del cuerpo hacia delante, mundialmente conocido como “vorlage”. Nöbl aprendió del propio Schneider, un sistema pedagógico y ordenado, adaptando constantemente la técnica deportiva al desarrollo del material utilizado.

Las crónicas de la época, reseñan que el 2 de julio de 1938 en el hotel Italia, se proyectaron películas de esquí comentadas por Hans. Una se titulaba “El Parque Nacional Nahuel Huapi”, que versó sobre el invierno y el esquí de la temporada de 1937. La otra, brindaba enseñanza técnica y se titulaba: “Hans Nöbl y su método”.

Más allá de la vida en la montaña, Nöbl era un “dandy”. Tenía una personalidad muy especial. Rápido para los negocios, un seductor de mujeres y un encantador de inversionistas. Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, comenzó a ir y venir de Europa, aprovechando las temporadas de invierno de cada hemisferio.

En Sestriere también tenía su escuela de enseñanza del deporte blanco. Allí era todo un ídolo, una personalidad. Lo apodaban “El arcángel de la nieve”. Mientras que en Portofino, también en territorio italiano, fundó una escuela de esquí náutico, donde era reconocido por enseñarle a las celebridades de la época, como el sha de Persia.

Pero antes, estuvo afincado en estas tierras, donde hizo de todo. Se destacó por ser guía de montaña, escalador, guía de pesca y hasta cantante, animador y contador de chistes, pese a su acento austríaco. También tuvo una suerte de agencia de turismo, con varias embarcaciones como “La Correntoso”, “El Pilquín” y “La Vagabond”, con las que hacía excursiones de pesca o paseos náuticos. Además, llevaba a los turistas al cerro López o a la “Montura Chilena”, en la zona del Valle Encantado.

Fue uno de los precursores en hacer recorridos más largos por la región o visitar lagos menos frecuentados. Por sus dotes de escalador, se lo recuerda por haber ascendido en algunas oportunidades al pico internacional del cerro Tronador, algo poco usual, dificultoso y que solo los avezados escaladores se animan a realizar. Fue de las primeras personas en guiar gente hasta al pico Argentino.

Como si fuera poco, trabajaba para el hotel Llao Llao ofreciendo todos los servicios antes mencionados. Estaba casado con la francesa madame Couture, con quien vivía en una elegante casa de Villa Llao Llao, lo cual era óptimo para sus tardes y noches de animación en el hotel que diseñó Bustillo. Allí, aparecía cada tarde noche vestido de tirolés, con pantalones cortos de cuero y borceguíes. Con su cabellera rubia bien peinada y que en ocasiones, llegaba hasta sus hombros.

Un detalle no menor: tenía un público prácticamente cautivo, la elite de Buenos Aires. Quienes entusiasmados comenzaron a pedirle a Hans que les consiguiera terrenos en la zona de los kilómetros, con vista a los lagos, costas y grandes espacios.

Esto lo llevó a uno de sus principales negocios: la venta de tierras. Lo que le generó el enojo de varios pobladores que se dedicaban al rubro. Pero el esquí era su pasión. También trabajaba en el hotel Catedral.

Incluso, los huéspedes de ese alojamiento tenían un espectáculo único. Para finales de la década del 40, Hans tenía una actividad cotidiana durante los días soleados de invierno. Cada mediodía, cuando los turistas estaban almorzando, en el enorme salón que todavía posee ese establecimiento de frente a las pistas del Catedral, les pedían a los comensales que se asomaran a los ventanales.

Allí se podía apreciar como un eximio esquiador bajaba como una flecha desde Piedra del Cóndor, realizando una bajada vertical, con piruetas y slaloms en muy pocos minutos. Y terminaba con un salto sobre el arroyo que hay en la base, clavaba sus bastones y daba una vuelta en el aire. Era todo un espectáculo, que culminaba con los huéspedes coreando su nombre y con Nöbl acercándose al hotel para saludar y tomarse fotos con los fascinados turistas.

En 1946, una vez concluida la guerra en Europa, en la Argentina para comprar un auto cero kilómetro, se requería de un permiso del mismísimo presidente Juan Domingo Perón. Y los contactos de alta alcurnia de Hans, lo ayudaron a adquirir por 5 mil pesos una coupe Ford, la cual luego acondicionó casi como un auto de carrera.

Por todas estas cosas, había pobladores que no lo aceptaban en su sociedad. Lo consideraban un fanfarrón que solo buscaba hacer negocios. Pero también estaban quienes lo apreciaban y valoraban, considerando que todo su talento no era opacado por su controvertida personalidad. Los reconocidos pioneros de Bariloche no lo querían y esto posiblemente tiene que ver con que no haya tenido, aunque sea, un mínimo homenaje.

Algo de eso quiso hacer un reconocido montañés, quien presidiera el Club Andino Bariloche durante dos décadas, Vicente Ojeda. En el año 2001, tuvo un breve paso por la función pública en el área de Turismo de la Provincia de Río Negro y desde allí, impulsó bautizar el camino de acceso al hotel Catedral que llega hasta el cable carril, con el nombre de Hans Nöbl.

“Creía que era necesario hacerlo, es indudable que fue quien eligió el lugar y a quien contrataron para su desarrollo. Si bien era una persona polémica y con carácter, entiendo que merece un homenaje. Y esa calle no tenía nombre”, dijo Ojeda a El Cordillerano.

Vicente tampoco comprende por qué Hans Nöbl no tiene su merecido reconocimiento y supone que era por su personalidad o por sus habilidades para hacer negocios. El austríaco siempre apuntó al “jet set” que elegía vacacionar en Bariloche, tenía una estrecha relación con gente rica de Buenos Aires y no tenía una fuerte vinculación con los montañeses barilochenses, con quienes no se sentía identificado.

Pero sin dudas, que su presencia en estos pagos, marcó un antes y un después en la vida del esquí barilochense y argentino. Marcó un rumbo, que luego los expertos siguieron y que aún permanece, en los aspectos deportivos, turísticos y económicos.

Dejó como legado un centro de deportes invernales que hoy, 85 años después de su llegada, es el más importante de Sudamérica y del Hemisferio Sur. Asimismo, fue pionero en la creación de circuitos turísticos y en generar interés inmobiliario en Bariloche, por parte de personas adineradas de la alta sociedad porteña. Todo esto, marcando un horizonte económico para la ciudad y la región.

Sin embargo, el nombre de Hans Nöbl no tiene en la actualidad, el protagonismo que Bariloche debiera darle. En la década del 60 un día zarpó en un crucero italiano y nunca más regresó. En Italia, se dedicó de manera denodada a la escuela de esquí acuático y por Bariloche no apareció más. Nadie en estas tierras sabe adónde se radicó ni en qué fecha murió. Hay quienes lo recuerdan con una sonrisa y quienes no, pero todos coinciden en que aquel eximio esquiador tirolés fue olvidado por un pueblo incipiente al que ayudó a crecer y desarrollarse.

 

Por Diego Llorente / Fotos Archivo Visual Patagónico

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