Sus alternativas transcurren “en su mayor parte, entre el barrio porteño de La Boca y la localidad de Bellagio, en Italia”, anticipa Luisa Peluffo en la contratapa. En el prólogo, Diego Rodríguez Reis destaca el crecimiento del escritor.

No teníamos noticias literarias de Sergio Petriw desde “Escarabajo pelotero”, novela que también publicó el Fondo Editorial Rionegrino (FER) pero en los primeros tramos de 2017. Ahora, el escritor ya tiene en sus manos los ejemplares de “La obstinada brisa del tiempo”, libro que empieza a decir desde su título, como apuntó en el prólogo Diego Rodríguez Reis. “Un título puede ser meramente un requisito comercial o bien puede ser el registro paratextual sobre el cual se sustenta toda una obra”. Estamos claramente, frente al segundo de los casos.

El autor presentó su nuevo trabajo en conversación con El Cordillerano. “Describo a La obstinada brisa del tiempo como una historia adonde aparecen muchos personajes, relacionados por sus parentescos y amistades, en distintos momentos”, introdujo. “Principalmente, está centrado a principios del siglo XX y cuenta la historia de una persona que abandona a su hijo en Buenos Aires y se va a Europa, a buscar una mejor suerte. Luego se arrepiente y de alguna manera, trata de reencontrarse y de reencontrar a su familia con su hijo”. Uno de los recortes.

Otro: “también cuenta la historia de ese hijo y su vida en Buenos Aires, y de una monja que vive mucho tiempo en un convento, hija de ese hijo que fue abandonado, más todo lo que rodea a esos tres mundos y lugares diferentes”, redondeó Petriw. “Eso es lo que se lee, lo que la historia cuenta… Lo que aparece es el amor, la amistad, el dolor, la vergüenza y también un poco el egoísmo. Eso es lo que se puede leer como título de las historias y creo que, lo que no está escrito, pero queda en la cabeza del lector, son las fuerzas impulsoras que tienen los personajes”, arriesgó el novelista.

En “La obstinada brisa del tiempo”, resulta que “el narrador ofrece un abanico de acciones e historias, con las cuales cada lector puede sacar conclusiones sobre por qué cada uno, hizo lo que hizo, quizás un poco en contra del propio juicio del lector”, avisó. Los buenos y los malos solo existen en las películas penosas de Hollywood… “Es una historia cargada con bastante nostalgia, aunque por ahí, no era la idea original en algunos de los personajes, pero eso lo vi después”, admitió el escritor.

Tiene sus justificativos. “Lo que pasa es que lo escribí cuando mis hijas estaban de viaje por unos cuantos meses y las extrañaba mucho (sonrisas), entonces la nostalgia que aparece en la historia, un poco es la tintura de la sensación que tenía en ese período”, explicó. “Después, cuando la corregí y revisé, traté de mantener ese espíritu, porque era el que ya tenía”, indicó Petriw.

El libro fue publicado por el FER a fines de 2020, aunque había sido seleccionado en la Convocatoria Literaria 2018 del sello público provincial. Es la tercera vez que el barilochense lanza obra a través de la editorial rionegrina: la primera vez fue con “El hielo delgado” (2010) y la segunda, con la novela que mencionamos al principio. Antes, textos suyos habían integrado “Río Negro: 20 cuentos de selección”, otra publicación del FER.

El autor está muy contento con la edición, de portada muy coherente. “Tengo pensado hacer presentaciones, pero todavía no están planificadas ni decididas. Cuando se pueda de manera presencial y donde se pueda, porque son las que más me gustan. Hay interacción, contacto visual con la gente y las preguntas”, explicó. “También habíamos hablado con Eliana (Navarro), hacer algunas presentaciones virtuales. Ya tengo los libros, quedaron muy lindos y los estoy ofreciendo a la venta”, señaló. Quienes quieran solicitarlo, puede hacerlo a través del mail [email protected].

Navarro es la directora del FER desde julio del año último. Con los libros de Petriw, Gustavo Verussa, Silvia Urtubey, más otras autoras y autores, está cumpliendo uno de los objetivos que se fijó al asumir: ponerse al día con las publicaciones que adeudaba la editorial pública. “Ya desde ese para nada inocente título […] sabemos que el autor se ha afianzado en su oficio de narrador, que va construyendo serenamente su propio camino, porque las obras que valen la pena no se erigen sobre paradigmas inamovibles ni sobre discursos dogmáticos. Y ese es el primer registro, el primer signo de la evolución narrativa de Sergio”, añade Rodríguez Reis en el prólogo. Solo el primero de los signos.

Adrián Moyano