El almirante de triste recuerdo, aseguraba que la Junta Militar gobernaba “a partir del amor”. El bigote bicolor respondió irónicamente con el Festival del Amor en el Luna Park, que reunió a 15 mil personas.

Antes de que se precipitara la Guerra de Malvinas (1982), la dictadura que comenzó a gobernar a partir de 1976 identificó al rock nacional como enemigo y subversivo. Lejos de amilanarse y a pesar de clima de terror, expresiones de la música que por entonces representaba a la juventud, recogieron el guante y enfrentaron la opresión de diversas maneras. Fue el caso de Charly García, quien respondió aseveraciones del almirante Emilio Massera con tanta ironía, que el desafío casi pasó desapercibido para sus destinatarios, aunque no para las decenas de miles jóvenes que venían de escuchar a Sui Generis y se aprestaban a sumergirse en el universo Serú Girán.

Algunas de estas alternativas están reconstruidas con rigor académico en el artículo “La dictadura argentina y el rock: enemigos íntimos”, que lleva la firma de Mara Favoretto. El texto íntegro se publicó en “Resonancias”, revista digital que edita el Instituto de Música de la Universidad Católica de Chile. La edición que consultamos es la correspondiente al período julio - noviembre de 2020. La autora es doctora en Letras y profesora en la Universidad de Melbourne (Australia), donde vive desde 2003. Además, escribió los libros “Charly en el país de las alegorías: un viaje por las letras de Charly García” (2014) y “Alegoría e ironía bajo censura en la Argentina del Proceso” (2010).

Durante los primeros tramos de la dictadura, “en los conciertos […] muchas veces se escuchaban las canciones que habían sido prohibidas o las letras originales de los temas, que habían debido ser cambiadas en los estudios de grabación. Por lo tanto, el rock estaba ligado a la subversión no solo por el contenido de sus letras, sino también por su actitud desafiante”, enmarcó la investigadora.

Según observó, “el contexto político bajo la dictadura propiciaba la ironía, ya que el almirante Massera decía que la Junta Militar gobernaba ‘a partir del amor’. Para Favoretto, “estas declaraciones eran, en sí mismas, una ironía: ¿cómo es posible actuar ‘a partir del amor’ y torturar y asesinar a 30.000 personas a la vez?”, se pregunta la autora. La afirmación del almirante mereció réplica por parte de un icono del rock argentino.

"Precios casi populares"

En efecto, “el músico Charly García le contesta a Massera organizando el Festival del Amor en 1977 en el Luna Park. Este recital reunió en escena a muchos de los músicos amigos que habían tocado alguna vez con él. El afiche de promoción había sido diseñado por él mismo y decía ‘precios casi populares’. Es decir, ya desde los anuncios del Festival del Amor se indicaba su tono irónico. El concierto convocó a quince mil personas, colmando la capacidad del estadio en aquella época, pese a que la publicidad del mismo no pudo ser masiva por las circunstancias políticas”.

Por nuestra parte, añadamos que del Festival del Amor surgió “Música del alma”, el primer disco solista de García. Tomaron parte en el concierto y en el registro David Lebón, los músicos de Porsuigieco y también los integrantes de La Máquina de Hacer Pájaros, banda con la que Charly venía tocando desde el fin de Sui Generis. El álbum está disponible en las plataformas digitales.

Claro que la dictadura no se quedó con los brazos cruzados. “En esta misma época se repartieron listas negras pobladas de escritores, actores y músicos. En esas listas, además de libros y películas, también había canciones. No eran listas secretas, pero tampoco eran públicas”, recuerda el texto de la investigadora. “Además, el rumor colaboraba con la censura: si había canciones o cantantes que no se escuchaban por la radio, se pensaba que tal vez estaban prohibidos”.

Hasta la musicoterapia cayó en la volteada. “A fines de 1977, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) redactó un documento secreto llamado Antecedentes ideológicos de artistas nacionales y extranjeros que desarrollan actividades en la República Argentina. En el documento se decía que ‘la musicoterapia ha demostrado la incidencia de la música en la conducta de los individuos como consecuencia de la existencia de componentes sugestivos, persuasivos y obligantes en la misma’. El documento también sostenía que, para concientizar a amplios sectores de la población, la subversión inició una tarea tendiente a lograr transformar en COMUNICADORES LLAVE (mayúsculas en el original), esto es, personas de popularidad relativa en los medios artísticos, cuyo accionar –siguiendo la concepción soviética del rol de escritores y artistas– es el de verdaderos ingenieros del alma”. Vistas desde hoy, tales aseveraciones hasta dan gracia, pero la represión que puso en práctica la dictadura contra la cultura 45 años atrás, no fue ningún chiste.

Adrián Moyano